Duras críticas de bonistas que entraron al canje: alertan por la profundización de la crisis y reclaman que el FMI intervenga

Duras críticas de bonistas que entraron al canje: alertan por la profundización de la crisis y reclaman que el FMI intervenga

Denuncian que la Argentina se encamina a incumplir los pagos de la deuda reestructurada y critican el rumbo económico.

Un grupo de bonistas que aceptaron entrar al canje de deuda cerrado a fines de agosto expresó esta tarde muy duras críticas al gobierno de Alberto Fernández y a las decisiones económicas que adoptó tras el cierre de esa operación, en la que logró una adhesión del 99% de los acreedores.

 

El grupo Ad Hoc, que tenía en cartera bonos Par y Discount de los canjes 2005 y 2010, estaba integrado entre otros por los fondos Monarch y VR Capital, y en el comunicado descargan duras críticas, y dan a entender que el Gobierno está demostrando que no tiene ningún interés en honrar ni siquiera la deuda surgida de la reestructuración de pasivos, que le permitió a la Argentina reducir pagos por más de 37.000 millones de dólares durante los próximos años.

Los bonistas, que entregaron bonos que devengaban cupones de hasta el 8,25% de interés anual para recibir a cambio bonos que devengan del 2 al 4% de interés, además de aceptar plazos de gracia de tres años, expresaron sus duras quejas, entre ellas, que el Gobierno de Alberto Fernández ya no puede esgrimir la excusa de que heredó una pesada herencia. Y reclaman que la Argentina y el FMI hagan su parte, para enderezar esta situación.

Los puntos más salientes del comunicado, son estos:

- Los acreedores se unieron para proporcionar $ 37 mil millones en alivio de flujo de efectivo y aceptaron una gran pérdida de valor para allanar el camino del país hacia la recuperación de una profunda recesión y la pandemia de Covid-19.

- Argentina insistió en negociar la reestructuración de su deuda comercial antes de elaborar un plan económico detallado y negociar un nuevo programa del FMI. Los tenedores de bonos preguntaron muchas veces durante las discusiones de reestructuración sobre la especificidad de un programa económico y expresaron su preocupación por lo que sucedería el día después del cierre de la bolsa. En respuesta, el ministro Guzmán se negó asiduamente a proporcionar parámetros específicos de una agenda económica a los acreedores, insistiendo simplemente en que la sostenibilidad fiscal y la reconstrucción de las reservas internacionales eran sus objetivos firmes.

Las autoridades económicas de Argentina no solo no han logrado restablecer la confianza, sino que las medidas políticas adoptadas inmediatamente después de la reestructuración de la deuda han empeorado drásticamente la crisis económica del país.

El Banco Central ha reforzado una política cambiaria que promueve las importaciones, desalienta las exportaciones y ha agotado las reservas a un nivel peligroso. La brecha resultante de más del 100% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo garantiza virtualmente que las reservas no se puedan reconstruir, un caso clásico de dinero poco sólido que expulsa dinero sólido.

Las medidas adoptadas para obligar a los prestatarios argentinos por lo demás solventes a reestructurar sus deudas han socavado la confianza básica en la inviolabilidad de los contratos. Al transmitir el mensaje de que incluso las deudas sostenibles no se reembolsarán, las autoridades argentinas han alarmado a muchos acreedores, que se preguntan si sus sacrificios para proporcionar una estructura de deuda que Argentina es capaz de atender fueron esencialmente insignificantes frente a un prestatario que simplemente puede no estar dispuesto a pagar.

La estabilidad macroeconómica parece ser un espejismo en constante retroceso. Las exigencias fiscales y monetarias de 2020 son quizás comprensibles, pero está claro que la intención de tener un déficit primario de 4.5% y un déficit general de 6% en 2021, financiado con la impresión de pesos, es tan dañino para la confianza interna y externa como para predecir un desastre Sin anclas políticas aparentes y una aparente falta de voluntad para tomar decisiones difíciles, la formulación de políticas económicas de Argentina socava la recuperación post-Covid.

Como resultado, los precios de los eurobonos son más bajos que después de las elecciones de PASO el año pasado. En lugar de presagiar una reapertura del acceso a los mercados para apoyar las necesidades manifiestas de inversión de Argentina, las secuelas de la reestructuración de la deuda son un páramo virtual para el crédito argentino.

Ya no es plausible que el gobierno de Argentina culpe de sus problemas al legado económico que heredó. Después de casi un año en el cargo, el gobierno argentino aún tiene que ofrecer una visión económica coherente y sostenible a la sociedad argentina y a los mercados.

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