"El golpe va a ser duro, y es inevitable que lo sea"

La ministra de Trabajo tiene la mira en la pospandemia, aunque reconoce que es un constante aprendizaje. Análisis de los golpes sufridos por la economía provincial. Además, la política, el feminismo, el fútbol y Villa San Carlos.

Los primeros ocho meses de la gestión pasaron de manera atípica, inimaginable. Les sucedió a todos y cada uno de los dirigentes del país. Por supuesto, la ministra de Trabajo de la Provincia, Mara Ruiz Malec, no fue la excepción. Si bien pudo llevar a la práctica algunos de sus conocimientos, se pasó la mayor parte del tiempo aprendiendo sobre protocolos, nuevas normas de seguridad, salud, etcétera. En el mientras tanto, la economía se caía a pedazos, y con ella, cientos de fuentes laborales. Y hubo que improvisar, igual que el resto del mundo. 

“Los primeros días fueron caóticos, era todo muy confuso. Teníamos desde la empresa que no tomaba una mínima medida de salud y seguridad como el empresario que te proponía poner una cabina de desinfección, que nunca nadie había dicho que era útil o necesaria”, resume la joven funcionaria en el mano a mano con La Tecla. Pero también hace hincapié en lo que viene, en la pospandemia, en cómo tiene que ser la salida. Y se refiere a su cuarentena, al feminismo y a su amor por el fútbol, en especial por Villa San Carlos. 

-Más allá de lo que recibieron y de lo que pudieron hacer, todos los días deben de ser un aprendizaje. 

-Sí, realmente fue, y es, un aprendizaje. Los primeros días fueron caóticos, era todo muy confuso. Teníamos desde la empresa que no tomaba una mínima medida de salud y seguridad como el empresario que te proponía poner una cabina de desinfección, que nunca nadie había dicho que era útil o necesaria. Después fuimos aprendiendo. El protocolo obligatorio instaurado por la Provincia ayudó muchísimo a ordenar la situación. Fue útil tanto para los trabajadores como para las empresas. También hubo dudas con las licencias, los despidos y los pagos de salarios, y hubo que intervenir mucho. En ese sentido, el decreto antidespidos fue muy útil. Imaginate, si no, lo que hubieran sido no solo los despidos, sino también las suspensiones sin pago de salario. La caída de la actividad habría sido tan abrupta que ni siquiera se puede imaginar. Y por último empezaron a aparecer los casos en el ámbito laboral, para lo cual también aprendimos. A quién hay que llamar, cómo se determina, qué errores pueden suceder. Aprendimos mucho y seguimos aprendiendo. 

-¿Va a ser muy duro el golpe para la Provincia? 

-Va a ser duro el golpe, y es inevitable que lo sea. Estamos ante varios meses en los que la pandemia nos ha obligado a parar las actividades. Y esto fue así en todo el mundo, en los países que tuvieron cuarentenas más estrictas y en los que no. Lo que te obliga a parar la actividad es la pandemia. Estamos en un momento en el que la economía no produce o produce menos, y, obviamente, eso tiene consecuencias, que van a ser duras. Creo que también tenemos que pensar el contrafáctico. Se tomaron un montón de medidas tanto sanitarias como impositivas desde Nación y desde Provincia. Sí, la situación va a ser difícil, pero comparado con lo que hubiese sido sin un Estado presente, estamos en un mundo mucho mejor. 

-Concretamente, en lo que respecta a salud, si el Estado no hubiera intervenido ampliando el sistema sanitario, a mediados de julio habría colapsado. En lo que concierne al trabajo, ¿cuál hubiera sido la consecuencia? 

