Massa, entre dudosos favores a empresarios y la desconfianza de propios y ajenos

Massa, entre dudosos favores a empresarios y la desconfianza de propios y ajenos

Daniel Santa Cruz

“No entiendo bien el interés nacional en condonarle una deuda de 220 mil millones a Edenor y Edesur, las empresas que más ganaron y menos invirtieron durante el macrismo. Voy a investigar, pero en general cuando en economía algo no se entiende bien es que hay gato encerrado...” señaló Juan Grabois esta semana en su cuenta de Twitter. El mensaje es claro, tiene un destinatario: Sergio Massa, cuya relación con los empresarios que adquirieron Edenor, José Luis Manzano, Daniel Vila y Mauricio Filiberti, genera suspicacias.

El “gato encerrado” del que habla Grabois ya lo estaba dos años atrás cuando los diputados de la Coalición Cívica Juan López y Mariana Zuvic y Juan Calandri, miembro de los equipos técnicos que trabajan con Elisa Carrió, expusieron en un informe los vínculos entre la venta de Edenor y contratos de la empresa estatal AySA que calificaron de “sospechosos”. En el informe titulado “Crónica de un proveedor anunciado: la estrecha relación entre José Luis Lingeri, Mauricio Filiberti y AySA”, denunciaron una sucesión de tratos comerciales, con varios convenios, que exhiben una relación que privilegia al empresario Mauricio Filiberti, dueño de la firma Transclor S.A, principal proveedora de AySA, que preside Malena Galmarini. Filiberti es conocido en el ambiente político como “Mr. Cloro” y es uno de los socios que integran el consorcio, junto a Daniel Vila y José Luis Manzano, que hace dos años se convirtieron en los nuevos dueños de Edenor, la mayor distribuidora eléctrica de la Argentina. Transclor S.A. es, desde el momento mismo de su constitución como sociedad, proveedor de insumos elementales a las empresas que prestaban el servicio público de potabilización de agua. Esto es, en primer término, a Aguas Argentinas y luego a AySA. Filiberti parece ser el nuevo empresario amigo del Frente de Todos, como fueron los Eskenazi, Cristóbal López o tantos otros, para refundar lo que Carrió hace 15 años llamaba el “patrimonialismo corrupto”. “Millonarios Nac&Pop que se apropian de empresas estrategias poniendo poco dinero con la ayuda interesada de políticos ambiciosos.”, señalaba ese informe.

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Con la condonación de la deuda millonaria a las empresas de distribución del servicio eléctrico vuelven a resurgir las sospechas por los vínculos poco claros de Sergio Massa con un sector del empresariado, pero esta vez quien llama la atención sobre esto no es la oposición, como viene haciéndolo la CC de Elisa Carrió, lo hace un miembro del Frente de Todos, Juan Grabois, que a diferencia de otros con pertenencia política más asentada, habla sin filtro. Tarde, pero lo hace.

Si bien Sergio Massa no definió su candidatura, en el oficialismo hay quienes rechazan de plano esa posibilidad, están aquellos que no lo quieren pero sienten que lo necesitan y los que lo ponderan y le suben el precio, muy a pesar de la opinión que tienen Cristina Kirchner y el sector duro sobre su figura.

En el gobierno el mes pasado se celebró desmedidamente el 4,9% de inflación que el Indec oficializó, que no coincidía con el 5,8% que dio CABA ni con la mayoría de las consultoras privadas que estaban más cerca de los 6 puntos que de 5. La semana pasada, con mucha picardía, algunos dejaron trascender que la inflación de diciembre sería similar a la de noviembre, es decir por debajo de los 5 puntos, a pesar que nuevamente consultoras privadas miden mucho más, por ejemplo, C&T, que dirige el economista Camilo Tiscornia, que anunció un 6,2% para el último mes. “Necesitamos mostrar una inflación con el 4 adelante por varios meses, eso dará sensación de estabilidad”, confía un operador de Massa. En sus palabras hay un “sincericidio”, es cuando habla de dar una sensación, algo que claramente no coincide con la realidad del consumidor. Algunos economistas dudan sobre el cálculo estadístico alcanzado por el Indec, no hablan de “fraude” ni de “dibujo” pero sí que no es representativo de la realidad del consumidor. Muchos precios de alimentos se toman del programa Precios Justos, que solo está disponible para el 30% de las bocas de expendio en todo el país, el 70% compra y consume en negocios de cercanía, es decir donde no están esos precios acordados y, además, donde deberían estar, en cadenas de supermercados, no están todos y todo el día, dato aportado por el Instituto de Estudio de Consumo Masivo (Indecom). Es decir, no es un cálculo mentiroso, pero sí que no representa la realidad inflacionaria que padece la mayoría de la población, lo mismo pasa si para las tarifas de servicios se toman en la medición aquellas subsidiadas y no las parcialmente subsidiadas o las que no lo tienen. Por eso estas presentaciones y comentarios sobre el éxito de la gestión de Massa en el Ministerio de Economía son exageradas y demasiad optimistas. Es evidente que la realidad pasa por otro lado, y no deja de ser un intento sólido y genuino de la construcción de un candidato basada más en un relato optimista que en logros comprobados.

Massa y el presidente Alberto Fernández deben ser los políticos argentinos que han pegado más saltos en sus acciones, posicionamientos o dichos desde el retorno de la democracia. Con el actual ministro se resalta que pasó desde el “voy a arrasar con los ñoquis de La Cámpora” a sentarse a negociar todas las estrategias con Máximo Kirchner, o de dar por concluida su etapa kirchnerista para volver a aliarse con la jefa, la misma que lo necesita pero no le confía. Se muestra hábil y dialoguista, pero su falta de apego a la palabra tomada y al compromiso público termina mostrándolo poco confiable, tanto para los propios como para los opositores. Además, en su rol de ministro, por un lado intenta mostrarse prolijo y serio con una economía que estaba a la deriva a mediados del año pasado cumpliendo con los objetivos acordados con el FMI, pero a su vez acompaña el pedido de Juicio político del gobierno contra la Corte Suprema de la Nación, un hecho que es repudiado no solo en la Argentina, también lo hacen en el exterior, la seguridad jurídica es fundamental para inversores y requerida en el mundo de los negocios. Este incomprensible arrebato contra las instituciones cerró todo tipo de diálogo con la oposición, Massa sabe eso, como también que su gestión necesita acordar iniciativas parlamentarias con ellos, pero sus compromisos con Cristina Kirchner le impiden hacer lo contrario.

Nadie en el Frente de Todos puede afirmar que Sergio Massa sea el candidato de ese espacio el año próximo, tiene mucha oposición adentro, algunos ya comienzan a hacerlo público, como Grabois, y otros lo argumentan técnicamente, como hicieron hace horas un grupo de economistas bonaerenses liderados por Roberto Feletti, que en un documento de 110 páginas demuestran la caída del poder adquisitivo de los salarios formales, un 9,2% interanual y también de los ingresos de los jubilados y pensionados, sin dejar de describir el “fuerte ajuste fiscal” implementado.

El 2023 es un año electoral, a ningún político le será fácil convencer al electorado, comenzando con los propios, hay mucha desconfianza y los candidatos se impondrán más por la necesidad de cada espacio que por adhesiones espontáneas. Sergio Massa, si lo decidiese, podrá anotarse en esa carrera, pero ya advirtió que no le será fácil. En política como en el fútbol si jugás el mismo partido con las dos camisetas llega un momento en que ningún jugador te va a pasar la pelota.

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