Si Belocopitt no lee a Arrow no podrá hablar con Ginés

Si Belocopitt no lee a Arrow no podrá hablar con Ginés

Ya en el 55to. Coloquio de IDEA el empresario Claudio Belocopitt había informado que la medicina prepaga necesitaba más aumentos de las cuotas invocando que la economía de la salud se mueve a una velocidad diferente a la economía convencional.

 Sin embargo, él debería buscar una explicación menos estándar porque hay crisis macro casi estructural que impacta en la microeconomía y fuerte inestabilidad de precios con deterioro de ingresos. No sólo hay más enfermedades que reciben tratamientos más onerosos. Quizás más que reclamar más cuota, Belocopitt deba sentarse con el sanitarista Ginés González García y comenzar a trabajar en un reenfoque del sistema de salud en el cual la heterogénea medicina privada tenga un rol más contenedor de todos.

El problema no es nuevo, aunque Claudio Belocopitt crea que él inventó la pólvora.

 

Belocopitt nació el 13/09/1961. Cuando él tenía 2 años, el premio Nobel de Economía, Kenneth Arrow, publicó en la 'American Economic Review' el artículo “Uncertainty and the welfare economics of medical care” (Incertidumbre y economía del bienestar de la atención médica), reconocido como la génesis de la Economía de la Salud.

Kenneth Arrow ganó el premio Nobel en 1972 al demostrar que la salud se comporta de modo diferente a los rubros convencionales de la economía.

 

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Arrow introdujo el impacto en la economía de la información imperfecta y asimétrica, desarrolló su Teorema de Imposibilidad de Arrow, la función de producción CES (elasticidad constante de sustitución), y la introducción de los conceptos de riesgo moral y selección adversa.

En aquel artículo de 1963, Arrow explicó que hay bienes para los que no existe un mercado perfecto (non-marketability): no hay un precio que se pueda pagar para evitar o propiciar algunas acciones aunque éstas sean identificables y afecten al bienestar de los individuos que las acometen o de otros cualesquiera, reseñó Manuel García Goñi, de la Universidad Complutense de Madrid.

Como consecuencia, no es posible llegar al equilibrio competitivo óptimo. El ejemplo que Arrow utiliza para aclarar este concepto de la falta de mercados eficientes es el de la atención sanitaria, ya que el hecho de contraer una enfermedad es un fenómeno en buena medida impredecible. Además, no sólo existe incertidumbre en cuanto a la probabilidad de enfermar, sino también en cuanto a la probabilidad de una recuperación total o parcial.

El comprador de información (diagnósticos, tratamiento, etc.) no suele conocer el valor real de la información. Como consecuencia, de alguna manera, se reduce

** el bienestar de los individuos -ya que no se puede transferir todos los riesgos que uno quisiera ni pagando (o cobrando) un precio-, y

** el deseo de comprar un bien incierto, del que no se conoce por completo su valor.

 

Así se ingresa al mundo de los equilibrios subóptimos. Es el motivo por el que la provisión sanitaria constituye un mercado imperfecto y es habitual la actuación del sector público, mediante esquemas de subsidios y prestaciones que ofrecen seguros o provisión a determinados tipos de (o a todos los) individuos.

Probablemente Belocopitt siempre creyó que estaba desempeñándose en un mercado convencional cuando debería contemplar su realidad, condicionada por

** la dificultad de predecir la función de demanda,

** la importancia del código ético, y

** la asimetría en la información entre pacientes y médicos.

Las restricciones provocan una diferencia notable con respecto a otros mercados.

Y la política de precios, incluso en el mercado privado sanitario, no es totalmente libre, ni siquiera en un mercado en competencia perfecta.

Arrow describe el mercado sanitario impactado por

** el riesgo moral, 

** el método de pagos elegido para los proveedores de salud, y 

** el problema de incentivos entre el proveedor/prestador y la empresa.

Probablemente el contador público Belocopitt ingresó a la medicina prepaga con la idea de que era un negocio convencional con posibilidades de apalancamiento financiero al percibir por anticipado la cuota de los afiliados, cuando es una actividad condicionada por la excepcionalidad. Al menos la sospecha se ha instalado acerca del empresario de cosmogonía circunscripta al Barrio Parque y adyacencias, incluyendo el restaurante que dicen que instaló para que le preparen su gastronomía favorita.