-No quiero ni pensarlo. A veces escucho que se elogian sistemas en los que el trabajo es más flexible, entonces, la recuperación es más rápida, como en Estados Unidos. Lo que no se dice es que si bien la recuperación es más rápida, también se perdieron muchísimos más empleos. Ante una situación extraordinaria como esta, si el Estado no está presente, las consecuencias son drásticas. Hubiéramos tenido quizá millones de puestos de trabajo perdidos. Eso no es gratis. Por más que ese trabajo en algún momento se restablezca, que no va a ser en todos los casos, ese período que la persona pasa sin ingresos tiene consecuencias de pobreza, indigencia y sobre las capacidades de reinserción en el empleo. Realmente hubiera sido caótico. Y las consecuencias a largo plazo, aún peores.

-¿Hay números de cómo está el desempleo en la Provincia? 

-El desempleo va a ser medio difícil de medir porque para ser considerado desocupado no hay que tener trabajo y, además, estar buscándolo. Va a haber mucha gente que, directamente, no pudo trabajar, sobre todo en el sector informal. Esa situación de desempleo es medio coyuntural. Cuando se restablezca la actividad, esa persona, probablemente vuelva a hacer su changa o a retomar su emprendimiento. Por eso creo que esa medición tendrá que hacerse cuando se retome la normalidad, o la nueva normalidad. 

-¿Y en lo que respecta al trabajo registrado? 

-Hubo destrucción, pero para el tamaño de la crisis que tenemos, no ha sido tanto. Se han perdido menos puestos de trabajo que en las crisis económicas que pasaron en los últimos años. Y la verdad es que en materia de caída de la actividad, esta crisis es mucho mayor. Reitero, es grave, toda pérdida es grave; pero en términos relativos, la Provincia viene bastante bien, incluso en la comparación porcentual nacional. Estamos mejor que otras provincias que incluso han tenido menor incidencia del virus o han podido abrir actividades antes. 

-Tampoco se puede decir que estamos bien… 

-No. Dentro de todo hemos podido contener la situación en lo concerniente al empleo formal. Y en el informal, obviamente, es más fácil que se pierdan los puestos, y también es probable que se recuperen más rápido. La asistencia del Estado ahí fue muy importante para que esas familias, por lo menos, no caigan en la emergencia alimentaria más grave, que después les impida también poder seguir un rumbo de trabajo. 

-¿Qué se hace con ese empleo informal, que sigue creciendo? ¿Es una preocupación real de esta gestión? 

-Es una preocupación, pero va a seguir creciendo. En todos los países en vías de desarrollo, y en particular el nuestro, el empleo informal es una característica propia. Mucha gente transita toda su vida en la informalidad porque no logra insertarse y no tiene otro ingreso. Por más que exista la Asignación Universal, por más que tengamos una cobertura jubilatoria muy amplia, esos beneficios no reemplazan un ingreso laboral. La mayoría necesita tener una entrada extra. Es muy difícil estar desocupado en Argentina. En algún momento, algo tenés que hacer. Y la gente se autoinventa su trabajo: cortar el pasto, vender sánguches; lo que sea. Esa es la norma, no pasa tanto por la desocupación sino por el empleo informal. Y esto se potencia cuando hay crisis económicas. Si el jefe o la jefa de hogar pierden el trabajo, probablemente toda la familia salga a inventarse algo para compensar ese ingreso que se perdió. Así, como sucede siempre que hay crisis, probablemente aumente el empleo informal. 

-¿Y cómo se trabaja en ese sentido en el ministerio? 

-En dos aspectos. Uno, el de fiscalización e inspección. La empresa que pueda afrontar los costos del registro de los empleados debe hacerlo. La ley es la ley y hay que cumplirla. Se pueden armar un plan de pago o una moratoria para cancelar las deudas, pero los derechos no se cancelan, por más que estemos en medio de una crisis. Y por otro lado tenemos un montón de emprendimientos autogestivos, cooperativas y personas individuales a las que tenemos que ayudar a ingresar en el proceso de formalización, y eso implica educación impositiva (muchos no saben cómo inscribirse, por ejemplo) y luego trabajar a nivel nacional, provincial y municipal en un sistema impositivo que ayude sobre todo a los pequeños emprendimientos a poder inscribirse en algún lado y que paguen lo que puedan, pero que pasen a ser parte del empleo formal. En eso estamos trabajando junto con Arba. 

