El menú frío y (des)balanceado de JxC para la gobernación bonaerense

Seis hombres y una mujer ya se anotan para pelear la sucesión de Kicillof. Hay PRO, UCR, CC y peronistas. Internas y la histórica pelea rioplatense.

“Estamos todos en igualdad de condiciones”. Con esa frase, las principales figuras de Juntos por el Cambio explican el proceso de reordenamiento por el que pasan tras la derrota electoral ante el peronismo y muestran la multiplicidad de intereses políticos que hay en juego de cara las próximas elecciones. De hecho, cuando solo transcurrió un cuarto del mandato de Axel Kicillof, ya hay siete aspirantes a pelear por el principal sillón de la provincia que representa el 40% del padrón electoral del país.

Se trata de los intendentes Jorge Macri (PRO-Vicente López) y Gustavo Posse (UCR-San Isidro), el expresidente de la Cámara baja de la Nación Emilio Monzó, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió; el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli; el exministro de Gobierno bonaerense Joaquín de la Torre y el recientemente anotado titular del bloque de diputados nacionales del PRO, Cristian Ritondo.

El menú es amplio y balanceado en cuanto a las estracciones de quienes se postulan pero, al mismo tiempo, un claro síntoma de la hegemonía masculina en la política. Los seis varones y la única mujer que integran esa grilla se encaminan, de momento, a enfrentarse en las urnas en 2023. Ante la posible eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), en el grupo de jefes comunales amarillos analizan definir candidaturas de manera interna, si es que la orgánica de cada espacio y/o la mesa provincial que los aúna no logran un acuerdo. De todos modos, los distintos sectores coinciden en que la disputa debe darse de forma ordenada y sin vetos de la súperestructura, dos variables que, coinciden, les permitirán mantener la unidad para enfrentar al Frente de Todos.

Macri cuenta con el respaldo del Grupo Dorrego, que nuclea a los intendentes de mayor peso territorial del partido amarillo y busca consolidar un proyecto político con identidad bonaerense a partir de las elecciones de este año. Fue el primero en anunciar sus intenciones de ocupar el sillón Dardo Rocha de La Plata, apenas se conocieron los resultados electorales que sacaron a María Eugenia Vidal del poder. Tiene, además, la estructura del PRO de la provincia de Buenos Aires y parte del manejo de la lapicera. También, presencia en la Legislatura bonaerense con las bancas de la diputada Verónica Barbieri y su par Mauricio Vivani y la del senador Gabino Tapia.

Quienes lo enfrentan reconocen su gestión eficiente en Vicente López y su trayectoria dentro del PRO, aunque observan deficiencias en torno a un bajo nivel de conocimiento en la provincia y un apellido vinculado a las políticas de ajuste que impulsó su primo, Mauricio Macri, en el ejercicio de la presidencia. “En la provincia de Buenos Aires, sobre todo el conurbano, el nombre tiene una connotación negativa”, dicen fuentes del sector que pretenden disputarle espacios de poder.  

Al igual que su par de Vicente López, Posse cuenta con uno de los mejores niveles de aprobación de su gobierno entre sus pares, pero le achacan poca influencia en el electorado, más allá de San Isidro. Hoy, mantiene una alianza política con el senador radical Martín Lousteau y Monzó, con quienes co-dirige el bloque de legisladores y legisladoras bonaerenses de Cambio Federal, integrado por Walter Carusso, Fernando Pérez, María Elena Torresi, Guillermo Bardón y Martín Domínguez Yelpo. 

La ratificación de su candidatura en 2023 estará íntimamente relacionada a los resultados que obtenga en la votación de las nuevas autoridades del histórico partido el próximo 21 de marzo, instancia en la que enfrentará al presidente del bloque de Juntos por el Cambio en la Cámara de Diputados de la provincia, Maximiliano Abad. “Tenemos una lista soñada, bien amalgamada y que contempla el equilibrio y las distintas representaciones”, aseguró el jefe comunal, que comparte nómina con Danya Tavela, en diálogo con Letra P. 

Monzó también se anotó en la grilla. Su estrategia consta, primero, de recomponer el vínculo con la exgobernadora Vidal, muy dañado después del ninguneo que sufrió por parte de la entonces mandataria bonaerense en el cierre de listas de 2019. Segundo, convencerla de que encabece la lista de candidatos y candidatas a la Cámara baja nacional, para luego armar una especie de “fórmula” para compartir la campaña y patear para 2023 una guerra en Juntos por el Cambio que, de otro modo, podría adelantarse a 2021 con la provincia como campo de batalla.

En el vidalismo confirman que desde hace un tiempo liman viejos resquemores, como parte de un plan conjunto de fortalecer la alianza amplia que los une, aunque descartan toda posibilidad de compartir una fórmula. “A Monzó le gustaría ser el vice de María Eugenia y a mí, compartir equipo de fútbol con Cristiano Ronaldo, pero entiendo mis limitaciones”, ironizó ante una consulta de este medio un hombre que trabaja de manera cotidiana con la exmandataria. 

De la Torre es el cuarto con ADN bonaerense que manifestó sus intenciones de ser gobernador. Exintendente de San Miguel, logró retener el distrito a través de su delfín político, Jaime Méndez, y una banca en la Legislatura bonaerense con Catalina Buitagro, aunque no pudo cumplir el principal objetivo por el que arribó, a mediados de 2016, al gobierno de Vidal: ampliar la oposición con representantes de extracción peronista. Pese a ello, hoy está detrás, nuevamente, de ese objetivo. 

Con base en la Ciudad de Buenos Aires también se anotaron en la larga carrera electoral Santilli, Carrió y Ritondo. El primero, pese a su ostracismo luego de sus primeras incursiones al otro lado de la General Paz, mantiene uno de los mejores índices de imagen y conocimiento en la provincia, algo en lo que coinciden algunos de sus detractores bonaerenses, y cuenta con el aval del jefe político de una buena porción del amplio sector de la oposición, Horacio Rodríguez Larreta, quien lo envío a explorar nuevo territorio con intenciones de reforzar su proyecto nacional. Aun así, en tierra de Manuel Dorrego y otros patriotas del federalismo rioplatense, lo miden a la distancia y lo marcan como un porteño que no conoce las problemáticas bonaerenses. “La provincia necesita un candidato de la provincia”, advierten al otro lado. 

Ritondo blande la bandera de la lucha contra la inseguridad e intenta vincular su nombre a otras temáticas como principal plan para instalarse en la provincia, mientras busca apuntalar su imagen en las ocho secciones electorales con próximas paradas en Mar del Plata y Balcarce, distritos de la Quinta. Todo, con la ayuda de la estructura de Vidal, su jefa política. En el mapa que traza junto a su mesa chica también figura un mojón clave en la carrera de largo aliento: las elecciones de medio término, en las que busca colar dirigentes propios y reforzar el armado en la Legislatura a partir de la renovación del mandato de Matías Ranzini. 

Luego de anunciar su retiro de la política, la titular de la Coalición Cívica y cofundadora de Cambiemos dijo que será candidata en las elecciones legislativas de este año en la provincia de Buenos Aires y lanzó, incluso, su postulación para la gobernación del distrito en 2023. “Estoy dispuesta a ser candidata a gobernadora en la provincia, si fuera necesario”, le dijo a La Nación.

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