Salarios: aumentan en dólares, pero no el poder de compra

Salarios: aumentan en dólares, pero no el poder de compra

Son cifras hasta febrero de la Universidad de Cuyo. El fenómeno incide tanto en los ingresos como en la competitividad.

Por JULIÁN BLEJMAR 

Entre enero y febrero los salarios tuvieron una caída de su poder adquisitivo del 1,6 por ciento de su poder adquisitivo, aunque al comparar con la evolución del tipo de cambio oficial mayorista se registra en los mismos una mejora interanual, en dólares oficiales, del 27 por ciento y que desciende al 10,3 por ciento si se mide respecto del tipo de cambio paralelo. Las cifras corresponden al último informe del Observatorio Económico Regional Urbano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO y exhiben el complejo panorama salarial por el que atraviesa la economía, en el que el retraso del poder adquisitivo del salario real se combina con un creciente retraso en el tipo de cambio debido a que el Gobierno mantiene su política, favorable a los ingresos, de devaluar el peso por debajo de los índices de inflación.

Esta política monetaria significa, en otras palabras, no sumar a la inflación los costos empresariales derivados de un mayor aumento en el precio de los dólares oficiales, algo que, sin embargo, no logró impedir la caída del salario real medida por la Uncuyo hasta febrero, que se habría extendido a marzo y abril con la inflación del 6,7 por ciento y cerca del 6 por ciento, respectivamente. Como tampoco logró frenar la caída producida en 2021, que fue del 2,3 por ciento en el caso de los salarios de los trabajadores registrados del sector privado, y del 7,1 por ciento en el caso de los no registrados.

La situación tiene como correlato una pérdida del peso del consumo interno en la demanda. Pero, además, de sostenerse el aumento del salario medido en términos de dólar, implicaría otra dificultad, sobre todo por el incremento a partir del pasado miércoles de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. Se trata, específicamente, de la pérdida de competitividad en la exportación, sobre todo de las manufacturas de origen industrial, sumada a mayores presiones importadoras por el mayor poder adquisitivo en dólares. Si bien el salario no es el único componente que incide en la competitividad argentina, que se mide por el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) en base al precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los principales 12 socios comerciales del país, su aumento en dólares incide en la sensible pérdida experimentada durante el último año.

Sucede que de acuerdo al último informe del Banco Central, el actual ITCRM posee un índice de 97,86, el cual lo ubica en una posición aun competitiva, pues incluso con la fuerte devaluación inicial del macrismo el mismo se encontraba en 96,03, pero, al quedar por debajo del índice 100, se sitúa en los menores registros desde la devaluación de mayo de 2018, como así también de todo el ciclo de crecimiento del período comprendido entre 2002 y 2014.

 

 

Así y todo, incluso con el riesgo de seguir aumentando la pérdida de competitividad por un aumento mensual de la inflación superior a la tasa de devaluación del peso operada por el Banco Central, esta política monetaria del Gobierno sostiene un sesgo progresista, como no disminuir aún más el poder adquisitivo de los salarios incrementando la inflación que produciría una devaluación.

Pero el desafío de cara al futuro pareciera ser no solo el incremento del poder adquisitivo del salario real, sino también de evitar que el mismo no continúe perdiendo su nivel de competitividad, cuestiones ambas que se ligan directamente a la reducción de la inflación, como así también a una eficaz intervención en la administración de la política cambiaria y la gestión de las divisas que ingresan al país.

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