El desalojo, que había sido ordenado por la Justicia, se concretó por la fuerza, este miércoles 30, solamente allí, en la emblemática ciudad petrolera, la que administra el dirigente del sindicato petrolero Marcelo Rucci. Es sugerente desde los dos puntos de vista: tanto desde los piqueteros, inflados posiblemente más desde la política que desde lo estrictamente sindical, como desde el otro lado, con un intendente que se preocupó en destacar precisamente esa presunta calidad de los protestantes.

Apenas concretado el desalojo, se levantó una fuerte denuncia por la represión. Comenzaron a circular fotos de cuerpos heridos, y manifiestos denunciando la violencia policial.

Así, la movida de la UOCRA, interminable, es posible que comience a transitar sus últimos días de conflicto. Ha quedado involucrada en demasía en la relación con la coyuntura electoral, y al mismo tiempo, ha recibido la señal que tal vez hacía falta desde el gobierno de Omar Gutiérrez: que la policía actuará, bajo el amparo de la orden judicial previa, toda vez que sea necesario en estos bloqueos de ruta.