Messi nos mira y como que no entiende nada

Por: Carlos M. Reymundo Roberts. Desde este humilde espacio –o plataforma, para que suene más techie– hago un ferviente llamado a la solidaridad. 

La urgencia de la hora así lo reclama. Convoco al pueblo argentino, desde La Quiaca hasta los campos de Lázaro Báez, desde la Cordillera hasta el coto recaudador de Massita en la Aduana; a todos los estamentos, instituciones y ONG; a los distintos credos, a los que ya no creen en nada, a los estoicos que siguen viviendo acá, a los que han convertido a Ezeiza en aeropuerto de salida, a propios, a extraños, en fin, a hombres y mujeres de bien, y del mal también, a unirnos para elevar una plegaria a nuestros gobernantes: señores del poder, ahora que han llegado al país, para festejar con nosotros, los campeones del mundo, ¿podrían ser tan amables de disimular un poco? En serio, es por un rato, por unos días. No les estamos pidiendo tanto: que se llamen a silencio, que se muestren mínimamente razonables –es decir, que no se muestren, que se guarden–, cosa de no hacer papelones. La Scaloneta vino a visitarnos, a compartir la gran Copa, y ustedes la reciben con semejante berenjenal. Esta semana yo iba leyendo las noticias y pensaba: ojalá que a Messi lo tengan entretenido con asados y de acá para allá; porque imagínense lo que es pasar de Macron a Alberto, de París a la Santiago del Estero by Zamora, del euro a los restos humeantes del peso. Alguien escribió en Twitter: vino Messi y aflojó el calor, llovió en el campo y volvió la luz. Bien por ese optimista. Yo tiendo a ver el vaso medio vacío: desde que llegó, Kicillof y Berni zamarrearon a Aníbal porque les mandó fuerzas federales para enfrentar la inseguridad; Malena Galmarini, mujer, vocera, escudera y broker de Massita, expuso públicamente su rabieta por las operaciones de la Casa Rosada contra su marido; Alberto inauguró un tren que sale de Mendoza en verano y llega a Buenos Aires en invierno, con la lengua afuera; Alberto se peleó con Chile; Wado de Pedro habló bien de Massita y mal del plan económico de Massita, y, horror de los horrores, el gobierno de la triple pensionada Cristina cargó contra la caja de los jubilados: le manoteó dólares y a cambio le entregó, en pesos, una suma equivalente a 14 toneladas de piedras.

El problema no es que Messi se escandalice, sino que no entiende nada. ¿El Presidente le rema en contra a su ministro de Economía? ¿Kichi y Berni no quieren reforzar la seguridad? ¿Para hacer el mismo trayecto un tren tarda hoy más de lo que tardaba 30 años atrás? ¿Los indignados del “¡con los abuelos, NO!”, en tiempos de Macri, ahora proclaman el “marchen presos, abuelitos”? Claro, Leo vive desde chico fuera del país; como que ha perdido perspectiva. Por suerte, lo ayuda la tecnología: recurre mucho a la inteligencia artificial del ChatGPT, que tiene respuestas para todo. Pone “lawfare” y la traducción remite al informe del lunes del Departamento de Estado, que habla de la “grave corrupción” del gobierno kirchnerista; pone “inflación argentina” y el sistema se disculpa porque no tiene los precios actualizados; “La Cámpora” figura ahí como “agrupación juvenil de señores de 50 años con ideas que ya cumplieron 100 años”; en “Sergio Tomás Massa” aparece un listado de reconocidos ilusionistas; pone “Alberto Ángel Fernández” y el chat no contesta, se tilda.

En un fin de semana XXL siempre hay que dar al menos una buena noticia, y gracias a Dios la encontré. Por el viaje del profesor a República Dominicana y Estados Unidos, desde ayer el Poder Ejecutivo está en manos de Cristina. Durante siete días será Presi y vice; notición para Alberto: una semana entera sin que critique al Gobierno.

Cris es muy responsable y no va a hacer locuras, pero me divierte pensar que ahora tiene la lapicera y a sola firma podría enderezar todo lo que, en su opinión, está torcido. ¿Por dónde empezaría? Primero, declarar vacante la presidencia de la Nación, no mediante un decreto, sino a través de un tuit: ama la simetría; después, destituir a Agustín Rossi, el jefe de Gabinete, para reemplazarlo con Máximo, fanático de esos cargos con poca carga horaria; a Cafierito no hace falta sacarlo: se va solo. ¿Rompería el acuerdo con el FMI? ¿Anularía la suba de tarifas? ¿Se animaría a echar a Massita y designar a Kichi? ¿Le devolvería los dólares a la Anses? ¿Daría marcha atrás con la reducción de planes sociales? ¿Frenaría el juicio a la Corte? Para todo tengo respuestas negativas; me pregunto, entonces, por qué se pelearán tanto. Lo más divertido sería volver a tenerlo a Beto en la oposición, paseándose por los canales y hasta candidateándose con la promesa de aportar nuevas pruebas en las causas contra el clan. Creo que los argentinos, que tanto venimos padeciendo, deberíamos ser premiados con un escenario como ese. El profesor, cabeza de fórmula del Frente de Todos los Excluidos del Kirchnerismo. Cuente con mi voto, compañero.

Cris, deje de relamerse, era en broma. Alberto se llevó la lapicera.

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