La generación de mini basurales crece durante la pandemia

La generación de mini basurales crece durante la pandemia

El municipio limpia a diario unos 250 puntos donde se arrojan residuos en forma clandestina, pero los desechos vuelven a aparecer.

Todas las tardes, cuando cae el sol, al club 27 de Febrero llegan unos 200 niños y adolescentes para practicar fútbol. Las canchas ocupan casi toda la manzana ubicada entre Río de Janeiro y Ocampo, en las puertas del barrio denominado Villa Banana. Para llegar hasta allí, los pibes tienen que atravesar dos mini basurales que crónicamente crecen en ambas esquinas del club.

“Es lamentable. Acá tiran basura de todos lados, hay restos de escombros y de poda, pero también desechos cloacales y todo tipo de desperdicios. A veces los pibes están practicando y se prenden fuego porque un grupo quema cables para sacarles el bronce”, se queja Marcelo Ramires, secretario de la entidad barrial.

Los equipos más chicos del club 27 de Febrero participan de los torneos de la liga de fútbol infantil Ardity. Cuando juegan de locales y los visitantes usan el ingreso del paredón, la presencia de desperdicios parece molestar más. “Nos da vergüenza”, dice Ramires y aclara que si bien la convivencia con todo tipo de desperdicios tiene ya varios años, se incrementó durante la pandemia.

250 microbasurales

El paredón del club de zona oeste, no es el único que los lugares donde se arroja basura en forma clandestina, comprometiendo la salud de los vecinos que reiteradamente advierten sobre la presencia de ratas o desechos hospitalarios en cada uno de esos puntos.

El director de Higiene Urbana del municipio, Luciano Marelli, reconoce que durante el año pasado intervinieron a diario en unos 250 puntos donde se suelen acumular ramas, escombros y otros desperdicios voluminosos. “Tenemos entre 25 y 30 equipos de limpieza trabajando por turnos y estuvieron muy exigidos”, explica.

Para el funcionario, la existencia de estos mini basurales en espacios públicos o terrenos baldíos, es la contracara de las pequeñas obras de mejoras de las viviendas emprendidas durante el aislamiento y una mayor actividad de la recolección informal de residuos.

“Creemos que tiene que ver con la realización de pequeñas obras o mejoras en los hogares y la falta de responsabilidad de la gente sobre los residuos que se generan. Si bien el municipio tiene un servicio diferencial para estos casos (se pueden consultar los horarios en la línea 147 o a través de www.rosario.gov.ar) muchas veces se entregan estos materiales a recolectores informales que terminan desechándolos en lugares no autorizados”, explica.

Además de la limpieza frecuente de estos puntos de arrojo indebido de residuos, aclara, en los últimos dos años se realizaron más de cien intervenciones para reconvertir estos espacios en conjunto con los vecinos e instituciones del barrio. “Hay lugares muy chicos, donde alcanza con colocar un cartel, y otros de más tamaño que necesitan un proceso mayor de trabajo”, señala.

Los pedidos de los vecinos para la limpieza de estos mini basurales llegan con frecuencia al Concejo Municipal. El referente de Juntos por el Cambio, Carlos Cardozo, presentó esta semana un pedido para que se proceda a la “urgente” erradicación de los basurales que rodean todo el entorno del Complejo Penitenciario Rosario, en 27 de Febrero al 7800.

“Los basurales representan un riesgo sanitario de gravedad, se ha acrecentado la proliferación de roedores y de ofidios”, sostiene el escrito presentado al Concejo y apunta que “representa una contradicción que en un predio que ha sido intervenido por el Estado, la casi totalidad de las calles que lo rodean sea un enorme basural a cielo abierto”, sostiene.

Cardozo está al frente de la comisión de Ecología del Concejo Municipal, donde las solicitudes para la erradicación de minibasurales “son un clásico de todas las reuniones”, dice y aclara que el 2020 no fue la excepción.

Partida en tres

Las tareas de higiene urbana y recolección de residuos domiciliarios en la ciudad de Rosario se divide en tres grandes zonas, cada una atendida por diferentes empresas. Limpar tiene a su cargo el mantenimiento de la higiene urbana en la zona de Pellegrini hacia el norte de la ciudad, a Lime le corresponde de Pellegrini hacia el sur y en el centro y macrocentro la tarea de recolección le corresponde a Sumar, un ente autárquico que gestiona la recolección en la zona de mayor densidad poblacional.

