Un acto a las apuradas que desnudó las internas y se esfumó sin definiciones

Un acto a las apuradas que desnudó las internas y se esfumó sin definiciones

La central obrera concentró a 200 mil trabajadores en un cierre comprimido para apaciguar incidentes, con un notorio faltazo de los Gordos y con la esperanza de un paro general que pierde fuerza. 

Una escaramuza frente a la Pirámide de Mayo aceleró el reloj de los organizadores de la Confederación General del Trabajo (CGT), que habían armado, cuidadosamente, el escenario frente a la Casa Rosada para un acto sin sobresaltos. Cerca de las 14.30 volaron algunos palos, botellas, vasos, insultos y amenazas entre dos grupos que se disputaban la primera fila delante del palco y, sin demoras, la conducción confederal resolvió adelantar el acto. Algunos adjudicaron la escena a una pelea interna del gremio de camioneros, otros apuntaron a un cruce de esas bases con las columnas de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y voces disonantes señalaron a los afiliados de la Unión Docentes Argentinos (UDA) como parte de una encarnizada pelea que “no pasó a mayores”, evaluó una fuente del cegetismo cuando dejaron de volar proyectiles. Pero más allá de los protagonistas, la tensión alcanzó a encender las alarmas suficientes para que el telón principal se levantara poco después de las 14.40, con el triunviro Juan Carlos Schmid como principal y único orador.

La voz de largada, en boca del titular del gremio de Dragado y Balizamiento, estuvo dedicada al reclamo de aparición con vida de Santiago Maldonado, que se llevó la primera ovación de una plaza que, a esa hora, ya alcanzaba las 200 mil asistentes, según fuentes de la CGT. El discurso del dirigente no superó los 11 minutos y su anticipada e intempestiva aparición sobre las tablas del escenario no permitió que una parte de las columnas que se habían movilizado llegara a la Plaza. En rigor, en los metros cuadrados ocupados, todavía había lugar para que se concentraran más personas. La convocatoria confederal había contado con el despliegue de las estructuras más orgánicas, que garantizaron una demostración de fuerza multitudinaria, pero que no alcanzó a suplir la ausencia de docentes y otras actividades que tuvieron que cumplir su jornada de trabajo.

La breve trifulca no impidió que quedaran en evidencia algunas ausencias llamativas en el palco, como las de Héctor Daer (Alimentación), Francisco "Barba" Gutiérrez (UOM) y Armando Cavalieri (Comercio) que participaron de la marcha al frente de sus gremios, pero no se subieron al escenario, algo que sí hicieron sus pares, como Schmid, Carlos Acuña (estacioneros), Pablo Moyano (Camioneros), Omar Plaini (Canillitas), Sergio Romero (UDA), Andrés Rodríguez (UPCN), Víctor Santa María (SUTERH), Abel Frutos (Panaderos), Julio Piumato (Judiciales), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Jorge Sola (Seguro).

En el palco también estuvieron como invitados el legislador porteño Gustavo Vera y los referentes de los tres movimientos sociales que articulan una estrategia conjunta con la CGT: Esteban “Gringo” Castro, de la Coordinadora de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el histórico dirigente maoísta Juan Carlos Alderete, titular de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Daniel Menéndez de (Barrios de Pie).

Por fuera de la conducción confederal y de los invitados que se mostraron en el palco, debajo de las tablas estuvieron los dirigentes de las dos Centrales de Trabajadores Argentinos (CTA) Hugo Yasky Pablo Miceli, además de Roberto Baradel, secretario general del SUTEBA y anfitrión de la reunión que se concretó la semana pasada para oficialalizar el proceso de “unidad en la acción” que llevarán adelante las tres centrales luego del 25 de septiembre, la fecha que anunció Schmid para realizar un congreso confederal y convocar a un paro. Para entonces las dos CTA planifican una medida de fuerza unificada, que podría concretarse antes de las elecciones legislativas del 25 de octubre.

Entre los asistentes que no subieron a las tablas, también estaban el candidato a diputado bonaerense Jorge Taiana y el diputado y ex ministro de Economía Axel Kicillof. Si bien distintos partidos de izquierda habían convocado a una movilización aparte, a las cercanías del acto cegetista habían llegado los principales representantes del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), como los diputados nacionales Miryam Bregman junto a Nicolás del Caño, además del edil porteño Patricio del Corro. También estuvo el dirigente del Partido Obrero, Néstor Pitrola, que desde la misma movilización, la consideró como una marcha “muy pobre y con poca gente”. 

