Sturzenegger, Juntos y el modelo de país que quisieron (y ahora quieren) imponer

Sturzenegger, Juntos y el modelo de país que quisieron (y ahora quieren) imponer

Un artículo del economista publicado ayer evoca peligrosamente la idea del manejo totalitario y fascista del Estado, al tiempo que plantea un retorno a las prácticas delictivas y de persecución que afectaron al Grupo Indalo.

¿Cuánto cinismo puede ejercitarse en forma indolente? ¿Cuánta impunidad es mucha? ¿En qué medida puede ser deseable para alguien que busca regresar al poder la quimera de un país totalitario, fascista, de baja intensidad democrática? ¿De qué es capaz un grupo de dirigentes políticos para imponer su forma de pensar por sobre las voces que les son divergentes? ¿Cómo se hace para silenciar a un grupo de medios?

¿Cómo silenciar a una persona que opina distinto y ejerce su derecho de opinión? ¿Qué clase de convivencia ciudadana imagina cuando plantea como única salida deseable la hegemonía del que ostenta el poder de turno? ¿Qué concepción puede cultivarse al calor de la incomodidad que causa un mundo periodístico, político, sindical o empresario que no necesariamente comulga con lo que dicta el gobernante?

¿Qué tipo de obstáculo le plantean a Stuzenegger las ideas de un referente como Grabois? ¿O acaso piensa que habría que acabar con las voces que piensan distinto como se hizo lamentablemente con los 30.000 detenidos desaparecidos por la última dictadura cívico militar? ¿Qué opinan de este tipo de planteos lo candidatos a la presidencia? ¿Qué opinión tienen del país que intentó implementar Juntos por el Cambio, los candidatos Larreta, Bullrich, Manes, Morales o incluso el propio presidente Alberto Fernández?

Reescribiendo la historia

En una nota publicada en el día de ayer en el diario Perfil titulada “¿Es posible cerrar la grieta?”, el exdiputado de Juntos por el Cambio Federico Sturzenegger hace referencia a un hecho ocurrido allá por 2015, cuando el ex presidente Mauricio Macri aún no había llegado al poder. El ex banquero central escribe que, en aquella oportunidad, concurrió a una cena con Roberto Dromi, a quien, sostiene que no conocía personalmente, pero que sabía que “había sido el estratega jurídico de las reformas de la primera presidencia de Menem”.

Comenta en su artículo que, en aquella cena, mientras Dromi mensuraba verbalmente las posibilidades de que Macri llegase a la presidencia, ahí mismo, con todos los comensales presentes, el propio Dromi “se despachó con lo que consideraba eran las diez primeras cosas que la nueva administración (macrista) debía hacer”.

Escribe Sturzenegger: “Recuerdo que el primer ítem en su lista fue “expropiar C5N”; el segundo, “intervenir los hoteles de Cristina”, y así”. Y continúa Sturzenegger: “La lista de Dromi no era una de tareas a realizar, sino de cómo licuar los recursos y el poder de quienes él pensaba los usarían en contra del futuro gobierno. En ese momento pensé que aquello era una locura”.

La maquinaria de la persecución

Sturzenegger escribe en su artículo, echando mano de viejos pensamientos, poniendo en valor aquellas ideas que, parece, en su opinión, vuelven a tomar valor para tratar de zanjar la pregunta sobre la grieta. Al margen de propuestas de carácter económico que podrían ser parte de un debate más amplio, es notable la enorme vocación totalitaria que despliega, palabra tras palabra, a la hora de plantear la Argentina deseable para los próximos años, una Argentina sin voces que puedan pensar distinto porque “bloquean”.

“¿Debiera ser un objetivo del nuevo gobierno cerrar la grieta? A decir verdad, no me queda claro si la grieta de la que se habla es con los K, con el peronismo, con los sindicatos, con los empresarios o con Grabois. Tampoco si es posible cerrar la grieta con todos a la vez. Pero dejemos de lado esas sutilezas y asumamos que se refiere a alguno o a todos ellos”, escribe el exfuncionario cambiemita y agrega: “Para algunos, es imprescindible cerrar la grieta: para avanzar con las reformas, se necesitan consensos básicos y evitar bloqueos”.

La única verdad es la realidad

Es notable y cínica la intervención del ex presidente del BCRA. Nada dice Sturzenegger de algo relevante: los consejos de Dromi fueron seguidos al pie de la letra iniciando una verdadera cacería con el Grupo Indalo con una salvedad: en lugar de una expropiación, lo que buscó el gobierno de Cambiemos fue primero el desapoderamiento de las empresas del Grupo Indalo -entre ellas C5N-, para posteriormente quedársela y entregársela a algún amigo o conocido.

Fue, si se lo piensa, una metodología similar a la utilizada con Oil Combustibles. Mediante YPF, el ex operador judicial macrista y prófugo Fabián Pepín Rodríguez Simón utilizó a la petrolera estatal para quedarse con los activos de Oil Combustibles y posteriormente, utilizando la estructura estatal, hacer negocios con amigos. Si se lo piensa, fue “Pepín” el ejecutor de aquél decálogo de Dromi evocado por Sturzenegger. Por esa misma razón, Pepín Rodríguez Simón está, hoy, prófugo de la justicia.

Pero lo que sorprende de Sturzenegger es su fuerte desmemoria, casi un olvido intencional.

