Nada para celebrar

Nada para celebrar

Esta semana los datos oficiales confirmaron una caída interanual de la economía para el segundo trimestre que alcanzó un récord del -19,1 por ciento, que superó incluso al mismo período de 2002, que “apenas” significó el -13,5 por ciento. 

La tasa de desempleo abierto alcanzó ahora el 13,1 por ciento, un indicador que no se registraba desde 2004. La caída del PBI según el proyecto de ley de Presupuesto 2021 elaborado por el ministro Martín Guzmán es del -12,1 por ciento, aunque la mayoría de los expertos la ubica por encima del 15 por ciento. Más aún después del supercepo propuesto por el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, convalidado por el presidente Alberto Fernández contra la opinión del propio Guzmán, quien súbitamente pasó de ministro estrella tras la negociación a funcionario devaluado tras la adopción de las nuevas medidas financieras. 

La caída interanual de Brasil se ubica en el -11,4 por ciento y se espera una reducción del PBI para este año del -7 por ciento. La economía de México presenta respectivamente caídas del -18,7 y entre el 8 y el 10 por ciento en el PBI. 

Los pronósticos para el tercer trimestre no son buenos para nuestro país. El cierre del acuerdo de renegociación deuda con tenedores privados externos, lejos de despejar el camino, pasó casi desapercibido. Peor aún, los títulos renegociados se desplomaron en las cotizaciones internacionales. Los seguros de riesgo en dólares se multiplicaron más de cuatro veces y se espera para esta semana incrementos de precios internos con un piso del 15 por ciento. Resultaba difícil esperar otro resultado del supercepo, que de hecho significó una devaluación encubierta de nuestra moneda. 

Adicionalmente, el gobierno adelantó a las empresas endeudadas en dólares que no habrían divisas para hacer frente a los compromisos de este año. Indirectamente les impuso una situación de default. Será muy difícil reconquistar mercados o incrementar exportaciones en esta situación. Y todavía resta lo peor: la renegociación con el FMI. 

Cierto es que buena parte del laberinto en que se encuentra hoy el gobierno argentino es producto de la herencia del macrismo. Sin embargo, no hay ex funcionarios querellados por el desastre económico y la fuga de divisas propiciadas, que significó un ataque letal al empleo y al aparato productivo.

Algunos observadores autorizados especulan con que las sucesivas renegociaciones habrían incluido la impunidad de los funcionarios del gobierno de Cambiemos. El problema del gobierno actual es que debe administrar la herencia y las consecuencias de la pandemia, y debido a su pésimo manejo de las comunicaciones buena parte de la sociedad está a punto de olvidar los desaguisados del macrismo. 

El gobierno de Alberto Fernández sigue demostrando una conmovedora falta de rumbo en materia económica. Las decisiones en las que se ponen todas las fichas pasan desapercibidas o provocan un efecto inverso, como en el caso de la renegociación de la deuda, Vicentín o la reforma judicial. 

Ni siquiera el punto más destacado del programa de Alberto Fernández llegó a buen puerto: la opción por la vida a costas de la economía. Hoy la Argentina se encuentra entre los diez países más afectados por la pandemia, y la situación sanitaria roza el colapso.

Se impone un urgente recálculo. En beneficio de todos, ya que nada bueno espera a los argentinos si la experiencia del Frente de Todos termina en fracaso. 

Comentá la nota