Los intendentes saben que su futuro no depende de Cristina Kirchner, Axel Kicillof o Alberto Fernández

Los intendentes saben que su futuro no depende de Cristina Kirchner, Axel Kicillof o Alberto Fernández

Los intendentes siguen siendo el mejor termómetro del humor social de su localidad. Si no lo vieron, se lo contaron y luego lo comprobaron. Las obras y las mejoras no alcanzan cuando lo esencial no llega y el alimento propio y el de los hijos de sus vecinos cada vez se encarece más.

ALEJANDRO CANCELARE

“Me siento como una boya. Pero no sé si seré la que utilizan para la pesca o las que flotan en el mar e indican por dónde pasan los barcos. La diferencia entre ambas es que las primeras se hunden, y las otras, no”. Así, uno de los intendentes en uso de licencia que volverá a presentarse en su territorio del Gran Buenos Aires se ve a sí mismo de cara a las próximas elecciones. Tiene la íntima sensación que su gestión terminará siendo valorada, pero el resto…

“No es sólo Alberto. Lo que hicimos a nivel nacional nos va a perjudicar, nos tira para abajo porque nuestros votantes no llegan a fin de mes”, prosiguió.

Al igual que muchos de sus colegas de la región, lo que también los ayuda a “seguir flotando” por más que su administración esté muy bien ponderada es que los candidatos opositores no tienen la atracción que los oficialismos, que siempre cuentan con una difusión de 10 x 1 en esos lugares, casi los invisibilizan.

"¿Por qué crees que bajaste en tal localidad?", le preguntó, en un off informal, MDZ al intendente de un municipio importante. La inquietud no fue casual. Es la base de los votos del Frente de Todos, el peronismo o como se llame siempre supo que eran propios. "Porque la gente no tiene para comer", confesó. 

Este intendente no es el único que convive con esta realidad. Son varios, casi todos los del Gran Buenos Aires, los que saben que esto les está pasando, que muchas de sus barriadas no están bien y que gran parte de la paz social proviene de las toneladas de ayuda alimentaria que le brindan entre los tres niveles del Estado. Pero esa factura, por ser oficialismo, la pagan mucho más los Frente de Todos que los de Juntos.

Él, al igual que muchos otros, con más o menos posibilidades de ser reelectos, saben que su futuro está basado en que los votantes de otros candidatos nacionales y provinciales terminen acompañando su proyecto local. El virtual vecinalismo que ejercen, por más que digan que dan la vida por Cristina, Néstor y sus herederos, siempre topan con un límite. Su propia perdurabilidad.

Así, la cantidad de encuestas y focus groups que realizan costosamente los dirigentes políticos no tienen en cuenta ese pequeño porcentaje de trabajo de hormiga en la que se realizan los delivery de boletas, dando a cada habitante el recorte que pretende votar. Nacional B, provincial B y local A. Entonces, como el intendente tiene que ser la “boya que flota”, hará todo lo posible para conseguir ese objetivo.

Sabedor que en el cuarto oscuro dudarán o directamente no votarán en favor de su referencia presidencial, el jefe comunal ya tiene que tener preparado el otro plan. Y, si quienes quieran votarlo a él, no quieren a sus otros dirigentes, les dará la boleta que quiera, le explicará la conveniencia y se desentenderá del resto.

Esto es lo que harán la mayoría de los jefes comunales, sean del Frente de Todos o de Juntos. Unos, para consolidar su victoria y aparecer como “el más votado”. Los otros, para subsistir. Si prosigue la actual situación social y política, de cada diez votos que los intendentes consigan para sí, quizás solo 7 o 6 vayan, en el caso del oficialismo, para el gobernador Axel Kicillof. Y ahí empieza a percibirse que, si bien es el candidato que mejor y más mide, nada está seguro.

A varios jóvenes y no tan jóvenes intendentes, que realizaron pequeñas o grandes transformaciones en su territorio, que la gente las ve y las disfruta, es muy posible que la sociedad les quiera dar una reelección más. Sin embargo, si su público es el más castigado por la crisis, todo entra en revisión.

Hace unos días, otro referente oficialista, le decía a MDZ. “A diferencia de lo sucedido con Mauricio Macri y Cambiemos, su voto no era fiel a esa sigla. Eran los desencantados del massismo y los antikirchneristas. Entonces, ganamos con los que se fueron de ahí. Pero la base nuestra eran los laburantes, los que quedaban siempre en la lona, arriba o abajo por un poco, pero sabían que era el peronismo el único que le daba una mano. Bueno, eso ya también está más que en duda”.

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