Cristina Fernández de Kirchner selló su vínculo con la militancia y dejó abierto el capítulo electoral

Cristina Fernández de Kirchner selló su vínculo con la militancia y dejó abierto el capítulo electoral

Massa, Kicillof y De Pedro, presidenciables en zona VIP. Las lecturas sobre las posibles candidaturas. Los gobernadores, ausentes. El chiste del ministro de Economía a Grabois y el viaje a China con Olmos y Máximo Kirchner.

Por Gabriela Pepe

El sonido subió “como un rugido” desde la Plaza de Mayo hasta las gradas ocupadas por invitados especiales. “Presidenta, Cristina presidenta”, volvió a rogar la multitud bajo una lluvia incesante. Arriba del escenario, Cristina Fernández de Kirchner escenificaba una nueva despedida, ocho años después de aquel 9 de diciembre de 2015 cuando dejó la Casa Rosada, con una foto familiar, la bendición a una nueva generación de dirigentes, y un mensaje para la militancia peronista, de cara a las elecciones: “Es tarea militante. Hay que romperse lo que hay que romperse”.

En el homenaje a Néstor Kirchner a dos décadas de su asunción, no hubo definiciones sobre eventuales candidaturas. Cristina estiró los tiempos. Ubicó en el escenario, cerca suyo, a los tres dirigentes que el tándem que forman el kirchnerismo y el massismo señalan como presidenciables, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, el ministro de Economía, Sergio Massa, y su par de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. La vicepresidenta no los mencionó, ninguno recibió siquiera un guiño de su parte. Tampoco lo esperaban.

“No era un día para definiciones electorales. Era para que ella recordara a Néstor y marcara el rumbo”, apuntó un protagonista de la “mesa de Ensenada” que trabajó hasta último momento en el operativo clamor para que la vicepresidenta aceptara ser candidata. Lo que dejó este 25 de Mayo fueron señales conceptuales.

 

 

Cristina diseñó la escena y proyectó el mensaje que buscaba dar. Mostró al peronismo unido, cerró filas internas y hasta ensayó una defensa - en las diferencias- del gobierno del Frente de Todos (FdT). Habló del programa de gobierno, marcó el camino hacia la elección y mantuvo el suspenso sobre las candidaturas. Pero, sobre todo, mostró una alianza inquebrantable y directa con la militancia peronista. “Yo soy del pueblo”, remarcó, para delirio de la multitud que se acercó a escucharla a la Plaza de Mayo.

“El peronismo está unido, tiene conducción y la militancia se fue contenta a la espera de una definición electoral”, sintetizó, una vez terminado el acto, uno de los más fervientes impulsores del clamor por la candidatura de Cristina, Andrés “Cuervo” Larroque. Un intendente del conurbano que vio el acto desde las gradas remarcó la disposición de la militancia para escuchar el discurso eminentemente económico de la vicepresidenta. “La gente estaba callada bajo la lluvia escuchando hablar sobre economía, sobre el Boden 12. Nadie más logra eso. La relación de Cristina con la gente es impresionante”, dijo.

La vicepresidenta puso ese vínculo por encima de la rosca electoral. A parte de la dirigencia le sonó a despedida. “Ella nunca va a dejar de tener centralidad política, hoy quedó muy claro. Pero también nos dijo ´ahora háganse cargo ustedes, vayan y laburen´”, analizó, ante Letra P, un dirigente social que estuvo sobre el escenario.

Quién será el elegido para competir en la elección fue la pregunta que quedó flotando en el aire. Fuera de micrófonos, el kirchnerismo se dividió entre Kicillof y De Pedro. “Axel es el que capitaliza todo el voto de Cristina y además le puede disputar el voto joven a (Javier) Milei”, dijo un dirigente de La Cámpora. “Es difícil pedirle que sea candidato a presidente a alguien que no lo siente. Axel se quiere quedar en la provincia. Wado quiere ser candidato y tiene el apoyo de gran parte del sistema peronista”, apuntó otro referente.

Un dirigente con décadas de recorrido en el peronismo resumió su lectura: “Cristina está esperando que vayan y le lleven los candidatos, las fórmulas y el programa para decidir”. Massa quedó más relegado en la apuesta de nombres. “Está complicado para Sergio con esta inflación, pero está haciendo un gran trabajo. Y acá quedó claro que estamos juntos, esto está ordenado”, agregó un hombre de diálogo diario con la vicepresidenta.

El ordenamiento se tradujo en diferentes gestos. Massa no solo ocupó un lugar privilegiado en el escenario. Fue uno de los pocos que tuvo acceso a la carpa exclusiva que la organización montó para Cristina. Allí ingresaron Máximo Kirchner y su familia – sus hijos estuvieron por primera vez sobre el escenario-; la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner; Kicillof; Larroque; el senador Oscar Parrilli, el procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Zannini; De Pedro y el ministro de Economía. El resto de la dirigencia se ubicó en una carpa contigua.

