Luego de cinco jornadas sin bancos en las que conseguir efectivo en los cajeros automáticos fue poco menos que una odisea, la semana que empieza también presentará sus complicaciones.
Luego de cinco jornadas sin bancos en las que conseguir efectivo en los cajeros automáticos fue poco menos que una odisea, la semana que empieza también presentará sus complicaciones.
En particular, para los clientes del Banco Provincia, cuyas sucursales estarán paralizadas hoy y mañana ante la compleja situación que atraviesa su personal. La situación en el Bapro es particularmente grave, ya que, según denuncian en el sector, la entidad estaría en vías de privatizarse y cerrar su Caja de Jubilaciones, corriendo severo riesgo el rol social del Banco.
En paralelo, la Bancaria adelantó que, de no mediar acuerdo con el gobierno bonaerense en lo referente a las mejoras de las condiciones laborales, todas las entidades financieras pararán el viernes.
Asimismo, para el jueves estatales, médicos y docentes amenazan con parar la Provincia. Como ya informamos, el gobierno de María Eugenia Vidal, convocó a una reunión paritaria para mañana, es decir, apenas un día antes de la anunciada huelga.
Sucede que la discusión se limita meramente a lo salarial, con negociaciones que van y vienen entre algunos gremios y sectores del Ejecutivo provincial, permisivos a la estafa de esos sindicatos hacia sus afiliados.
Mientras, los dirigentes que deberían ser dignos representantes de los trabajadores, no plantean lo que urge: la necesidad de un plan estratégico, trabajado en unión con las facultades y mentes brillantes de la Argentina, para sacar de la pobreza a este país rico en su origen.
La protesta, en tanto derecho adquirido y totalmente válida, no conduce a nada si se ahoga en sus propios gritos.
La huelga por la huelga misma no vale si al volver a casa no está el pan sobre la mesa, si los gremios no plantean medidas alternativas, si el paro, lejos de llevarnos a una solución, nos obnubila como esos cantos de sirena que terminaron con Ulises.
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