En las primeras horas de este lunes, las máquinas de Bagley volvieron a encenderse después de estar detenidas durante tres días. Tras un fin de semana intenso, lleno de reuniones e inspecciones sanitarias, el Comité de Crisis resolvió que la planta puede continuar con su producción y que no hay riesgo de contagios si se respetan los protocolos. Para ello, la fábrica tuvo que hacer ajustes en sus procesos de prevención.

Los conflictos comenzaron a aparecer en la empresa de galletitas la semana pasada, cuando fueron confirmados los primeros diagnósticos positivos de COVID-19 en dos de sus empleados. El Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) puso la voz de alerta y a través de asambleas en las puertas del predio, solicitó mayores medidas de protección para sus aproximadamente 1.200 obreros.

Por eso, el Programa Relaciones Laborales de San Luis intervino y durante la noche del viernes, convocó a un encuentro en las oficinas de su segunda circunscripción, es decir, en la delegación villamercedina. El Comité de Crisis fue representado por el ministro de Justicia, Gobierno y Culto, Fabián Filomena, la coordinadora de Salud, Rosa Dávila, y el responsable de la cartera de Producción Juan Lavandeira. Hubo miembros de la comisión directiva del gremio y de la gerencia de Bagley, además del intendente Maximiliano Frontera.

"Con un trabajo de enorme diálogo y consenso se establecieron los puntos de disidencia, que versaban sobre algunos procesos de los protocolos, que a entender de la entidad sindical no se estaban cumpliendo de la mejor manera. En cambio, la empresa consideraba que eran adecuados, pero que estaban a disposición para que sean evaluados y corregidos de ser necesario", explicó el titular de Relaciones Laborales, Maximiliano Giménez, quien advirtió: "Pero establecimos dos coincidencias: que ambas partes tenían la preocupación de proteger la salud de los empleados y el acompañamiento a las medidas tomadas por el Gobierno desde el inicio de la pandemia".

Por su rubro, la firma ya tiene una vara sanitaria muy alta, avalada por certificaciones internacionales (Maximiliano Giménez) 

Por eso, las partes acordaron que se realizara una inspección minuciosa en todas las instalaciones de la fábrica, para estudiar si se estaban cumpliendo los procedimientos. Ese trabajo, que fue desarrollado por un equipo de fiscalización sanitaria de Salud y uno de Industria, se extendió por casi siete horas del sábado. El resultado fue una nómina de diecisiete puntos que la firma debía modificar para reducir aún más las posibilidades de trasmisión del virus dentro de su edificio, entre los que figuraban cambios en el ingreso al predio, la frecuencia de sanitización de ciertos espacios, un registro de limpieza, entre otros.

"La firma se comprometió a hacer las adecuaciones en 24 horas, y lo concretó antes de ese tiempo. Por eso, el domingo a las 18, se hizo presente el Programa Industria, que después de comprobar que estas modificaciones se hicieran, la planta quedó habilitada para el retorno seguro de los trabajadores a su tarea, con el aval del gremio", planteó.

Giménez dijo que al mismo tiempo exhortaron "a que la empresa y el sindicato hagan un trabajo en conjunto para la concientización de las partes sobre la necesidad del estricto cumplimiento de los protocolos, porque esa es la única forma de prevención que existe".

Además dijo que el intenso trabajo de inspecciones y diálogo sirvió para que los empleados y sus familias tengan la tranquilidad de que si las normas se siguen al pie de la letra, no es probable que se produzca algún contagio.

Y agregó que al dedicarse al rubro de la alimentación, Bagley cumple una de las tareas consideradas esenciales, y que además "tiene una vara sanitaria muy alta por sus propios procesos bromatológicos y de higiene, avalados por certificaciones internacionales".