Cristina Kirchner y su ataque a la Corte: ahora ya sabemos quién es el culpable que faltaba

Cristina Kirchner y su ataque a la Corte: ahora ya sabemos quién es el culpable que faltaba

Furiosa ante su destino judicial, la vice omitió datos y atacó con pólvora mojada. En tribunales la ven “débil e impotente”.

Por 

Claudio Savoia

 

En su análisis de este domingo, y luego de dialogar con varias fuentes muy cercanas a Cristina Kirchner, el periodista Santiago Fioriti reproducía en Clarín el pensamiento dominante en esos campamentos: "¿ahora a quién le echamos la culpa?" Pues bien, la respuesta tardó menos de 24 horas en llegar.

 

El ya habitual video con la última proclama de la vicepresidenta condensa -con una edición textual floja para la importancia que ella le atribuye al frente judicial- todos los tópicos y fobias de su pensamiento respecto del funcionamiento de la Justicia. La justicia federal porteña, por supuesto: la única que la desvela debido a sus intereses personales.

Como ocurrió con otras intervenciones públicas de la vice, su exposición deja en claro una intención general -atacar a los integrantes de la Corte y a los jueces federales que la mortifican- pero se debilita con el transcurso de las argumentaciones, plagadas de datos parciales o incorrectos, tergiversados o directamente falsos. Veamos sólo algunos:

El fin de la "Corte menemista"

 

La decapitación de la "Corte menemista", ejecutada en 2003 y recordada con añoranza por Cristina, fue el último de los electroshocks institucionales que la Argentina se dio a sí misma desde diciembre del 2001, cuando la Constitución comenzó a ser vapuleada hasta el extremo.

Integrada por varios ministros de innegable cercanía con Carlos Menem y muy cuestionados por sus fallos en los 90, sin embargo todos habían sido designados de acuerdo a la ley. Y ante el riesgo de que voltearan ese acuerdo político para dejar atrás el corralito llamado "pesificación asimétrica", fue Eduardo Duhalde quien embistió contra ellos, con un pedido de juicio político masivo que en un primer momento sólo causó la indignada renuncia de Gustavo Bossert, un juez probo.

Como en el campo económico, Néstor Kirchner terminó con la Corte la tarea que había iniciado su antecesor. Y lo hizo con los votos en el Congreso del peronismo -manejado aún por Duhalde- y la oposición, cansada del chantaje del máximo tribunal. Es decir que el recambio fue fruto de un amplísimo acuerdo político.

Sí es mérito de Kirchner la iniciativa para mejorar la participación ciudadana en el proceso de selección de los candidatos a la Corte, y la incorporación al tribunal de jueces prestigiosos. ¿Quién fue uno de los ministros de Justicia que condujo ese proceso? Horacio Rosatti. El jurista santafesino y tan peronista como el choripan, que hoy preside la Corte y es blanco de las diatribas de Cristina. Detalles.

En aquellos años luminosos -según la intermitente memoria de la vice- a Rosatti ya lo acompañaba su colaborador Silvio Robles, otro réprobo en el video de este lunes y que también colaboró con más ex funcionarios del gobierno de El.

Es cierto lo que dice Cristina respecto del fallido intento de Mauricio Macri para incorporar a la Corte tanto a Rosatti como a Carlos Rosenkrantz a través de un decreto, previsto en la Constitución sólo para casos de extrema necesidad. Pero ella omite que eso no ocurrió y ambos jueces llegaron al cuarto piso de Tribunales con el acuerdo del Senado. Si eso tuviera algún valor, Macri tampoco conocía personalmente a ninguno de los dos.

 

Cruje el dispositivo judicial de impunidad

 

El paso de la supuesta ejemplaridad a la "decadencia" de máximo tribunal, que describe Cristina Kirchner, no fue otro que el muy tibio abandono de la protección y la garantía total de impunidad a los funcionarios corruptos por un amanecer de expedientes que comenzaron a despertar, gran parte de los cuales habían sido iniciados durante la presidencia de la viuda de Néstor Kirchner: obra pública, Hotesur, Los Sauces y la Ruta del Dinero K, por ejemplo.

Y aquí es donde hay que invertir el razonamiento de Cristina: ese tímido despabilamiento de jueces y fiscales que comenzaron a mirar las pruebas que se iban acumulando en miles de fojas respondió a un intenso reclamo social que ya había comenzado a dejar a la Justicia en la zaga de la consideración institucional, apenas superada en rechazo por los sindicatos. La elección de Mauricio Macri fue otra de las consecuencias de esa ola, y no al revés. Nadie más rápido que un juez federal para interpretar la dirección del viento.

La prueba indiscutible de esta secuencia -y de la furiosa desorientación de la vicepresidenta- es que el regreso de Cristina al poder no modificó en gran medida aquel escenario: ¿qué tipo de lawfare puede haber cuando desde la cima del gobierno no se logra doblegar a los magistrados y revertir el sentido de las causas judiciales? A diferencia de lo que preveía cuando eligió a un viejo -e incapaz- operador judicial como candidato a presidente, ni Alberto Fernández ni ella misma pudieron empujar hacia atrás el gigantesco peso de las pruebas.

Excepto contados jueces famosos por su adicción al kirchnerismo -cuyas resoluciones fatalmente son revisadas por otros que no necesariamente comparten esa fe ciega- no hay nombres que se animen a firmar lo que Cristina demanda. No importa cómo se llamen ni quién los haya nombrado. De hecho, su puño fue el instrumento con el que se designó la mayor cantidad de magistrados en función.

En casi tres años de gobierno, uno tras otro, todos los proyectos para asustar y disciplinar a la justicia federal fallaron: la Comisión Beraldi, la reforma judicial, la ley para que el oficialismo elija al procurador general sólo con sus votos, ahora el lisérgico plan de crear una Corte con 25 personas. Entonces sólo queda el relato. Ahora con la forma de video. A la derrota política se la puede barnizar aun con el brillo de un truco que también luce gastado: la culpa de los problemas de todos los argentinos -el bosque que esconde al único árbol obsesionado con el asunto- son los jueces.

En la Corte este lunes se coordinó el silencio como única respuesta. Ninguno de los ministros ni sus colaboradores dijo una palabra sobre el ataque de Cristina. Pero en el mismo piso, un poco más lejos de los despachos cortesanos, se intercambiaban impresiones: "el video revela lo débil e impotente que es Cristina ahora. Admite que Néstor, con mucho menos votos, pudo tirar por la ventana a toda la Corte. Ella se enoja con eso, y se desahoga. Pero no hay ninguna crítica jurídica fundada contra los rechazos a los recursos de la causa Vialidad." Pocas nueces luego de tanto ruido.

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