Cuáles son los 8 puntos del plan del Gobierno para reactivar la economía

Cuáles son los 8 puntos del plan del Gobierno para reactivar la economía

En el Ministerio de Economía consideran que deben crear empleo sustentable, dejar de financiar el déficit con emisión, apoyar la exportación y atender sectores dañados por la pandemia.

Alberto Fernández siempre pensó que debía renegociar la pesada deuda que había heredado de Mauricio Macri como paso previo a reorganizar la economía para levantarla tras seis años de estancamiento y tres de caída, incluido el actual, según las previsiones prepandamia. No podía imaginar que el coronavirus hundiría la actividad en todo el mundo y que la necesaria renegociación de los bonos de legislación extranjera se constituyera en un paso esencial pero solo uno en un sendero cada vez más arduo para el despegue de un país hundido y esquivo al desarrollo socioeconómico. 

Ahora que se arregló con los fondos de inversión internacionales es tiempo de iniciar el impostergable camino de reactivar la economía. En parte depende de que pase el pico del Covid-19, pero también de las acciones que deben adoptarse. Allí comienza el debate, porque hasta ahora había consenso sobre la necesidad de evitar un default, más allá de que se critique la extensión de la negociación. Y a esa discusión se agregan dificultades económicas y tensiones políticas y sociales.

¿Hay que ajustar un déficit fiscal que supera el 10% del PBI por los gastos extra de la pandemia o sostenerlo para recuperar la economía? ¿Se recuperará el crecimiento con exportaciones, con el mercado interno o con los dos? ¿Con o sin intervenciones estatales? Grietas que se abren.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, tiene sus ideas, pero, como demostró en la negociación de la deuda, puede flexibilizarlas. Así como se mostró más duro que Fernández, Cristina Kirchner y Roberto Lavagna para discutir la deuda porque consideraba que había que tornarla sustentable, ahora quizás exprese una alternativa sintética de la grieta que tal vez sea tibia para el ultrakirchnerismo, cierto sindicalismo y organizaciones sociales que integran el Frente de Todos.

Guzmán se ha planteado el objetivo de crear empleo de manera sostenible. ¿Qué significa eso? “Que crezcan las exportaciones porque cuando crecen, el país puede sostener el nivel de crecimiento porque el aumento de la demanda interna te exige dólares. No hay dicotomía exportaciones/mercado interno, las dos deben ir de la mano, evitando grandes desbalances macroeconómicos”, exponen cerca del titular del Palacio de Hacienda, que no es solo un académico experto en deuda sino también en macroeconomía. Lejos está de retirarse del cargo ahora que terminó la faena con BlackRock y los demás fondos.

Guzmán considera que deben tomarse decisiones que ofrezcan tranquilidad a las inversiones. Esto se contrapone con la finalmente frustrada estatización de Vicentin o los reclamos de intendentes por la nacionalización de Edesur como mecanismos para resolver los problemas acuciantes de ambas empresas. Pero además de lo que no hay que hacer, el ministro planea lo que sí hay que ejecutar. En primer lugar, es consciente de que debe buscar un financiamiento más sostenible del déficit, que hasta ahora se cubre sobre todo con emisión monetaria aunque también con endeudamiento local. Este asunto resulta clave para la futura inflación, aunque Guzmán considera que los precios dependen de equilibrios macroeconómicos que incluyen pero no se concentran solo en lo monetario. En eso disiente con un Axel Kicillof, en su momento despreocupado por la emisión o una inflación del 25% anual, o un Federico Sturzenegger, obsesionado con dejar la maquinita y en bajar el índice de precios al consumidor (IPC) a un dígito en dos años pero que lo terminó catapultando al 50%. El economista Enrique Dentice, de la Universidad de San Martín, se pregunta cómo el Banco Central podrá absorber tanta moneda emitida en la actualidad. Su colega Martín Rapetti, del Centro de Estudios Estado y Sociedad (Cedes), sostiene que el proceso de desinflación debe durar tantos años como en otros países (Italia, 7 y Chile, 14), mientras que Juan Miguel Massot, de la Universidad del Salvador, advierte que la Argentina es diferente y necesita bajarla en tres.

En segundo término, Guzmán buscará alentar las exportaciones y por eso las reuniones del Presidente y la vicepresidenta con el Consejo Agroindustrial Argentino y el respaldo de ellos a las medidas propuestas por ese conglomerado de cámaras ruralistas y de la industria alimentaria resultan una señal importante de que el Gobierno tendrá en cuenta a este sector clave del comercio exterior que lleva 12 años enfrentado al kirchnerismo. En tercer lugar, el ministro considera que debe asistir a los sectores dañados por la pandemia, facilitando que las empresas recuperen su actividad, con esquemas de apoyo a la producción, la demanda y los ingresos de las personas, pero al mismo tiempo sabe que debe ir ordenando las cuentas públicas. “Nadie quedará muy conforme, pero nadie debe quedar afuera. Es difícil pensar que alguien saque todo lo que quiere sin considerar a los otros, nadie puede ganar por goleada dejando a otros de lado”, plantean en el Ministerio de Economía, donde dudan de si para ello se requerirá del mentado Consejo Económico y Social.  

