Repensar para seguir, seguir para convocar, convocar para luchar

Repensar para seguir, seguir para convocar, convocar para luchar

Fernando Aníbal Protto, analiza los programas de La Falda y Huerta Grande con una perspectiva de época para como indica el título "Repensar para seguir, seguir para convocar, convocar para luchar".

PorFernando Protto.

La Historia del movimiento obrero argentino es extremadamente rica e intensa, aunque relativamente joven en comparación con el resto del mundo occidental, su historia se cargo de avances y retrocesos que lo fueron reconstituyendo y readaptándose según el contexto, para sobrevivir, para luchar o para vencer.

Podríamos y debemos hacer historias integrales, grupales o individuales del Movimiento Obrero Argentino pero ninguna puede perder las perspectivas de las épocas y la función que deben cumplir en los tiempos que corren, entre pandemia, crisis económica y avance neoconservador, en Argentina y el mundo.

Dentro de todas estas historias, vale remontarse a un punto claro y de quiebre en la Historia de las Luchas del Sindicalismo Argentino. Este punto se dio en los años de proscripción del Peronismo y en el proceso conocido como Resistencia Peronista. Nos estamos refiriendo a  los programas de La Falda y Huerta Grande.

El primer programa escrito en Agosto de 1957 y el segundo en Junio de 1962, nos plantean un repensar las  acciones políticas que puede tomar el movimiento obrero en su historia. Criticado por Izquierda por “tibio y no rupturista” con el sistema capitalista, negado por derecha y puesto en el arcón de los recuerdos por el Peronismo tempranamente,  releer estos programas nos permite entender la capacidad instalada (en términos industriales) que puede tener el movimiento obrero argentino para constituirse como alternativa política real dentro de los movimientos de unidad nacional y popular contra las lógicas del neoliberalismo hoy en día. Mucho se ha dicho sobre esto y nada nuevo voy a decir hoy, pero no está mal repasar el ayer, como el deportista de alto rendimiento que vuelve a practicar como un recién iniciado para no perder la mano, aquellos y aquellas que participamos de la actividad sindical, tenemos la obligación de volver a las fuentes, repasarlas y reutilizarlas para nuestra realidad, porque no somos ahora, sino que somos pasado presente y futuro.

En un contexto de persecución a los dirigentes peronistas, con los sindicatos intervenidos o cooptados y con el peronismo proscripto, el movimiento obrero empezó un trabajo de hormiga con sus segundas, terceras líneas o cuerpos de delegados, para la recuperación del trabajo y la dignidad pérdidas por el ascenso al poder de la Revolución Fusiladora en septiembre de 1955. A medida que se fueron recuperando sindicatos, capacidad de organización y logística, la CGT definió un plenario nacional de delegaciones y de las nacientes 62 organizaciones, para organizar la lucha por las conquistas sociales pérdidas, el fin de la proscripción y la persecución de dirigentes y la vuelta de Perón, sino también para plantar banderas ante un movimiento nacional que tenía muchos líderes pero estaba falto de una unidad política. No solo se eligió Córdoba porque era la provincia que se había organizado más rápido, sino por el simbolismo que tenía como provincia para los centros de vacaciones para los obreros. Al igual que Mar del Plata, la provincia Mediterránea fue recuperada de la oligarquía para las vacaciones de los trabajadores y sus familias.  En ese contexto y con dirigentes como Framini, Viel, Atilio López y otros, La Falda dejó un programa de acción política que vale la pena destacar en estos puntos:

“Para la Independencia Económica:

a) Comercio exterior

(…)Control de los productores en las operaciones comerciales con un sentido de defensa de la renta nacional.

 Planificación del proceso en vista a las necesidades del país, en función de su desarrollo histórico, teniendo presente el interés de la clase laboriosa.

Ampliación y diversificación de los mercados internacionales.(…)

(…)Planificación de la comercialización teniendo presente nuestro desarrollo interno.

Integración económica con los pueblos hermanos de Latinoamérica, sobre las bases de las experiencias realizadas.

b) En el orden interno

Política de alto consumo interno; altos salarios, mayor producción para el país con sentido nacional.

Desarrollo de la industria liviana adecuada a las necesidades del país.

Incremento de una política económica tendiente a lograr la consolidación de la industria pesada, base de cualquier desarrollo futuro.

