Los prestadores de salud, ante una crisis terminal

Los prestadores de salud, ante una crisis terminal

Ante una inminente segunda ola de contagios, las instituciones prestadoras están al borde del abismo.

Si hay algo que nos está dejando esta pandemia, es la enorme capacidad de respuesta que han tenido los prestadores de salud para atender a sus pacientes. Enfermeros, médicos, bioquímicos, farmacéuticos, técnicos, personal auxiliar y decenas de actores de las clínicas, sanatorios y hospitales, han respondido de manera heroica para hacer frente a una pandemia que no tiene precedentes recientes. Ellos fueron los verdaderos protagonistas que merecen el mayor reconocimiento.

Ante una inminente segunda ola de contagios, les pediremos que nos sigan cuidando. Pero esta vez podría ocurrir que muchos prestadores de salud no puedan seguir haciéndolo. No porque no quieran, sino porque las instituciones prestadoras de salud están al borde del abismo.

Los prestadores de salud no son la empresa de medicina prepaga, no son las obras sociales, ni la seguridad social. Los prestadores de salud son las clínicas, sanatorios, hospitales y todos los profesionales de la salud que atienden a sus pacientes de manera directa. Los prestadores son los efectores finales del sistema de salud; ellos tienen a cargo el cuidado directo de los pacientes.

Hace años que este sector ve sus necesidades relegadas. El año 2020 y la pandemia no han hecho más que acelerar un proceso que se inició hace tiempo y ha dejado en estado terminal al sector. Partiendo de una crónica situación deficitaria, el aumento de costos y la dramática disminución de sus ingresos en el año 2020, han hecho que su situación sea insostenible.

Para entender la gravedad del problema y sólo a modo de ejemplo con lo ocurrido en el último año, es importante repasar algunos datos relacionados a costos e ingresos del sector. Por el lado de los costos, entre enero y septiembre del 2020, los insumos médicos han aumentado un 52.9%. Si a estos insumos se les agrega los insumos utilizados para atender la pandemia (alcohol, barbijos, máscaras y camisolines, entre otros), el aumento de precios de insumos médicos fue del 101.6% durante el mismo período.

Del lado de los ingresos, en el mismo período, las principales prepagas otorgaron un 8% de aumento a sus prestadores: un 5% en enero y un 3% en marzo de 2020. A esto se sumó la grave caída en la actividad asistencial. A modo de ejemplo, la cantidad de cirugías realizadas disminuyó entre abril y septiembre de 2020 un promedio de 54.5%. Similares caídas han ocurrido en atención ambulatoria, consultas de emergencias y realización de estudios diagnósticos. A modo de resumen: una importante disminución de la actividad asistencial, con un sustancial aumento de costos que no fue acompañado por aumento de precios.

Los prestadores de salud pudieron sortear financieramente el año 2020 por la ayuda del estado a través del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) y por los innumerables ajustes que el sector continúa haciendo. De no haber sido así, muchos sanatorios y clínicas no estarían hoy de pie. Pero ahora la ayuda se ha terminado y no sabemos cómo continuará; lo que sí sabemos, es que sin medidas urgentes de asistencia, el peor de los finales es inminente para la crisis terminal que atraviesa el sector prestador de la salud.

 

Por Sebastián Defranchi

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