Tal como lo había hecho en octubre y noviembre, el empresario de la medicina prepaga Belocopitt fue entrevistado por el canal de noticias LN+, del Grupo La Nación, para explicar las dificultades que él dice tener tanto en su empresa Swiss Medical Group como en la Unión Argentina de Entidades de Salud que preside.

Según Belocopitt, la crisis del sistema de salud es peor que el default y la inflación. Así él intentó fundamentar lo que describió como la enorme dificultad de financiar la medicina privada pese a que el incremento de precios del sector supera el promedio medido por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Belocopitt invocó al ministro Ginés González García, quien en oportunidad de fundamentar la continuidad de la emergencia sanitaria dijo que la inflación médica nada tiene que ver con la inflación de la economía. Así Belocopitt buscó una respuesta a la pregunta obvia: ¿por qué motivo la medicina prepaga sube más que la inflación pero él afirma que no se puede financiar?

Belocopitt dijo que "el gasto crece" por lo que el índice de Costo de Salud aumentó 70% mientras que las cuotas de la medicina privada se ajustaron 53% porque "aparecen infinidad de enfermedades que la semana pasada no se curaban y ahora se están curando", por ejemplo en la oncología "la batería de medicamentos va cambiando y hay especialidades nuevas, con costos exorbitantes aunque resultados fantásticos".

Es evidente que más allá de la evidente destrucción del empresariado privado que ejecutan los políticos argentinos, él nunca se informó acerca de Kenneth Arrow.

Según Belocopitt, tambien en USA es verificable que la medicina privada aumenta al 7% anual aún cuando la variación de los precios de la economía es muy inferior. Pero su lógica, básicamente mercantil, parece desconocer que el servicio de medicina prepaga tiene hoy día 2 variables de ajuste: la capacidad adquisitiva del afiliado y la utilidad o rentabilidad ambicionada por el empresario.

Esta cuestión, a su vez, diferencia notablemente los intereses de las obras sociales, que no tienen un fin de lucro, de la medicina prepaga que sí tiene un objetivo de ganancia líquida: "Hoy día tener una prepaga no es un negocio, es un horror". 

Por conveniencia propia, Belocopitt ingresa a todos a la misma bolsa al afirmar que hay un peligro de quiebra de las prepagas y las obras sociales sindicales.

Belocopitt sostuvo que, como presidente de la cámara sectorial, "yo veo el esfuerzo que todos están haciendo todos para que el sistema funcione, es un camino difícil. Hace muchos años que el sistema de medicina prepaga no es negocio (...) han ido desapareciendo actores de la actividad (...)". 

"Lo vengo diciendo de manera permanente en todos los lugares que me tocan: préstenle atención al sistema de salud en la Argentina, que es en un 70% privado. Si el sistema privado tiene problemas, colapsa el sistema de salud argentina porque el Estado no puede absorber esa demanda. Es un tema de una gravedad gigante, mucho más que el default y que la inflación", insistió Belocopitt.

Ahora bien, él afirmó que "Alberto (Fernández) está haciendo un ajuste sobre los jubilados que más tienen, pero no hay mala fe, mala voluntad. Es que no hay". Y este concepto acerca de la escasez, ¿no podría aplicarse también a la medicina privada? Es una pregunta que podría haber realizado alguno de los entrevistadores.

En una economía con estanflación acumulada de casi 1 década, un desequilibrio macroeconómico que provoca dificultades casi estructurales a la microeconomía, y en el marco de una actividad no convencional, el reclamo de Belocopitt no debería limitarse a cómo lo financia la cuota que paga el afiliado.

Él como titular de la cámara gremial de los empresarios del sector debería imaginar un debate más complejo, diverso e interesante con el ministro González García, ya que él lo mencionó, acerca del funcionamiento del mercado y las posibilidades. De lo contrario, el ocaso del sector será una profecía autocumplida, y es cierto: con impacto negativo muy fuerte en muy diversos estamentos socioeconómicos.

Quizás el sector tenga que encontrar una persona más capacitada para la amplia negociación necesaria.

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