Crisis mundial: Los salarios pierden contra la inflación

Crisis mundial: Los salarios pierden contra la inflación

La grave crisis inflacionaria, combinada con una desaceleración mundial del crecimiento económico, está causando por primera vez en este siglo una caída de los salarios mensuales reales en numerosos países.

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CRISTIAN CARRILLO

La crisis inflacionaria, impulsada por la guerra en Ucrania y sus efectos en los precios de la energía, está reduciendo el poder adquisitivo de la clase media y afecta de manera especialmente dura a los hogares de bajos ingresos. De acuerdo con el Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los ingresos mensuales disminuyeron en términos reales de 0,9 por ciento en la primera mitad de 2022, lo que significa que es la primera vez en este siglo que el crecimiento del salario real global fue negativo. Entre los países avanzados del G20, en la primera mitad del 2020, se estima que los salarios reales disminuyeron de 2,2 por ciento, mientras que en los países emergentes del G20 aumentaron de 0,8 por ciento, 2,6 por ciento menos que en 2019, el año anterior a la pandemia de COVID-19.

La caída de los salarios reales del primer semestre se suma a una situación ya delicada, provocada por las pérdidas de ingresos sufridas por los trabajadores y sus familias durante la crisis de la COVID-19. “Utilizando datos trimestrales, el informe encuentra que el factor clave detrás de la disminución de la masa salarial total, particularmente durante 2020 y el primer trimestre de 2021, fue la pérdida de empleo”, señaló el informe del organismo. Los trabajadores de bajos salarios, de la economía informal y las mujeres asalariadas fueron los grupos que más sufrieron.

 

El impacto desigual se explica porque, durante “los meses más duros de la pandemia”, la masa salarial total disminuyó más en el extremo inferior de la distribución de ingresos. Los hogares que se vieron obligados a endeudarse para llegar a fin de mes durante la crisis de COVID-19 ahora enfrentan la doble carga de pagar sus deudas a tasas de interés más altas mientras obtienen ingresos más bajos. “En general, la evidencia empírica del informe apunta a la probabilidad de una mayor desigualdad de ingresos tanto entre los países como dentro de ellos”, señaló la OIT.

En comparación con la composición de género, los cambios en las proporciones relativas de empleados asalariados por sector económico y categoría ocupacional parecen ser un poco más relevantes como impulsores de los cambios en la igualdad salarial. Por ejemplo, “en Argentina, el cambio en la proporción relativa de empleados asalariados por sector económico aumentó la desigualdad salarial en un 2,4 por ciento, con el aumento general de la desigualdad salarial durante el período pertinente estimado en 6,6 por ciento”, detalló el informe.

 

 

"Las múltiples crisis mundiales a las que nos enfrentamos han provocado un descenso de los salarios reales. Esto ha colocado a decenas de millones de trabajadores en una situación desesperada, ya que se enfrentan a una incertidumbre cada vez mayor", señaló el director general de la OIT, Gilbert Houngbo. "La desigualdad de ingresos y la pobreza aumentarán si no se mantiene el poder adquisitivo de los peor pagados. Además, podría ponerse en peligro la tan necesaria recuperación tras la pandemia. Esto podría alimentar un mayor malestar social en todo el mundo y socavar el objetivo de lograr la prosperidad y la paz para todos", aseguró el directivo.

Las regiones más afectadas

El informe muestra que el aumento de la inflación y del costo de la vida afecta en mayor medida a las personas de ingresos más bajos. Esto se debe a que ellos invierten gran parte de su renta disponible en bienes y servicios esenciales, los cuales por lo general experimentan un aumento de precios mayor que los productos no esenciales. “Las estimaciones muestran que, a pesar de los ajustes nominales introducidos, la aceleración de la inflación de los precios está rápidamente erosionando el valor real de los salarios mínimos en numerosos países, de los cuales se dispone de datos”, detalló la OIT, que recomendó un “ajuste adecuado de las tasas de salarios mínimos”, dado que 90 por ciento de los Estados miembros de la OIT disponen de sistemas de salario mínimo. “Un diálogo social tripartito y una negociación colectiva consolidadas también pueden contribuir a lograr ajustes adecuados de los salarios durante una crisis”, agregó.