Política energética nacional; para ello se hace indispensable la nacionalización de las fuentes naturales de energía y su explotación en función de las necesidades del desarrollo del país. (…)

Control centralizado del crédito por parte del Estado, adecuándolo a un plan de desarrollo integral de la economía con vistas a los intereses de los trabajadores.

Programa agrario, sintetizado en: mecanización del agro, «tendencia de la industria nacional», expropiación del latifundio y extensión del cooperativismo agrario, en procura de que la tierra sea de quien la trabaja.

c) Para la Justicia Social

(…)Reformas de la legislación laboral tendientes a adecuarla al momento histórico y de acuerdo al plan general de transformación popular de la realidad argentina.(…)

d) Para la Soberanía Política

Elaboración del gran plan político-económico-social de la realidad argentina, que reconozca la presencia del movimiento obrero como fuerza fundamental nacional, a través de su participación hegemónica en la confección y dirección del mismo.(…)

(…)Dirección de la acción hacia un entendimiento integral (político-económico) con las naciones hermanas latinoamericanas.

Acción política que reemplace las divisiones artificiales internas, basadas en el federalismo liberal y falso.(…)”

 

No elegí al azar lo que salió del programa, sino aquello que con visión de futuro un movimiento obrero perseguido pero organizado entendía que debían ser las políticas de estado de cara al presente y el futuro. Y por qué aclaro lo de visión de futuro, porque 50 años después los seguimos debatiendo, porque la presión y el poder de los grandes grupos económicos y políticos, que rompieron el camino creado entre 1946 y 1955, sostuvieron un sistema de dependencia social, política y económica que deja a la Argentina en la misma situación, aunque los gobiernos cambien o logren realizar algunas modificaciones. Si no se logra romper con la matriz dependiente de nuestra economía y cultura, lo planteado en el programa seguirá como una deuda pendiente.

Es en este punto, en la misma Córdoba (otra ciudad, Huerta Grande), 5 años después, con otro contexto político para los partidos del régimen (Golpe a Frondizi) y económico (aplicación del Desarrollismo) pero con la misma situación para un movimiento obrero perseguido, encarcelado y proscripto (aplicación del Plan CONINTES y anulación de las elecciones de 1962). Los sectores obreros volvieron a organizarse para debatir un nuevo programa político, económico y social, porque resistir no significaba aguantar, sino también pensar, organizar y actuar.

En este contexto surge el Programa de Huerta Grande, el más revolucionario para muchos analistas políticos e historiadores, pero que nos interesa destacar lo siguiente de sus 10 puntos:

1. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado.

2. Implantar el control estatal sobre el comercio exterior (…)

4. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales.

5. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo.

6. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción.(…)

9. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales.

10. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.

Destacar estos puntos nos sirve para comprender lo que el Movimiento Obrero Argentino pensaba del rol del estado, podríamos decir (como plantea la izquierda) que no quebraba con el sistema capitalista, pero que  lo ponía bajo control obrero y popular, la revolución no era una abstracción, porque a su manera muchos obreros y obreras lo habían vivido con sus familias en los años del peronismo a su manera, porque habían logrado ser reconocidos, compensados y empoderados después de tantos años de lucha y sufrimientos. Porque cada conquista lograda ya no era un lujo, sino un derecho consagrado por el estado, por las organizaciones sindicales y por el pueblo organizado.

Entender La Falda y Huerta Grande es entender todo lo que vino después. Las luchas de la FOTIA, los Ferroviarios, el Cordobazo, la vuelta de Perón, el paro a Celestino Rodrigo y López Rega, la desaparición de dirigentes sindicales, comisiones internas y delegados/das, la reorganización de 1979, la CGT Brasil, los paros a Alfonsín y su plan económico, la aparición de la CTA y el MTA, el 2001, el crecimiento de los afiliados y afiliadas, las nuevas luchas, Corriente Federal, el F21 y tantas otras organizaciones, acciones y luchas que el pueblo, a través de sus distintas organizaciones sindicales y sociales fueron danto. No hay movimiento piquetero sin movimiento sindical anterior, no hay Techo, Tierra y Trabajo sin organización sindical anterior, no hay salida a la crisis sin pueblo y trabajadores/ras participando de la discusión.

Repasar nuestra historia, para seguir hacia adelante, nos permite entender que no hay una PATRIA LIBRE, JUSTA Y SOBERANA posible si el pueblo no entiende que está en sus manos la riendas de su futuro, dándose cuenta que tiene las herramientas para construir política y apostando a un modelo que sean para el bien de todos y no para el mal de nadie.

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