Pero más allá de lo que piensa un Guzmán que está lejos de ocupar el cargo de superministro de Economía, como lo fueron Domingo Cavallo o Lavagna, en el Gobierno planean ocho capítulos para el libro de la reactivación. El primero consiste en financiamiento al sector privado. Por un lado, a las empresas, echando mano del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses, la plata de los futuros jubilados, y reforzando mecanismo para bajar la tasa de interés, subsidiándola y reduciendo los encajes de los bancos que presten a la producción. Por otra parte, préstamos al consumo, con énfasis en el Ahora 12, 18 e incluso más cuotas sin interés. El Ejecutivo juzga clave esta herramienta porque piensa que el salario no se puede recuperar de un día para el otro tras cinco años de derrumbe, entre los de Macri y el del Covid-19. Y sin recuperación del sueldo, la reactivación será modesta. Por eso, se prevé que, de acuerdo con cómo vayan las encuestas de las elecciones legislativas, a mediados de 2021 se incentive más el consumo.

El segundo capítulo de la recuperación, según Fernández, es precisamente el aliento a la exportación mediante la suba de ciertos reintegros y la baja de determinadas retenciones a economías regionales. El tercero: reactivar las obras públicas, entre las municipales y las que Macri dejó paradas. El cuarto: mantener una fuerte ayuda social con el robusto trabajo territorial que viene desplegando. El quinto: acotar la brecha cambiaria, pues no basta con el acuerdo por la deuda para reducirla sino que las autoridades deben seguir subiendo el tipo de cambio oficial, frenar la maquinita de imprimir billetes y elevar las tasas. 

El sexto ítem quizá sea el más arduo: la negociación de la deuda con el otro gran acreedor externo, el FMI. A diferencia de los bonistas, con los que solo se discute de postergar y reducir pagos, el Fondo Monetario Internacional, como prestamista de última instancia, no admite quitas y condicionará la postergación de los fuertes vencimientos de 2022 y 2023 a un plan económico del que Fernández y Guzmán por ahora reniegan. Y el FMI no cambia mucho sus recetas. Quizá obvie la flexibilización laboral, que se ha producido de hecho por la caída salarial y las condiciones de trabajo en la pandemia, pero sí pedirá metas de reducción del déficit, por eso reclamará descongelar las tarifas –las autoridades quieren mantenerlas para las clases baja y media en un 2021 electoral–, la reforma jubilatoria –que el propio Fernández arrancó al iniciar su gobierno– y la tributaria –que para el Fondo puede significar bajas de la presión fiscal, pero con la que el Frente de Todos buscará gravar más a los que más ganan o tienen. Los sectores más conservadores del Gobierno advierten que debe acordarse lo antes posible con el FMI para reprogramar los actuales vencimientos de intereses, pero los más radicalizados sostienen que pueden esperar hasta fines de 2021, tras los comicios. En lo que coinciden ambos es en que, a diferencia de Macri, Fernández propondrá al Fondo un programa propio y que llevará tiempo de discusión. 

Rapetti advierte que no es el gobierno sino la sociedad argentina la que se resiste a reformas que él considera necesarias para adaptarse a un mundo que podrá tornarse más proteccionista pero no como en los años 30. También considera que el FMI será más comprensible con el cepo, pero su compañero del Cedes Ramiro Albrieu opina lo contrario: que supondrá el primer tema de discusión.

El capítulo siete del plan del Gobierno es el demorado proyecto de ley de impuesto por única vez a los 13.000 argentinos más ricos para atender los gastos de la pandemia. Por último, se espera que la economía se recupere cuando pase el pico de la pandemia. ¿Cuándo? A partir de septiembre u octubre.

El Frente Patria Grande, que integra Juan Grabois y forma parte de la coalición gubernamental, tiene un diputado economista, Itai Hagman, que expresa sus demandas: “Con el frente externo más ordenado, que trae más estabilidad financiera y cambiaria, la clave para reactivar es el mercado interno, con crédito al sector productivo, obras públicas, urbanización de barrios, impulso a la construcción y a la economía popular. Solo con el sector privado no alcanza. Hay una tensión con los que proponen una salida exportadora que deje de lado el mercado interno y la recomposición de ingresos, pero hay que compatibilizarlos porque sin ellos será inviable el gran acuerdo económico y social al que convocó el Gobierno. En el corto plazo, con la economía por el piso y la reducción de pagos de la deuda, no estás urgido por las divisas de la exportación. Después las vas a necesitar, y por eso hay que mejorar el perfil exportador a largo plazo, por ejemplo, asociándonos con China para venderle carne porcina. El acuerdo social incluiría desde movimientos sociales hasta grandes grupos económicos, no es fácil, pero si se logra, podemos imaginar unos cuantos años de estabilidad”. 

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