Cómo garantizar el voto peronista, el dilema de Amaya y Cano

Cómo garantizar el voto peronista, el dilema de Amaya y Cano

Una posible fórmula con el intendente de San Miguel de Tucumán en el lugar de vicegobernador no garantiza el sufragio de los "compañeros", siempre pragmáticos en el momento de las elecciones.

Las negociaciones entre el intendente Domingo Amaya y José Cano, ingresaron en una fase crítica y se realizan mano a mano, sin intermediarios ni operadores políticos o asesores. Ambos aspiran a liderar la fórmula del espacio opositor con la intención de arrebatarle al gobernación al oficialismo representado por la dupla Juan Manzur-Osvaldo Jaldo. También aspiran a retener el municipio capitalino y dar batalla en los principales núcleos urbanos, como Concepción, Yerba Buena o Tafí Viejo. Los dos conocen a la perfección sus fortalezas y debilidades y saben que, si van separados serán presa fácil del aceitado aparato de José Alperovich, el gran elector del Frente para la Victoria en la provincia.

El panorama está claro y las cuestiones ideológicas o partidarias parecen al margen de un posible acuerdo, con la salvedad de que tanto Amaya como Cano deberán dar explicaciones a sus referentes nacionales respecto de los motivos por los cuales llevaron a un peronista kirchnerista a armar una alianza con un radical que tiene por detrás un espacio integrado por la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, Libres del Sur, la Democracia Cristiana y la Coalición Cívica, con el PRO en vías de sumarse. Menuda tarea, pero llegado el momento las explicaciones se darán y las cuestiones de competencia nacional quedarán para ser dirimidas en las PASO del 9 de agosto y las elecciones generales de octubre.

Ahora, el problema que desvela a Cano y Amaya es el orden de la fórmula con la mirada puesta en el siempre ponderado pragmatismo de los peronistas. Amaya como candidato a vicegobernador, ¿fideliza o  no el voto peronista? El temor de ambos es que al momento de la verdad, los referentes amayistas apelen al corte de boleta, aseguren sus candidaturas y ordenen votar a favor de Manzur-Jaldo. Después de todo, una vez instalados en la legislatura o los concejos deliberantes, siempre es más tentador negociar con un "compañero" que con un radical como Cano, que nunca dejará de ser radical a diferencia de Alperovich, quien supo dejar el centenario partido de la mano de Julio Miranda para llegar a la Casa de Gobierno..

Por supuesto que Manzur, Jaldo y Alperovich manejan el ajedrez político a la perfección y al margen de las cuestiones de conveniencia a futuro tienen un poderoso argumento para el presente, una billetera abultada que suele ser generosa en tiempo de elecciones. Cano, no garantiza que los dirigentes peronistas pueden mantener sus estructuras una vez que pasen los comicios a pesar de que Amaya estaría al frente de la Legislatura. Es conocido la independencia de los poderes es, lamentablemente, una ficción. El presupuesto se maneja desde la Casa de Gobierno y desde allí pueden abrir y cerrar grifos más allá de lo que diga la Constitución.

Inclusive el escenario puede repetirse en San Miguel de Tucumán, ¿por qué Germán Alfaro querría ser intendente con Cano sentado en el sillón de Lucas Córdoba? Después de todo, más allá de los habituales chisporroteos verbales, típicos de las campañas, los peronistas suelen arreglar sus diferencias una vez que las urnas dieron su veredicto.

Entonces, el dilema de Cano y Amaya pasa por garantizar  la lealtad peronista, un valor que para muchos no existe, después de todo sacrificarse en el altar de la lealtad no es precisamente una prioridad para la gran mayoría de los políticos. Dentro de esta lógica, solo la fórmula Amaya-Cano podría encolumnar al peronismo opositor detrás de una fórmula que pretenda terminar con los doce años de alperovichismo y en eso están Amaya y Cano, buscando la alquimia que permita alumbrar un acuerdo. Por Oscar Gijena, secretario general de la Asociación de Prensa de Tucumán y secretario general CTA Tucumán. 

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