Alberto, el gobernador del "AMBA"

"Las medidas del 5 de abril, restringiendo la circulación nocturna y reinstalando los controles policiales, habían sido bien recibidas por dos de cada tres argentinos. En cambio, la decisión tomada una semana después de suspender las clases presenciales en el AMBA y limitar comercios, ya no es popular", señala en la columna escrita para La Tecla el politólogo, Julio Burdman

* Por: Julio Burdman.

Escasez de vacunas y abundancia de casos dejaron a Alberto Fernández sin demasiadas alternativas. No solo debía hacer algo para frenar el crecimiento de la curva: también, como Presidente, debía proporcionar una respuesta a la sociedad. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto impactan el cambio de horarios en comercios o la suspensión de las clases presenciales. Pero gobernar significa tomar decisiones en penumbras. Nada peor para un gobierno que no decidir.

Las medidas del 5 de abril, restringiendo la circulación nocturna y reinstalando los controles policiales, habían sido bien recibidas por dos de cada tres argentinos. En cambio, la decisión tomada una semana después de suspender las clases presenciales en el AMBA y limitar comercios, ya no es popular. La cuestión de los niños en las aulas se convirtió en un asunto de primer orden para la sociedad, casi a la par de los grandes temas, como la inflación, el empleo, la seguridad o la corrupción.

Cabe preguntarse si el Presidente cuenta con el equipo idóneo para enfrentar esta nueva importancia de la educación. Por otra parte, la controversia de hoy debe ser leída en perspectiva: la opinión pública está muy a favor de las clases presenciales, y, al mismo tiempo, el Gobierno que toma la decisión “difícil” es visto como uno que está comprometido con la salud pública. La oposición queda unificada detrás de Rodríguez Larreta, y Kicillof tiene la oportunidad de asumir la voz del oficialismo.

Mientras tanto, la cuestión del AMBA merece un capítulo aparte. Durante la pandemia hemos asistido a la “construcción” de una nueva región. Antes de la pandemia, las divisiones entre Capital y Gran Buenos Aires eran marcadas, y pensarlas en conjunto era solo un proyecto o una hipótesis de laboratorio; ahora, toda la zona metropolitana es un único nudo problemático. “Foco infeccioso”, lo llamó el Presidente.

CABA es dominio del PRO, y en el Gran Buenos Aires se impone el kirchnerismo, pero cuando hablamos de AMBA, el Gobierno nacional se puede plantar por encima de todos y decidir por todos. Judicializar eso no tiene sentido: una vez que la Corte reciba los papeles del amparo de Rodríguez Larreta, la emergencia ya habrá acabado.

* Analista político, profesor-investigador y consultor

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