La producción citrícola jujeña pasó de 8.700 hectáreas en 2018 a 6.800 en 2019, y 348 productores, según lo relevado con imágenes satelitales por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). La pandemia permitió mejorar la comercialización en el mercado nacional y regional, beneficiando a pequeños productores. Se estima que se necesitaría otra planta e inversión para contener la pequeña producción.

En la campaña 2017-2018 se informaron 8.700 hectáreas (has), mientras el trabajo iniciado en octubre de 2019 y finalizado en diciembre relevó la superficie neta actualmente de 6.800 has con base en imágenes satelitales, descartando caminería, galpones y viviendas.

"Este estudio nos permitió actualizar cuántas son las nuevas superficies plantadas de limón que van a entrar en producción, e ir ingresando de tres a cuatro años y se integran al sistema productivo de Jujuy", explicó Hugo Marcelo Perondi, responsable del Área de Citricultura de la Estación Experimental de Cultivos Tropicales Inta Yuto.

Cuando termina la campaña citrícola siempre se envía un informe a Federcitrus, aunque este trabajo se hizo a solicitud del Gobierno jujeño en conjunto con Salta y Tucumán.

De las 6.800 has de producción citrícola de Jujuy, 3.900 se destinan a naranjas, a limón 1.800, el pomelo en 180 y las mandarinas en 766.

En Jujuy hay 348 productores citrícolas en total, y el grueso está en los departamentos de Ledesma y Santa Bárbara, donde hay más pequeños productores.

"Ha ido compensando el limón", agregó el investigador del Inta. Explicó que la pandemia afectó un poco a viveros y nuevas plantaciones, "pero benefició como nunca la comercialización, sobre todo para el mercado nacional y regional. La cuarentena en algo ayudó a los pequeños productores que venían con más de 12 años sin precios rentables de los cítricos a escala pequeña".

Detalló que la mayor diferencia la obtienen cuando se exporta, pero eso supone un sinnúmero de gestiones, que para los pequeños productores se les hace difícil por la normativa vigente que cuestiona a países por plagas, pese a que el NOA está libre de HLB pero el NEA lo tiene por Misiones.

Si bien Jujuy cuenta con el insecto vector diasphorina, todos los análisis de PCR en laboratorios de Inta certificados por Senasa dan negativo y ratifican que Jujuy está libre de HLB, hay presencia de mancha negra en pequeños productores.

Perondi explicó que Argentina viene exportando a más de 38 países, que incluye a Jujuy quien exporta cítricos dulces, en especial naranja Valencia. Esta especie es de doble propósito, sirve para molienda en la fábrica para obtención de jugos y aceites esenciales, y en el caso del limón sirve como fruto de mesa, pero se exporta también para fábricas de aceites esenciales y jugos concentrados de limón. "Todas las empresas de bebidas gaseosas desde hace más de treinta años, cuando los precios del mercado interno y de exportación son malos, siempre el pulmón de la citricultura son las fábricas", explicó el investigador del Inta.

Recordó que Jujuy tiene dos fábricas, una cerrada desde 1984 y solo está activa la de Ledesma.

Precisó que en Ledesma, del total producido de alrededor de 3.000 has que tiene en fincas, entre Jujuy y Salta, vuelcan poco más de 90 mil toneladas a fábrica para cumplir con compromisos de aceites esenciales y jugos concentrados para la industria nacional de bebidas gaseosas, y otra parte tiene destino de exportación.

Podría haber un nicho más

Perondi sostuvo que casi no se está moliendo mandarina, pomelo y limón, y que si bien son productos demandados por las aguas saborizadas, podría haber una oportunidad para Jujuy, si se la compara con Salta, que tiene dos fábricas. “Creo que si se lograra tener otra fábrica más activa se podría solucionar el inconveniente que tienen los pequeños productores y medianos. Se podría hacer un plan nuevo de producción para fábrica, combinar qué parte se vende en fruta en fresco al mercado nacional, regional, ya que muchas veces el precio depende de cómo esté inundado el mercado de materia prima”, explicó en alusión al limón de Tucumán que pesaría en ello.

“Pagamos más una bebida gaseosa que lo que vale el cajón de 20 kilos de la finca”, explicó sobre el bajo consumo de cítricos en el país y que afecta sobre todo a los pequeños productores. Es que a ellos se les paga por esa jaula 100 a 150 pesos, mientras un vaso de jugo exprimido en una confitería vale dos veces. Es que explicó que en aceites y jugos concentrados se defienden en el mercado nacional como en el de exportación. Mientras las fábricas cuando nacen tienen un mínimo de molienda superior a lo producido en 3.000 has, por lo que dijo que se necesita no sólo cantidad sino ciertas especies y variedades con aptitudes industriales. A modo de ejemplo explicó que en Bermejo se instaló una fábrica que puede moler más de 4 mil has y tienen una citricultura casera que no reúnen 300 has, por lo que entiende que no hubo un plan de producción acorde.

Considera que si se hiciera un plan de una nueva inversión citrícola en Jujuy debería acompañar con especies y variedades aptas para molienda y superar las 3.000 has. También estimó que falta promoción del consumo en la provincia, por lo que consideró que al volver a la normalidad se podría apoyar los kioscos saludables e integrar la producción que muchas veces tiran los pequeños productores. Es que señaló que es un problema la pérdida del paladar del consumo de frutos ácidos, que se orienta más a mandarina o híbridos, naranja mientras los pomelos quedan para los mayores. Estos ahora son elegidos para procesar para jugos, y al iniciarse la demanda no se desarrolló y se complementa importando.

Consideró que en el país el desafío es manejar enfermedades como la mancha negra, cancrosis y mosca de la fruta que son trabas para exportar para los pequeños, por lo que se deben esforzar para producir lo que busca el mercado en materia de calidad.