Editorial / Cada cual atiende su juego, capítulo mil

Editorial / Cada cual atiende su juego, capítulo mil

Leé La Columna del Domingo, la tradicional editorial de la edición dominical de Jornada, con la mejor información política de Chubut.

No hay modo. En Chubut, la dirigencia política no quiere consensuar nada. Nada. Nadie quiere dar el brazo a torcer en ningún tema; todos desconfían del otro; nadie resuelve un problema; casi todos piensan más en sus conveniencias personales (electorales) que en rescatar a la provincia del barro en el que está hundida. Y nada indica que no vayan a seguir con esta actitud hasta que el barro los tape.

El problema de Chubut, ya se ha dicho más de una vez, es la falta de liderazgos políticos. No hay líderes fuertes, incuestionables, en ningún partido. Nadie manda. Salvo, los que ejercen un poco el poder de turno que le toca ocupar. Por ende, nadie decide. No, al menos, temas de fondo.

Echarle toda la culpa al Gobierno provincial ya fue. No porque no tenga responsabilidad esta gestión, sino porque es dar vuelta todo el tiempo sobre el mismo eje. La gente ya sabe quién es quién. Ahora lo que quiere son soluciones. Y nadie se las da.

Recordar todo el tiempo que se deben dos meses de sueldos, más de un aguinaldo o juntar firmas para que vuelvan las clases es de adolescentes con acné. Si la oposición no es mejor que el Gobierno, pues entonces la responsabilidad los va aplastar también a ellos.

Esta semana que pasó, por primera vez en mucho tiempo el gobernador caminó los despachos de altos funcionarios nacionales junto a varios de sus ministros. Ir, golpear puertas, conocer a los que toman decisiones, pedir fondos, reclamar obras, presentar proyectos. De esto se trata gestionar. Las soluciones no llegan solas ni por arte de magia. Hay que ir a caminar los ministerios nacionales todas las veces que sea necesario.

Parafraseando a la vicepresidenta Cristina Fernández, “los ministros que tengan miedo o no se animen que vayan a buscar otro laburo”.

Ligar poco

La resucitación de la “Liga de Intendentes” que esta semana hicieron Juan Pablo Luque y Dante Bowen puede ser una pequeña bocanada de aire fresco (puro, a estas alturas, imposible). Pero el ímpetu del comodorense y el dolavense, dos kirchneristas con respaldo en las urnas pero todavía con poco peso relativo en la interna del justicialismo de Chubut, no alcanza.

Haber dejado afuera del convite a Adrián Maderna y Gustavo Sastre no le hace bien a “Liga”. Al menos, si lo que se quiere es dar una imagen de nuevas formas de construir política. Maderna y Sastre son intendentes de ciudades fuertes y están dentro del PJ. Es más, la chicana que alguno deslizó en la reunión de Dolavon sobre la presunta confusión que todavía generan ambos por su reciente pasado en las listas del Chusoto, se choca de frente con la presencia en la reunión organizada por Luque y Bowen de varios intendentes “chusotistas”.

Tampoco cayó bien la ausencia de mujeres en la foto. Es verdad que no hay intendentas peronistas, pero podrían haber tenido un gesto un poco más acomodado a los tiempos, que sólo invitar a un puñado de mujeres a comer pollo relleno después de que los hombres se habían sentado alrededor de una mesa a discutir los “temas importantes”.

Aun así les queda algún saldo a favor. Cuando todos esperaban un documento oponiéndose a la minería, salieron con fuertes reclamos para que lograr encauzar una crisis educativa que ya acumula más de dos años sin clases.

Y también es una buena señal el intentar mostrar en público que no quieren quedar pegados a viejos dirigentes, esos que suelen mandar mensajes a través de las tapas de algún diario al que siempre le gustó embarrar la interna peronista con ayuda de… peronistas.

Muchos de esos dirigentes no se animan a salir a caminar por la calle por temor a ser reconocidos. Otros, peor aún, por el dolor que causa en sus egos ser perfectos desconocidos.

Diferencias

El Gobierno nacional se encargó de “operar” el tono prominero que tuvo toda la alocución de Alberto el día que recibió a Arcioni, Ricardo Sastre y Carlos Eliceche. Sin embargo, no hubo una sola filtración sobre el encuentro con Luque y Linares, salvo una gacetilla divulgada un día después en la que se aseguraba que el Presidente está muy preocupado por la situación económica y financiera de la provincia. Más una foto de Linares sentado en el sillón de Rivadavia que generó una catarata de “memes”.

Hacerle decir cosas al Presidente de la Nación no es aconsejable. Nunca. Está muy claro lo que piensa Alberto Fernández de la minería, de la crisis provincial y de los peronistas de Chubut. Hay que leer un poco el archivo periodístico. Sus palabras y sus actos eximen de cualquier análisis.

Es entendible que algunos de los dirigentes políticos que piensan en dar un salto electoral en el futuro cercano no quieran quedar pegados públicamente a una ley que tiene tanta oposición en las redes sociales. Pero no hay que comerse la curva. Ni confundir antiminería con precaución electoral.

Por enésima vez en varios meses, se asegura que en la Legislatura ya están los votos –y de sobra, dicen- para aprobar la zonificación minera. Esta semana sería el Día D.

Igual, esto es Chubut 2021. Nadie muere en la víspera. Ni tiene garantías de que un acuerdo político se vaya a respetar hasta las últimas consecuencias.

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