-Varios gremios empiezan a reclamar por una recomposición salarial. 

-El sector salud, por ahora, le ha ganado a la inflación, y el acuerdo con docentes, también fue bueno. Sabemos que falta y que los estatales están más atrasados, pero hoy hay pocos recursos. 

-¿Puede haber una convocatoria en el corto plazo? 

-No por ahora, pero permanentemente evaluamos la posibilidad. 

“El feminismo nos pone en un mejor nivel de sociedad”

-¿Qué es el feminismo para Mara Ruiz Malec?

 -Es una de las grandes esperanzas de que el mundo que viene va a ser mejor, y de a poco se está concretando. No sé si nos vamos a poder desarrollar económicamente, si vamos a poder salir de las crisis económicas recurrentes, si vamos a poder sostener durante muchos años este modelo de trabajo, pero de lo que sí estoy segura es que en los próximos años vamos a tener un cambio enorme en materia de la incorporación de las mujeres, de la igualdad, que no es solo algo que apunta a las mujeres y a las diversidades, sino que también es un bien para la sociedad toda. El feminismo nos pone en un mejor nivel de sociedad. Como movimiento es heterogéneo, tiene sus debates, y es sano que así sea; es un movimiento en constante aprendizaje y revisión, que es algo que también lo distingue.

Kicillof y la paridad

“Ni yo, ni vos, ni la feminista más adelantada está totalmente deconstruida; esto es un proceso que va a llevar muchísimos años. En ese marco, al menos desde que lo conozco, Axel siempre les dio el mismo lugar tanto a las mujeres como a los varones. El no se preocupa tanto por los cupos, de hecho, el gabinete no es estrictamente paritario; pero si una mujer es la mejor para tal puesto, va a estar ahÍ”, afirma la ministra Malec.

Militancia y gestión

“Soy peronista, kirchnerista y axelista, las tres cosas”

-¿Cómo te definís como militante política: peronista, kirchnerista, axelista? 

-Soy peronista, kirchnerista y axelista, las tres cosas (risas). Pero soy de la última hora, del 2011 para acá. Empecé trabajando en el Ministerio de Economía de Nación, el sueño de cualquier economista, o al menos creo que debería ser. Cuando llegó Axel, la gestión se revitalizó mucho, trabajamos muy bien. Fue una gran experiencia. Y lo que sucede es que si bien empecé militando un poco, después, la gestión te come la vida y esa termina siendo la militancia, la de la gestión. Nuestra manera de militar en el kicillofismo es trabajar 24 horas los 7 días de la semana para que la gestión salga bien.

-¿Cómo hay que definirte: como una ministra más técnica o también política, rosquera? 

-No me molesta la rosca, pero lo que más satisfacción me genera es impulsar alguna política de estado y después ver que eso funciona. Los momentos más emocionantes se dan cuando te encontrás con alguien que te dice que se pudo hacer la casa con el Procrear o que terminó los estudios gracias al Progresar. Necesitás la política para hacer los cambios que le llegan a la gente. Política y gestión son dos caras de la misma moneda. La política es la herramienta para llevar adelante la transformación. Los acuerdos, la rosca es parte de eso, están siempre, pero tienen que estar plasmados en una gestión que le llegue a la gente. 

-¿Te gustaría ser parte de una lista en un futuro? 

-Me gusta mucho la parte ejecutiva, tomar decisiones; me siento más cómoda que en lo que tiene que ver con el debate legislativo. De todos modos voy a estar donde el movimiento lo pida. Cuando Axel me dijo que quería que fuera ministra de Trabajo, le pregunté si estaba seguro, obviamente, pero en ningún momento se me pasó por la cabeza decir que no.

