Entre la lealtad política y el deber institucional: Kicillof se queda quietito

Entre la lealtad política y el deber institucional: Kicillof se queda quietito

Mientras integrantes de su gabinete disparan contra la Casa Rosada, se repliega en el silencio para no echar leña al fuego. “Equilibrismo al palo” y gestión.

“Estamos en medio de la tempestad. No conviene hacer nada que contribuya al ruido. Nada de lo que digamos aportaría para bien”. Después de otro día de fuertes sacudones políticos, en la gobernación bonaerense, en el entorno mismo de Axel Kicillof, se aferran a la receta del equilibrismo posible entre la jefatura política de Cristina Fernández y el vínculo institucional con Alberto Fernández.

Pese a las declaraciones de dos de sus ministros, que con 24 horas de diferencia salieron a criticar abiertamente al Presidente, el gobernador no expondrá postura alguna. Hacer una referencia a los dichos de Andrés Larroque o de Sergio Berni sería tomar postura en sí mismo. Si saliera a tomar distancia, sería leído como un gesto en contra de su jefatura política; si los respaldara, sería un gesto desestabilizador.

Algunos en la gobernación apuntan un dato. Tanto Larroque como Berni hablaron por ellos y no en nombre de la Provincia. El Cuervo habla como dirigente de un espacio del Frente de Todos (FdT), tal como aclaró en la entrevista con María O’Donnell, y Berni, como “librepensador”, reflejando una postura que ya viene sosteniendo desde antes de esta inédita crisis en el oficialismo.

Kicillof tampoco tiene previsto ningún gesto para la tribuna. No saldrá a sacarse fotos con Fernández ni a compartir actividades con los ministros críticos. “El no cree en la política de gestos y señales. Si tiene que salir a decir algo, sale y lo dice. Y ahora no tiene nada para decir sobre el tema”, aseguran sus voceros.

Funcionarios con despacho en La Plata aseguran que la agudización de la crisis interna del Frente de Todos de los últimos días no cambió la mirada de Kicillof sobre qué postura tomar. “Equilibrismo al palo”, le dicen algunos a esa agenda que mantiene un vínculo institucional fluido con el gobierno nacional -incluso con parte del ala dura albertista- y un alineamiento sin fisuras con su jefa política, más allá de la interna con Máximo Kirchner y La Cámpora.

En los próximos días, por caso, Kicillof tiene previsto compartir actividades en territorio bonaerense con funcionarios albertistas, como el ministro de Infraestructura Gabriel Katopodis. En su entorno destacan además que la semana pasada Juan Zabaleta fue invitado al acto en Florencio Varela.

Lo remarcan para contrastar con lo que, entienden, es un cambio de actitud de parte del Presidente para con Kicillof en las últimas semanas. Fernández no invitó al gobernador a acompañarlo en sus últimas bajadas a Buenos Aires, un dato que cerca del gobernador intentan minimizar con una lectura acaso comprensiva: “Quizás esté queriendo juntar fuerza, ‘empoderarse’ un poco”, argumentan.

“Nosotros pretendemos que la relación institucional se mantenga coordinadamente, como hasta ahora. Porque hay que cuidar la gestión, que es nuestra responsabilidad central”, repiten los voceros del gobierno bonaerense, intentando despejar nubarrones. Eso, más allá de algunas señales de Kicillof de los últimos días que fueron unánimemente interpretadas como mensajes en medio de la interna. En concreto, las dos actividades que compartió en menos de una semana con el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, archienemigo del ministro de Economía, Martín Guzmán, en la pulseada kirchnerismo-albertismo por las tarifas.

“No hay que darle ninguna lectura. Fue pura casualidad. Incluso, había una tercera actividad que no se pudo hacer por cuestiones climáticas. No nos podemos hacer cargo de las interpretaciones ajenas. Fueron actos de gestión”, repiten. “Estuvimos en Vaca Muerta con Alberto y después, en el anuncio de Guzmán sentados en primera fila. Vamos a mantener la calma. Nada cambió”, repiten.

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