Panorama bonaerense: La Campaña, en el tramo del “Ah pero” y el Conurbano

Panorama bonaerense: La Campaña, en el tramo del “Ah pero” y el Conurbano

Las claves de la última semana: Miuchois indecisos son exvotantes K disconformes. La doble campaña negativa. Cuanto puede mejorar el FdT entre la primera y diciembre. Santilli quiere que Manes salude rápido porque cree que gane y teme fugas radicales a Espert.

El tramo final de la campaña confirmó que, más allá de los gags, slogans y cumbias pegadizas con los que saturan las redes y los medios, oficialistas y opositores tienen serias dificultades para transmitir al menos un dejo de esperanza, esa virtud de futuro que cualquier político debería estar en condiciones de vender. Esa imposibilidad parece haber congelado la competencia bonaerense en el estadio en el que está desde hace semanas, por lo que ahora las miradas se posan en los márgenes de diferencia del domingo que viene y cómo incidirán en noviembre, cuando se juegue el partido por los puntos.

El consultor Lucas Romero (Synopsis), que relevó un 70% de bonaerenses que creen que en el futuro el país irá peor, define así la coyuntura: ¿A quién le va a creer la gente, al oficialismo, que tiene dificultades para resolverle los problemas ahora o a la oposición, que las tuvo en un pasado muy reciente”. Para usar un slogan que popularizó Martín Tetaz, se trata de dos “Ah pero” enfrentados: Ahora lo usa el Frente de Todos para justificarse respecto del gobierno de Mauricio Macri; pero, con otras palabras, antes, en 2019, lo usó Macri respecto del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Por supuesto eso no quiere decir que ambos gobiernos hayan sido lo mismo ni tenido los mismos resultados, pero en términos de estrategia electoral ese estado de opinión pública parece la explicación detrás del tono negativo que adquirieron las intervenciones públicas de los candidatos. Todo negativo quiere decir: La exaltación de la propuesta propia resulta indiscernible de la demolición de la ajena. También explica la preocupación por la posibilidad de un ausentismo alto que, como se explicó acá la semana pasada, ganó sobre todo el campamento opositor porque impacta más allí que en el Frente de Todos.

La mayoría de los encuestadores, además, vaticina un triunfo del oficialismo en PBA, algo que no ocurre desde 2005. En términos numéricos, no es tan difícil que un oficialismo gane el medio término, pero se dio poco: La mejor perfomance la tuvo Raúl Alfonsín en 1985 con 43%y la segunda Juntos por el Cambio en 2017 con 41,7%. Con esos antecedentes, en el oficialismo dicen que ganar por un punto y en pandemia  es un triunfo. Y es cierto. Además, nadie, o casi nadie, discute que están “arriba” en intención de voto. La incógnita la introduce el hecho de que en varios sondeos está en el margen de lo reversible.

Hay un dato relevante a tener en cuenta: En esas mismas encuestas, el margen de indecisos, que es relativamente alto, está compuesto sobre todo de oficialistas de 2019, ahora desencantados. No es una mala noticia para el gobierno: Siempre es más fácil convencer a quien ya te votó. También es cierto que se trata de la constatación de una fuga. Como fuere, su opción seguro será clave a la hora de ver no tanto de qué cara cae la moneda sino cuál es la diferencia final. Es que el kirchnerismo rara vez sumó mucho entre PASO y generales y un margen chico podría estimular un “voto útil opositor” en noviembre.

La noche del domingo

En la oposición, Manes insiste en que viene remontando la diferencia que lo separaba de Santilli. Pero la casi totalidad de los consultores opina lo contrario. Hay que tener una cosa vidente en cuenta: Los mismos encuestadores dicen que el clima de apatía les dificulta el trabajo, que no ha sido de lo más preciso en los últimos años, por otra parte. Los radicales –y los peronistas de Dar el Paso- creen que aún hay chances. Y de todos modos especulan con que aun sin alcanzar el objetivo mayor, una distancia corta (cuatro puntos o menos) deja instalado a Manes y mucho más discutido el poder interno hacia adelante. 

En Juntos piensan que pueden ganar la interna hasta por 10 puntos. El territorio que define esa disputa es, sin dudas, el Conurbano. La primera sección, para ser más precisos. Paradoja, también el conurbano, pero la tercera y los cordones dos y tres, más alejados de la CABA, son la base de la diferencia del Kirchnerismo, aunque Kicillof haga una elección relativamente buena en el interior, lo que también ayuda.

En Junto hoy están preocupados por otra cosa: La foto del domingo a la noche. Como habrá bunkers separados, Santilli insiste en que Manes esté allí el mismo 12 y no en tomarse un café el día después. Hay una explicación numerológica detrás de esa obsesión: Algunas encuestas dicen que si el ganador el Santilli, votantes del radical podrían migrar hacia otro candidato en noviembre. El invisibilizado (los medios nacionales lo empujaron y después se olvidaron de él) José Luis Espert podría ser el beneficiado.

 

Por Andrés Lavaselli

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