Preservar Trabajo

El ATP bonaerense y los cambios para ampliar el universo de beneficiarios 

Tiempo atrás, el ministerio lanzó el programa Preservar Trabajo, que tiene como objetivo contribuir al sostenimiento de los puestos de trabajo en sectores económicos particularmente afectados por la pandemia a través de la asistencia por parte del Estado provincial del equivalente al 50 por ciento del salario mínimo por un plazo de tres meses. Las empresas y cooperativas que reunieron las condiciones y fueron aprobadas recibirán 8.400 pesos por trabajador en relación de dependencia o por cada socio activo si se trata de una cooperativa. 

-¿Cómo es la actualidad del Plan Preservar Trabajo, el ATP bonaerense? 

-Sabíamos que el ATP nacional había tenido una cobertura muy importante en la Provincia. En algunos de los rubros de los más afectados, hasta el ciento por ciento. No quedaba un universo muy grande de empresas por cubrir. Apuntábamos ahí sabiendo que si no habían sido incluidos en el ATP era porque, probablemente, tuvieran algún problema en su acercamiento al Estado. Por ahora venimos bien. Hay 450 empresas inscriptas, muchas escuelas, jardines maternales, gastronomía. La recepción es buena. Ahora estamos en la etapa de que les avisamos a las empresas que sigan con el trámite de inscripción, para así poder entregarles el beneficio. La inscripción va a seguir abierta. Todavía no hemos cubierto el presupuesto. Estamos viendo también si trabajamos en la relajación de algunas restricciones, por ejemplo, relacionada a la cantidad de trabajadores de la empresa, para que puedan ingresar algunas que por muy poquito se quedaron afuera. Tenemos presupuesto para cubrir unos 20 mil trabajadores y estamos lejos de ese número. Este programa nos mostró, a su vez, que un sector que tiene una gran necesidad y lo expresa, pues intentaban inscribirse en el ATP, es el del autoempleo, el de la persona que trabaja por su cuenta. También estamos trabajando con la ley ALAS, que permite la exención de Ingresos Brutos para pequeños emprendedores. Estamos viendo, de cara a la pospandemia, de tratar de acompañar con algún beneficio que les permita volver a revitalizar su emprendimiento.

Lo que se hizo y lo que no se pudo hacer

“Queremos que Trabajo vuelva a ser un Estado presente”

-¿Qué planes tenías cuando asumiste y qué pudiste llevar a cabo de todo eso teniendo en cuenta el contexto?

 -El primer plan era poner en marcha el ministerio con sus funciones básicas; volver a recuperar territorialidad a través de las delegaciones regionales; volver a recuperar el aparato inspectivo, que estaba muy desarmado y desorganizado; ponernos al día con los expedientes y que los gremios volvieran a sentir que este ministerio era un lugar al que podían acudir ante un problema. Algunas cosas las pudimos hacer, por supuesto, en un nuevo contexto. Realmente, este es hoy un lugar al que los gremios acuden cuando tienen un problema. El tema es que esos problemas son otros, son nuevos problemas. De repente estamos corriendo atrás de una fábrica en la que hay un caso de COVID y los trabajadores y empresarios no se ponen de acuerdo sobre cómo volver a trabajar. Y las inspecciones pasan más sobre las medidas de salud y seguridad en el ámbito laboral. De todos modos, en general, el objetivo principal sigue siendo el mismo: que el Ministerio de Trabajo sea un actor presente en el diálogo tripartito, en la defensa de los derechos laborales. Queremos que el Ministerio de Trabajo vuelva a ser un Estado presente.

 -¿Este presente tiene que ver, además de con la pandemia, con el ministerio que encontraron, con la forma de regentear la cartera de la gestión pasada? Bianco, dijo que “el neoliberalismo es peor que el coronavirus”...

 -Confluyeron dos de las peores características. Por un lado, una idea de pensar el Estado no como una institución cuyo objetivo es el de preservar y promover derechos sino como un obstáculo al desarrollo del mercado. Y cuando uno tiene la idea de que el Estado estorba, eso se plasma en las políticas. Además se combinó con una poca capacidad de gestión. Lo mínimo e indispensable que había que seguir haciendo, aun cuando uno piense que cuanto menos Estado, mejor, tampoco se hacía. O sea, no sólo fue el neoliberalismo, también la gestión, que ni siquiera cumplió con los objetivos mínimos que se habían planteado.

