España sufre por primera vez a EI: 13 muertos en plena Barcelona

España sufre por primera vez a EI: 13 muertos en plena Barcelona

Una camioneta al mando de terroristas embistió a decenas de personas que caminaban por la avenida de La Rambla y sembró el caos en el centro de la ciudad; en la madrugada, cuatro terroristas fueron abatidos en Cambrils

ADRID.- Fue un zarpazo de horror. El grupo terrorista Estado Islámico (EI) debutó ayer en España con un verdadero baño de sangre. Un ataque con atropello masivo, al igual que los ocurridos en otras ciudades europeas, pero esta vez en el corazón de Barcelona y en uno de sus principales atractivos turísticos: el Paseo de Las Ramblas.

La policía catalana (los Mossos de Escuadra) confirmó anoche que hubo 13 muertos, entre ellos, un chico de tres años. Los heridos superan el centenar; 15 de ellos están en grave estado. Hay dos argentinos entre los heridos, pero están fuera de peligro, según informó la embajada.

El ataque, que sacudió al mundo entero, ocurrió minutos después de las 17, en un paseo repleto de peatones. En cuestión de segundos el lugar se convirtió en un infierno de sangre y terror. Un reguero de cuerpos quedó sobre la calle tras el paso asesino de una camioneta que avanzó a toda velocidad.

Pudo recorrer más de 500 metros, según los testigos, haciendo "eses" a su paso para alcanzar la mayor cantidad posible de gente. El grupo jihadista Estado Islámico (EI) se atribuyó el atentado, el primero que concreta en España.

Según las autoridades, el conductor de la camioneta seguía prófugo. Dos supuestos terroristas fueron detenidos y una cuarta persona resultó muerta "en un cruce de disparos" con la policía.

En la madrugada, en Cambrils, a 100 kilómetros de Barcelona, fueron abatidos cuatro jihadistas que habían atropellado al menos a siete personas.

El ataque fue a las cinco de la tarde. Siete horas después, pasada la medianoche española, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, condenó el "salvaje" atentado y llamó a la unidad de los españoles. De hecho, la "unidad" fue una idea que repitió a lo largo de su breve comparecencia, en la que además anunció tres días de luto.

"Los españoles hemos dado otras batallas al terrorismo y siempre las hemos ganado. Los españoles vamos a vencer", dijo. A través de las redes sociales llegó la condena del rey. El joven Felipe VI eligió palabras muy duras. "Son unos asesinos. Toda España es Barcelona", sostuvo el texto firmado por la casa real.

Queda claro que EI se adjudicó el atentado. Pero sus características y tramado eran objeto de hipótesis que parecían ampliarse. La autoría inicialmente atribuida a un "lobo solitario" decrecía en favor de la posibilidad de algo más extendido.

En aval de esa teoría apunta el hecho de que los autores del atentado usaron dos camionetas, ambas de color blanco y de alquiler. Una de ellas quedó estampada en La Rambla. La otra, que previsiblemente se usaría para una frustrada fuga, fue encontrada poco después.

En esa línea apuntaba la policía catalana, que al caer la noche sorprendió al vincular lo ocurrido con un ataque sucedido en la mañana, cuando estalló una vivienda en la cercana localidad de Alcanar.

"Para nosotros, los dos hechos están vinculados", dijo el jefe policial Josep Lluís Trappero. No quedaba claro cómo ni por qué. Pero lo ocurrido ya cobraba un aire de conspiración. Algo más complejo que la bárbara inspiración de un solitario. Esa sensación se amplió a la medianoche, con un operativo en la localidad de Cambrils, a 100 kilómetros. Según se informó, cuatro terroristas resultaron muertos en un tiroteo con la policía luego de atropellar a peatones en esa localidad, sin dejar víctimas. También se reportó que llevaban un cinturón de explosivos.

Lo cierto es que la cantidad y la condición de los implicados en el ataque de Barcelona no parecían claras. Uno de los detenidos fue identificado como Driss Oukabir, un francés nacido en Marsella con residencia legal en España que no tenía más antecedentes que una denuncia por violencia de género.

Su imagen se difundió a poco de ocurrido el ataque, señalado como el responsable de alquilar una de las camionetas, de acuerdo con la documentación usada para ese trámite. Pero todo eso se puso en entredicho cuando el propio Oukabir se presentó en una comisaría para decir que no se había movido de su barrio y que le habían robado los documentos. Quedó detenido. Del resto poco y nada se sabe con certeza.

En pleno verano europeo, y en una jornada sumamente calurosa que invitaba al descanso, la tragedia llegó como un zarpazo que en un principio costó asimilar. "¡Corran! ¡Salgan de aquí!", gritaron los primeros en comprender lo que ocurría. "Resguárdense. No salgan de sus domicilios. Estamos ante un atentado terrorista", avisó la policía a través de megáfonos. El espanto se colaba por las ventanas en plena siesta. El centro de la ciudad quedó acordonado en un amplio operativo de seguridad. En realidad, se temía la posibilidad de otro atentado. En un perímetro de un kilómetro todo se bloqueó: las calles se cerraron, al igual que trenes subterráneos.

Fue un estruendo de ambulancias, sirenas de policía y helicópteros de seguridad que sobrevolaban la zona bajo vigilancia. Aun así, y pese a la feroz cacería de largas horas, para la noche se hizo evidente que el conductor de la furgoneta había logrado escapar.

España estaba en "alerta cuatro" sobre una escala máxima de cinco de alerta terrorista. De inmediato se activaron los protocolos del caso. Entre ellos, el llamado Gavia, que coordina operaciones con todas las policías del país y el CNI, la central de inteligencia nacional.

Con el paso de las horas hubo un notable cambio de ritmo en la difusión de datos y se impuso un hermetismo mayor. Muchos de los testigos que dieron cuenta de lo ocurrido eran argentinos. Pero, de acuerdo con la información preliminar, sólo dos de ellos se encuentran entre los afectados. Una mujer que sufrió fractura de cadera y un hombre de 37 años que resultó con heridas leves y que abandonó el hospital poco después.

Al igual que ocurrió en Londres semanas atrás, el pánico inicial llevó a que en pleno terror numerosas personas buscaran refugio en locales y restaurantes de la zona. Quedaron allí durante horas.

La policía las dejó salir luego de comprobar que no había peligro y que entre ellas no se había ocultado ninguno de los responsables.

"El peor problema era causar daños a personas inocentes", dijeron fuentes policiales al explicar cómo pudo ocurrir que la camioneta recorriera medio kilómetro a toda velocidad en pleno centro de la ciudad sin ser detenida y que su conductor lograra darse a la fuga.

Pasada la medianoche, nada del bullicio habitual quedaba en el centro de la ciudad catalana. Las ambulancias habían recogido los cuerpos y los forenses trabajaban sobre las pistas orgánicas que quedaban en el lugar. Si de algo daban cuenta los vecinos era del silencio que reinaba en el lugar. Trece años después de los atentados del 11-M en los trenes de Atocha, España se encontraba de nuevo con el terrorismo jihadista.

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