En un acto que podría sorprender al más perverso y criminal de los referentes políticos, el economista lleva aún más lejos su alto cinismo cuando sostiene en el artículo: “Es por ello que cuando escucho que esto se va a resolver “cerrando la grieta”, me viene a la memoria aquella cena con Dromi. Hoy en día, su receta no me parece tan loca ni descabellada. A veces pienso que es el único camino posible”.

La verdad y el intento por ocultarla

Si bien la persecución al Grupo Indalo abarcó numerosos grupos de tareas desde distintas reparticiones del Estado macrista, en lo que le cabe al propio Sturzeneger, y ateniéndonos solamente a la mención que hiciese en su artículo publicado en Perfil, tal vez convenga mencionar algunos puntos que él parece -convenientemente- olvidar:

1-Como presidente del BCRA, allá por 2016, Sturzenegger fue parte de la maniobra que buscó afectar -y lo hizo- financieramente a las empresas del Grupo Indalo, en este caso, en particular, llevar a la quiebra al Banco Finansur, cuyo accionista controlante era el mismo Grupo Indalo. Fue Sturzenegger al frente del BCRA quien ejecutó e implementó diversas decisiones que afectaron el normal funcionamiento de la entidad. Tras los embates del periodismo macrista para el Banco Finansur, la erosión de su imagen y confianza pública y la estrategia de acrecentar la desconfianza de las principales empresas que tenían cuentas e inversiones en la entidad, entre 2016 y 2017, el BCRA definió la coadministración, para luego impulsar la intervención del banco.

En noviembre de 2017, fue Sturzenegger quien, dando un paso más en la persecución del Grupo Indalo, suspendió las operaciones de Banco Finansur “por incumplimiento en los plazos en el plan de recapitalización acordado con la entidad”. Según el BCRA, la decisión adoptada en aquél momento por la entidad que conducía, se enmarcaba “en la necesidad de defender los derechos de sus depositantes”.

En marzo de 2018, el Banco Finansur fue intervenido por el Banco Central de la República Argentina, lo que dio comienzo al proceso especial de liquidación. Curiosamente a fines de marzo de 2018, dos semanas después de que se levantara la inhibición de Finansur para permitir que otro banco absorba sus depósitos y empleados, el juez titular del Juzgado Nacional en lo Comercial, pidió la quiebra de la entidad. Según consta en las publicaciones de aquél momento, esa medida “fue sugerida por el Banco Central” que conducía Sturzenegger, que había aprobado una oferta de compra de parte del Banco Galicia, luego de tener conformidad de los veedores judiciales del grupo del empresario, y cuyos accionistas estaban detenidos ilegalmente en Ezeiza. Huelga decir que esa entidad financiera era la utilizada para que cobrasen su salario los empleados del Grupo Indalo.

El ataque a C5N

Pero en su artículo, Sturzenegger regresa al tema C5N, la supuesta idea de la expropiación. ¿Habrá que avisarle que en la persecución al Grupo Indalo, se hicieron todos los intentos para destruir el canal? ¿Habrá que decirle que en lugar de expropiarla se intentó apoderarse de la empresa para luego cedérsela a un grupo de empresarios amigos o testaferros macristas? ¿Tendrá idea Sturzenegger que Cambiemos no logró su cometido no porque no lo hayan intentado, sino porque hubo un grupo humano convencido con su tarea, su rol, su compromiso con el pueblo, su valentía ante las más bajas acciones desarrolladas por el estado en su conjunto? ¿Qué responsabilidad podría caberle entonces al Poder Ejecutivo, los sectores del Poder Judicial y silencio cómplice del Poder Legislativo, tanto de los representantes del gobierno, como los que representaban al Frente para la Victoria?

Acorralar al Grupo Indalo

Basta una sencilla enumeración de lo que fueron los embates iniciales para asfixiar a C5N durante 2016 y 2017 para darse cuenta del cinismo de Sturzenegger. En pos de lograr la expropiación de C5N, este canal fue el único al que le denegaron el derecho de canje de pauta publicitaria que sí estaba disponible y vigente para el resto de la grilla. Lo mismo con la prácticamente nula pauta publicitaria nacional que recibió el canal en ese período a pesar de los niveles de audiencia que crecían en forma sustancial. Por supuesto, durante este tiempo, los accionistas del Grupo Indalo permanecían detenidos ilegalmente y a ello se sumaba las decisiones de carácter irregular tomadas por el juzgado comercial que entendía en las causas.

La peligrosa vocación por la mentira

Por estas semanas comienzan a escucharse las voces de aquellos que apelan a nuestra desmemoria. Se presentan como impulsores de nuevas ideas, si bien son los mismos que dejaron el poder en 2019 con un país con fuertes niveles de pobreza, desindustrialización y endeudamiento. Lo agraviante, es que en casos como el mencionado más arriba, también se apela a la impunidad, a la arriesgada tarea de intentar legitimar un accionar delictivo en la porfía de conseguir supuestos consensos necesarios para dejar a un lado la “grieta”. ¿Acaso no es eso más peligroso que cualquier otra cosa? ¿Qué clase de planteo totalitario, fascista, de baja intensidad democrática puede camuflarse debajo de la supuesta idea de rechazar la grieta? ¿De qué es capaz un grupo de dirigentes políticos para imponer su forma de pensar por sobre las voces que les son divergentes? ¿Cómo se hace para silenciar a un grupo de medios? ¿Cómo se silencia a una persona que opina distinto? Un pasado al que no queremos regresar.

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