Estas tres empresas tienen a su cargo la recolección de residuos sólidos domiciliarios, residuos voluminosos, recolección y limpieza de minibasurales crónicos y el barrido manual y mecánico de las calles.

Limpar Rosario se formó por la conjunción de las dos empresas socias una nacional (Caputo) y otra brasilera (Vega Engenharia Ambiental). La empresa comenzó a prestar el servicio en mayo de 2013, después de hacerse del contrato de concesión por siete años. La firma opera también en la ciudad de Córdoba.

Lime es una empresa perteneciente al grupo Tysa, de capitales argentinos, que tiene a su cargo la concesión de servicios de higiene urbana en la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza. El contrato con el municipio también finaliza este año.

Toda la ciudad tiene recolección de residuos, pero según los barrios hay diferentes servicios de acuerdo a su infraestructura. Más del 60 por ciento de la ciudad tiene contenedores con distinta capacidad de carga, otro 36 % mantiene recolección puerta a puerta (son los barrios que aún tienen canastos paqueteros individuales, algunos de los cuales participan del programa de recolección diferenciada).

Los asentamientos irregulares tienen otra modalidad. En el ingreso al barrio se colocan contenedores o bateas más grandes para que los vecinos depositen los residuos. Y en esos puntos a donde se complica el acceso con camiones, sectores chicos, con los cables del tendido eléctrico muy bajos se implementan diferentes estrategias para prestar el servicio.

De falencias varias

La mayoría de los basurales clandestinos en Rosario crecen detrás de los bulevares, en espacios públicos, terrenos baldíos o en los canteros centrales de las grandes avenidas. Para el coordinador del área de Basura Cero del Taller Ecologista, Mirko Moskat, la existencia de estos cúmulos de basura está relacionada con una cultura desaprensiva respecto a los residuos. Pero no es la única razón. “Hay zonas de la ciudad en donde hay muchos problemas de recolección de residuos o directamente el camión no pasa. Eso es una causa mucho más fuerte para que se generen basurales”, señala Moskat.

En noviembre pasado, al cumplirse 12 años de la ordenanza de Basura Cero, madre de las políticas de reducción de los residuos que se generan en la ciudad, el Taller Ecologista y otras organizaciones firmaron una serie de propuestas para mejorar la gestión de residuos, incorporando a los recolectores informales y creando espacios para que puedan desarrollar adecuadamente su tarea en todos los distritos de la ciudad.

Pero además advirtieron sobre la falencia en los servicios de recolección que no llegan a ciertos puntos de la ciudad y los residuos terminan en los cursos de agua, por ejemplo en el caso del arroyo Ludueña.

En la cuarentena se generaron más residuos

A diferencia de lo que pasó con la calidad del aire, donde se pudo medir un descenso de la contaminación generada por el transporte, durante el aislamiento obligatorio dispuesto para ralentizar la propagación del coronavirus se incrementó la cantidad de residuos generados en la ciudad.

Entre fines de marzo y comienzos de mayo, cuando el confinamiento se cumplió de forma más estricta si se lo compara con las fases que se fueron sucediendo hacia esta parte, las empresas que realizan la recolección de residuos domiciliarios notaron que creció el volumen de residuos transportados en Rosario.

Para el director de Higiene Urbana de la Municipalidad, Luciano Marelli, los dos primeros meses en las que se desarrollaron algunas de las medidas de aislamiento el volumen de residuos creció respecto a los meses anteriores.

Y no sólo eso: también se verificó un traslado de la cantidad de basura generada desde el centro hasta los barrios. “En el inicio de la cuarentena, la gente pasó más tiempo en su casa, seguramente consumió más y hubo una tendencia a realizar más tareas de limpieza. En cambio en el microcentro bajaron los residuos por la lógica disminución de la actividad del comercio o las empresas de servicios”, describió Marelli. No obstante, sostuvo, en el trascurso del año esa tendencia fue disminuyendo.

Por su parte, desde el Taller Ecologista también se advirtió sobre un aumento en el uso de materiales descartables, además de los de uso sanitario.

“El mayor uso de descartables siempre es un problema, que se agrava porque son elementos en su mayoría no reciclables. Por otro lado no se justifica desde lo sanitario tanto uso de envases y elementos descartables para la venta de alimentos y otros productos”, sostuvo el coordinador del área de Basura Cero del Taller Ecologista, Mirko Moskat, y recordó que “expertos en salud manifestaron que el uso de reutilizables es seguro siguiendo medidas básicas de higiene”.

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