El informe muestra que en el primer semestre de 2022 la inflación incrementó proporcionalmente con más rapidez en los países de altos ingresos que en los países de ingresos bajos y medios. En América del Norte (Canadá y Estados Unidos), el crecimiento medio del salario real llegó a cero en 2021 y bajó a menos 3,2 por ciento en el primer semestre de 2022. En América Latina y el Caribe, el crecimiento del salario real descendió a menos 1,4 por ciento en 2021 y menos 1,7 por ciento en el primer semestre de 2022. En la Unión Europea, donde los programas de preservación del empleo y las subvenciones salariales protegieron en gran medida el empleo durante la pandemia, el crecimiento del salario real aumentó de 1,3 por ciento en 2021 y descendió a menos 2,4 por ciento en el primer semestre de 2022.

 

 

En Europa Oriental, el crecimiento del salario real se ralentizó situándose en 4 por ciento en 2020, en 3,3 por ciento en 2021, y menos 3,3 por ciento en el primer semestre de 2022. En Asia y el Pacífico, el crecimiento del salario real aumentó hasta 3,5 por ciento en 2021 y ralentizó hasta situarse en 1,3 por ciento en el primer semestre de 2022. Si se excluye China de estos cálculos – considerando el importante peso de este país en la región – el crecimiento del salario real fue muy inferior, 0,3 por ciento en 2021 y 0,7 por ciento en el primer semestre de 2022.

En Asia Central y Occidental, el crecimiento del salario real registró un fuerte crecimiento de 12,4 por ciento en 2021, pero desaceleró hasta llegar a 2,5 por ciento en el primer semestre de 2022. En África, los datos sugieren una caída del crecimiento del salario real de menos 1,4 por ciento en 2021 y un descenso hasta menos 0,5 por ciento en el primer semestre de 2022. En los Estados árabes, las tendencias en materia de salarios son provisionales, pero las estimaciones señalan un bajo crecimiento de los salarios reales de 0,5 por ciento en 2021 y de 1,2 por ciento en 2022.

 

 

Menos salario y más productividad

El crecimiento de la productividad es un factor clave para lograr el crecimiento de los salarios reales. Como se señaló en ediciones anteriores del Global Wage Report, el crecimiento del salario promedio se ha quedado atrás del crecimiento de la productividad laboral promedio desde principios de la década de 1980 en varias economías desarrolladas grandes. Este informe muestra que en 52 países de altos ingresos, el crecimiento del salario real fue inferior al crecimiento de la productividad desde 2000.

“Mientras que la fuerte caída en el crecimiento de la productividad laboral durante 2020 redujo momentáneamente la brecha, la erosión de los salarios reales en el primer semestre de 2022, combinado con un crecimiento positivo de la productividad, aumentó una vez más la brecha entre la productividad y el crecimiento de los salarios”, señaló el informe de la OIT.

De hecho, en 2022 la brecha entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de los salarios alcanzó su punto más amplio desde principios del siglo XXI, con un aumento de la productividad de 12,6 puntos porcentuales por encima del crecimiento de los salarios. Como resultado de este “efecto de composición” en algunos países, los salarios reales promedio en las economías avanzadas del G20 aumentaron un 1,7 por ciento en 2020, el crecimiento salarial más alto registrado en muchos años, pero luego aumentaron a una tasa mucho menor del 0,4 por ciento en 2021.

En las economías emergentes del G20, donde el impacto adverso de la crisis de la COVID-19 se reflejó con mayor fuerza en los salarios y las horas trabajadas que en el número de trabajadores empleados, el crecimiento del salario real promedio se desaceleró del 3,4 por ciento en 2019 al 2,4 por ciento en 2020 antes de recuperarse a 4,5 por ciento en 2021.

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