“¿Ahora que le dieron un mes al Gobierno para negociar, esperan algún llamado para sentarse a negociar?”, preguntó Letra P a uno de los dirigentes que estaba bajando del palco. “Seguramente bajo presión no lo harán y personalmente no creo que suceda en lo inmediato.”

Algunos metros a la izquierda también estaba el periodista Horacio Verbitsky, que había llegado en representación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). El abanico de asistentes que rodeó al escenario estaba claramente repartido, a pasar de las botellas voladoras que casi desdibujaron tales contornos. “Los desocupados y movimientos están sobre Rivadavia, a la izquierda del escenario, y nosotros vamos a la derecha”, explicó uno de los organizadores, en referencia a todos los sindicatos que podían llegar hasta el corazón de la plaza por Hipólito Irigoyen, desde Diagonal Sur.

En los escasos once minutos que duró el acto, Schmid buscó enunciar los puntos de acuerdo dentro de la tirante geografía interna de la CGT. "Nosotros nos movilizamos por nuestra agenda social, y por supuesto vengo a repetir cuáles son sus puntos fundamentales”, resumió el triunviro en referencia a tres "puntos fundamentales": el "rechazo a cualquier reforma laboral", el pedido de la "emergencia social y alimentaria", y el reclamo para que "se terminen las intervenciones en los sindicatos". También ratificó el reclamo de un "aumento de emergencia para nuestros jubilados” y  "plena vigencia de los convenios colectivos”, la “defensa del modelo sindical de nuestras obras sociales” y “de los fueros laborales" de la justicia.

El decálogo de preocupaciones compartidas por la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales que participaron tuvo un broche, que fue enunciado con el mismo apuro con el que comenzó el acto. Fue cuando Schmid mencionó la posibilidad de realizar un paro luego del congreso confederal convocado para dentro de un mes. Para entonces ya habían resonado algunos reclamos desde la Plaza para convocar a una medida de fuerza, pero la virulencia del auditorio fue contenida por los oradores, en una mezcla que combinó la urgencia que adelantó el comienzo del acto y el empeño que puso Schmid para resumir la velada amenaza de un paro que, en caso de realizarse, se anunciaría dentro de un mes.

Cinco minutos después de las tres de la tarde, la señal de cierre estalló por los parlantes, de la mano de la marcha peronista, que retumbó en la plaza como cortina de clausura.

“¿Ahora que le dieron un mes al Gobierno para negociar, esperan algún llamado para sentarse a negociar?”, preguntó Letra P a uno de los dirigentes que estaba bajando del palco. “Seguramente bajo presión no lo harán y personalmente no creo que suceda en lo inmediato”, confió, mientras dejaba la plaza a tranco corto y advertía como buena parte de los puestos de choripán estaban rebozantes de chorizos y bondiolas sin vender. El termómetro más palpable del apuro que le imprimió la CGT a un acto que, en los papeles, iba a durar dos horas. Se extendió por escasos 15 minutos y los puesteros quedaron en el camino, con la mercadería sin despachar, en medio de jornadas donde -se quejaban- "ya se vende poco".

Del otro lado del vallado que divide en dos a la Plaza de Mayo desde diciembre de 2001, la Casa Rosada albergaba al presidente en su despacho, mientras su ministro de Trabajo Jorge Triaca compartía un asado con los principales dirigentes de las 62 organizaciones peronistas y miraba el acto por televisión. La construcción de la escena paralela que suele armar el gobierno cuando hay actos sindicales en su contra, esta vez buscó mostrar a un presidente hiperativo y a su ministro en la materia rodeado por el espacio político de la CGT que hasta hace poco condujo el difunto dirigente Gerónimo “Momo” Venegas y que mantiene una relación partidaria afín con Cambiemos. Se trata del mismo espacio que el 1 de mayo pasado le garantizó un acto propio a Macri en el Estado de Ferrocarril Oeste, para diferenciarse de las conmemoraciones organizadas por la CGT y por las dos CTA. Esta vez la ausencia de Venegas fue notable, pero fue rodeada comunicacionalmente con el asado de Triaca y el acto que luego protagonizaron juntos en Casa Rosada junto a un grupo de jóvenes que habían accedido a su primer empleo.

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