La sociedad se verá refrendada el domingo, cuando Massa se suba a un avión junto a Máximo Kirchner para viajar a China, donde el ministro tiene agendadas reuniones bilaterales que tienen como objetivo la búsqueda de divisas. Será el primer viaje de Kirchner al exterior en décadas y el único en representación del país. Junto a ellos viajará el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, amigo del presidente Alberto Fernández. “Capaz en el avión hay fumata blanca y vuelven con el candidato definido”, arriesgó un dirigente del conurbano.

Olmos fue uno de los integrantes del gabinete nacional que tuvo lugar junto a Cristina en el escenario. También estuvieron la portavoz Gabriela Cerruti, la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, los ministros Jorge Taiana (Defensa), Daniel Filmus (Ciencia), Tristán Bauer (Cultura), Gabriel Katopodis (Obras Públicas). Fue una muestra de unidad de cara al comienzo de la discusión electoral.

“Una sola persona no puede. Tiene que haber una organización. Tiene que haber cuadros que tomen la posta y lleven adelante el programa de gobierno que necesita la Argentina”, dijo la vicepresidenta. Y marcó cuatro ejes principales de su propuesta, relacionados con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la articulación público-privada, la renovación del pacto democrático y la necesidad de reformar el Poder Judicial.

Massa escuchó con cierta incomodidad el pasaje dedicado al Fondo, cuya relación lleva directamente. “Si nosotros, los argentinos y argentinas no logramos que ese programa que el Fondo impone a todos sus deudores, sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, de industrialización, de innovación tecnológica, va a ser imposible pagarlo por más que digan lo que digan”, dijo Cristina. La militancia y la mayoría de la dirigencia aplaudieron a rabiar. El ministro, más efusivo en el apoyo a otros momentos del discurso, hizo tiempo en el juego con las manos.

“Toda la definición sobre la discusión con el FMI y la reivindicación de su segundo gobierno fue un guiño para Axel”, arriesgó un dirigente bonaerense, que piensa que habrá un enroque entre Kicillof y De Pedro y que el ministro del Interior será candidato en la provincia de Buenos Aires. Otro punto que resaltó la dirigencia fue la decisión de Cristina de defender al Gobierno frente a la oposición.

“Todos saben las diferencias que he tenido y que tengo y que no es necesario explicitarlas porque lo he dicho. Aún a pesar de los errores, equivocaciones o diferencias este gobierno es infinitamente mejor de lo que hubiera sido otro de Mauricio Macri. No tengo dudas”, dijo Cristina.

Fernández, armador de su candidatura y luego jefe de Gabinete de Kirchner, fue el gran ausente del acto en homenaje al expresidente. El primer mandatario voló a Chapadmalal luego de participar, por la mañana, del tedeum en la catedral metropolitana. En el escenario hubo varios representantes del gabinete original de Kirchner, como la exministra de Defensa, Nilda Garré. Entre la dirigencia también llamaron la atención otras ausencias. Las únicas autoridades provinciales presentes fueron Alicia Kirchner, Kicillof y el riojano Ricardo Quintela. El resto de los mandatarios pegó el faltazo. “Como no hay definiciones no saben para dónde correr”, explicó un dirigente que trabajó en la convocatoria. Cristina no las dio.

En las gradas convivieron varias tribus. Sindicalistas, referentes de movimientos sociales, legisladores nacionales y provinciales e intendentes. Miembros del gabinete nacional y dirigentes enfrentados, como el dirigente Juan Grabois, que se ubicó cerca de Massa, de quien es crítico acérrimo. El ministro de Economía aflojó el momento con un chiste. "Fijate que no me haga cuernitos atrás", le dijo, en broma, a un dirigente que estaba al lado de Grabois.

El final de su discurso fue un pedido cara a cara de Cristina a la militancia para que se una a la prédica sobre la situación “que vive la Argentina en materia de endeudamiento, de falta de dólares y de corridas cambiarias”. “Esto es tarea militante. Hay que romperse lo que hay que romperse y lo tienen que hacer todos y todas”, pidió la vicepresidenta.

Para el cierre, cuando la Plaza esperaba una definición electoral, Cristina optó por un mensaje personal. Agradeció especialmente la declaración televisiva de “una compañera de González Catán” que la miró “con sensibilidad de mujer” y dijo que fue “el amor” lo que la sostuvo en pie este tiempo. Lo dijo rodeada por su familia, delante de una multitud, en un espacio abierto, casi nueve meses después del intento de homicidio que sufrió en la puerta de su casa. Allí, Cristina selló la alianza con la militancia y dejó abierto el capítulo electoral.

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