Fin de semana y algo más

“Si te clavé el visto y no te contesté, aceptalo, no tendré tiempo”

-¿Cómo es el domingo de la ministra de Trabajo? 

-Ahora me levanto y me pongo a trabajar (risas). Supongo que si no estuviésemos en cuarentena incluiría un almuerzo en lo de mis suegros, que tienen un poco de verde y podemos degustar algo rico. Pero en general, los domingos son de trabajo. Y los sábados, cuando se puede, de Los Simpson. También tomo clases de italiano. Y después me pongo a trabajar otro poco. Los sábados, normalmente, hubieran sido para ser parte de encuentros sindicales, de la juventud. Ahora, también se hacen, pero como es por zoom llevan menos tiempo, es un rato. 

-¿Si no podés poner una gigantografía o un fondo de pantalla? 

-(Risas) Como Bullrich. Con eso soy muy honesta. Si me quiero levantar de un zoom, me levanto y me voy. Por ahí lo sigo escuchando, pero me fui. Lo mismo con el WhatsApp. Nunca le saqué el doble tilde azul; si te clavé el visto y no te contesté, bueno, no te contesté; no tendré tiempo, aceptalo (risas). No me da ninguna culpa.

Cuarentena y fútbol

La pelota, los amigos, Boca y su amado Villa San Carlos

-¿Qué es lo que más extrañás de la vida sin cuarentena? 

-Las amistades y jugar a la pelota. Me está matando esto (risas). La actividad que hacía era juntándome con amigos de la Maestría de Economía que estoy haciendo. Jugábamos a la pelota todas las semanas. La verdad que extraño mucho eso. Primero, por el hecho de verlos, estar con ellos; y segundo, por la actividad física, que es fundamental. Obviamente, con mi familia, también, pero el contacto es más estrecho con ellos, ya sea por zoom o por teléfono. Y en lo que respecta al trabajo, la cuarentena empezó apenas asumí. No tuve la oportunidad de involucrarme un poco más en algunas actividades del mundo sindical, como encuentros, conferencias, sentir un poco el calor del movimiento obrero. Me hubiese gustado, ya lo haré.

 

-¿Qué clase de futbolista sos? 

-Hago muy buenos pases (risas). Soy una asistidora neta. No soy una delantera letal ni una defensora aguerrida. Camino la cancha. -¿Qué cambiarías por ver a Villa San Carlos en Primera? -Te voy a decir algo que capaz suena raro: a mí me gusta el Ascenso. Obvio que sería un gran sueño el hecho de... No, no lo voy a decir, a ver si no se cumple, todavía (risas). Es un gran de-seo que Villa San Carlos ascienda, pero el Ascenso tiene un encanto distinto a la Primera. De chica era hincha de Boca e iba a la cancha. Después me cansé, no era socia y era un lío. Por un tiempo, cuando me preguntaban de qué cuadro era decía de los dos, de la Villa y de Boca; pero después me quedé solo con Villa San Carlos, porque es mucho más lindo. Recuerdo cuando fue el ascenso a la B Nacional. Tenía atrás de mí a dos señores muy grandes, y uno le decía al otro: “Si no lo vemos ascender hoy, capaz no lo veamos nunca”. Lo recuerdo y me emociona (se le llenan los ojos de lágrimas). Fue muy lindo eso. Y es muy de barrio.

El día que la ahora ministra se escapó del trabajo 

“18 de mayo de 2009. El día del ascenso a la B Metro en la cancha de Gimnasia fue increíble, le ganamos al clásico rival, a Cambaceres. Fue un lunes. Veías a gente de traje, los pibes y pibas que venían con el uniforme del colegio. Muchos se habían escapado del trabajo. Se habían, no, nos habíamos (risas). En ese momento trabajaba en el sector privado, lejos estaba de ser ministra”, recuerda la joven funcionaria.

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