Hace casi dos años que los alimentos suben más que la inflación

Hace casi dos años que los alimentos suben más que la inflación

Con las tarifas frenadas desde mediados de 2019, la comida aumenta por encima del promedio. Los más pobres, los más perjudicados.

En septiembre, el capítulo alimentos y bebidas que mide la Dirección General de Estadística y Censos de la Provincia marcó un 2,29%. El registro estuvo 0,3 puntos porcentuales por arriba del nivel general (1,99%).

El mes previo (agosto) y el anterior (julio) había pasado lo mismo: la comida fue uno de los líderes del incremento global.

Si se mira el índice de precios interanual de la canasta básica total, es decir, “la velocidad” con la que avanza la inflación, se puede advertir que hace 20 meses que los alimentos suben por encima del promedio.

Hay que retroceder hasta enero de 2019 para encontrar un registro interanual que muestre lo contrario. En ese mes, la inflación a nivel general en el Gran Córdoba avanzaba al 48,9% y los alimentos y bebidas, al 48,3%.

La mayor diferencia de lo que va de 2020 se dio en enero, cuando la comida tocó 57,4%. En 2019 fue entre marzo y mayo, cuando los alimentos subían interanualmente 60,1%, 60% y 59,7%, respectivamente. 

¿Cuál es el problema?

Más allá de que la inflación es nociva en todo sentido, el mayor inconveniente con el incremento de los alimentos es que golpea mucho más en los hogares pobres, que son los que gastan una proporción mayor de ingresos en las comidas diarias.

“Si miramos los datos de la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares relevada por el Indec durante 2017 y 2018, en Córdoba, el 20% de los hogares de menores recursos destina al rubro alimentos y bebidas un 46% de sus ingresos”, explica el Juan Pablo Carranza, profesor e investigador en el IIFAP, de la UNC.

En contrapartida, el 20% de los hogares de mayores recursos destina a alimentos y bebidas sólo un 12% de sus ingresos familiares.

Es más, en el 10% de los hogares de menores recursos este rubro se lleva el 57% de los ingresos familiares totales, según Carranza; mientras que en el 10% de mayores ingresos se destina sólo un 9% a alimentos y bebidas.

“El resultado es un fuerte encarecimiento de la canasta de consumo de los hogares más vulnerables, en relación con los otros”, dice Carranza.

Desigual

En el último año, la variación interanual en el rubro alimentos y bebidas creció un 5% más que la del nivel general de precios. Un escenario similar se mostró en el periodo anterior, comprendido entre septiembre de 2018 y agosto de 2019, con los alimentos y bebidas creciendo un 3% más que la inflación general.

Sin embargo, en los dos periodos previos, hubo una situación inversa, precios de alimentos y bebidas aumentando a un ritmo menor que el nivel general: un 15% por debajo entre septiembre de 2017 y agosto de 2018, y un 8% menos entre 2016 y 2017.

Para Carranza, “esta es una situación propia de un periodo de inflación y contracción de la demanda agregada, en donde los precios relativos se reacomodan, y vemos que aquellos rubros con demanda más inelástica tienen un mayor margen para recomponer sus precios”.

Según el economista, en este escenario, los productos de primera necesidad muestran aumentos más elevados que otro tipo de bienes, como, por ejemplo, los vinculados al rubro esparcimiento.

El especialista dice que esta situación afecta principalmente a los hogares de menores recursos, que destinan una proporción mayor de sus ingresos a alimentos y bebidas, y ven cómo este tipo de bienes se encarece en relación al resto de los bienes y servicios de la economía. 

Tarifas congeladas

Mientras los alimentos subieron más que el promedio, las tarifas de los servicios públicos están frenadas desde mediados del año pasado en la mayoría de los casos.

El gas, por caso, subió 29 por ciento en 2019 (20 puntos menos que el nivel general) y nada este año. La luz, en tanto, sólo 7 por ciento este año, aunque en 2019 aumentó en línea con la inflación promedio.

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