Interna peronista sin vacaciones: ya piensan en 2019 y redefinen cómo se paran frente al Gobierno

Interna peronista sin vacaciones: ya piensan en 2019 y redefinen cómo se paran frente al Gobierno

El PJ de los gobernadores y otros referentes le ponen límites a la idea de unidad. Descartan la confluencia con el kirchnerismo. Le reclaman al oficialismo que no tense la situación en el Congreso y que no vaya al choque con los jefes sindicales

Las primeras fotos peronistas de este verano con temperaturas agotadoras alcanzaron para mover la interna y también para alimentar confusiones. Frente a los costos que enfrenta el Gobierno, algunos quisieron ver un panorama alentador para una amplia unidad del peronismo. Duró poco: los contactos de estos días volvieron a dibujar una línea que a trazo grueso divide posiciones entre el frente opositor de extrema dureza, que promueve el kirchnerismo, y la idea de una oposición renovada capaz de exhibirse como alternativa de gobierno, según la aspiración de jefes provinciales y otros referentes.

 Hay más confianza, más esperanza de dar batalla el año que viene. El desgaste del Gobierno es serio y la prueba económica, nada sencilla

Puede sonar más táctico que ideológico, pero el peronismo empezó a emitir algunas señales que colocan la disputa interna en el primer escalón de definiciones con vistas al 2019. Puede sonar también prematuro, pero esa empieza a ser la discusión. Por supuesto, en ese paño impactan las piezas que mueva el Gobierno, los conflictos del día a día –como la tensión con los jefes sindicales- y las propias necesidades. No se trata sólo del papel de Cristina Fernández de Kirchner o del lugar central que buscan consolidar los gobernadores. En todo caso, esa contraposición es lo más visible.

"Hay más confianza, más esperanza de dar batalla el año que viene. El desgaste del Gobierno es serio y la prueba económica, nada sencilla", describe como pulso interno una fuente que participó de varios de los diálogos veraniegos del PJ y que, de todos modos, señala las diferencias de criterios y recetas que están en discusión. Hubo postales para la prensa y contactos más reservados. Los más públicos tuvieron como protagonistas a Miguel Angel Pichetto, Sergio Massa, Diego Bossio y Gustavo Menéndez, de estreno como titular del PJ bonaerense. También entre ellos afloraron matices y enfoques diferentes.

La primera aclaración, repetida, tiene que ver con el criterio de recomposición. Menéndez, por ejemplo, se ha planteado como primer paso de su gestión una amplia agenda de convergencia interna. No es fácil: encabeza la conducción partidaria en el distrito donde el kirchnerismo –Cristina Fernández de Kirchner, en rigor- mantiene su principal capital. Todos entienden aunque no compartan ese ejercicio local, que incluye además diálogos habituales de algunos de sus socios con Máximo Kirchner y otros jefes de La Cámpora. Pero la idea recoge reparos entre los más diplomáticos, y rechazos entre los más frontales, cuando sugiere semejante amplitud a escala nacional.

Los más terminantes en este terreno parecen ser los gobernadores, al menos aquellos que se muestran decididos a perfilar una nueva expresión del PJ. "Renovación es poskirchnerismo", sintetiza un operador del circuito de los jefes provinciales. Asoman posiciones compartidas más allá de los matices en la relación con el gobierno macrista: el salteño Juan Manuel Urtubey, el cordobés Juan Schiaretti, el tucumano Juan Manzur, el entrerriano Gustavo Bordet, el sanjuanino Sergio Uñac, el chaqueño Domingo Peppo, la fueguina Rosana Bertone y el pampeano Carlos Verna, entre otros, expresan desde diferentes posiciones la decisión de dar por cerrado el capítulo K.

Los gobernadores, en líneas generales y antes que nada, se muestran decididos a consolidarse en sus distritos como referencia principal del peronismo orgánico. En todo caso, el mensaje pensando en el 2019 es afirmarse como núcleo del PJ. "Nadie quiere comprarse el problema de Buenos Aires. Cristina es un tema para ellos no para las provincias", dice la misma fuente. Las pulseadas locales con el kirchnerismo, agrega, ya comenzaron a ser saldadas: lo que importa es el liderazgo de cada jefe provincial.

La posición de los gobernadores no es una cuestión menor para Massa, a pesar de los vaivenes de su relación con ellos. El líder del Frente Renovador vio acotado su peso en el Congreso, pero sigue siendo un referente en el difícil tejido de la recomposición peronista. En el primer tramo de enero, aceptó la foto con Gustavo Menéndez y después tuvo un encuentro con Pichetto, ya previsto, pero que disipó algunas nubes no deseadas sobre los alcances de su juego personal.

Menéndez había dicho que alguna vez Massa debería sentarse a hablar con Fernández de Kirchner. La frase, en una charla radial, fue interpretada como un gesto de amplitud ilimitada por la unidad. Cerca de Massa se inclinan por minimizar el tema y hablan de un episodio "sin mala intención". Por el contario, le cargan la repercusión al oficialismo: "Ellos explotan cualquier cosa para tratar de pegarnos con el kirchnerismo. Hace rato que nosotros hablamos de construir algo distinto a Cristina y en oposición al Gobierno", afirman.

Graciela Camaño, voz potente del massismo, salió a rechazar con dureza cualquier posibilidad de entendimiento con el kirchnerismo duro. Y el encuentro posterior de Massa con Pichetto completó el cuadro. A la postal, se agregó la definición sobre la necesidad de construir un peronismo "de centro, nacional y democrático", en palabras del senador.

Massa comparte la idea y en términos de imagen, agrega que es una manera de "rechazar a la derecha del ajuste y a la izquierda sectaria". Linealmente, Macri y la ex presidente. Cree además que Fernández de Kirchner es "funcional" al Gobierno y que lo es sobre todo porque "limita o complica" a la oposición, en especial al peronismo.

Algo parecido escuchó Menéndez por boca de otro de sus recientes interlocutores: Diego Bossio. El diputado peronista, uno de los impulsores originales de un bloque PJ fuera del kirchnerismo, sostiene dos ideas que van a contramano del esquema kirchnerista. Por un lado, prefiere no hablar de "unidad de todos" sino de "regeneración" del peronismo. Y en la misma línea, considera que "no se trata de armar un frente opositor, sino de construir una alternativa de gobierno".

Además, Bossio imagina un futuro más conflictivo entre el kirchnerismo duro y el PJ orgánico de la provincia: la ex presidente cuenta con su armado de Unidad Ciudadana, apostaría a que Máximo Kirchner siga en el Congreso pero como candidato bonaerense y no aceptaría ninguna conducción y menos un liderazgo nacional que no sea ella misma. Es lo que piensan también los gobernadores cuando toman distancia de la idea de unidad o el "todos juntos".

Parte de esta pulseada será definida en el Congreso. En el final de diciembre, la discusión de la reforma del cálculo jubilatorio dejó varias señales. Quedó en claro la dureza del kirchnerismo. También fue visible que no toda la paleta peronista-no kirchnerista- se movió en sintonía con los jefes provinciales: el massismo jugó muy fuerte en contra y varios diputados del PJ se corrieron de la pelea. Y además, se anotó en contrapartida que la cerrada posición K quedó en soledad casi de inmediato frente a otros temas menos conflictivos, como el Presupuesto o la reforma tributaria.

En ese ámbito dinámico, puede decirse, las negociaciones con el Gobierno son determinantes y casi del mismo modo gravitan los movimientos hacia el interior del peronismo, en un sentido amplio. Pichetto se destaca en ese cuadro como "articulador" institucional y también partidario, según coinciden en los distintos circuitos peronistas, aunque también ponderan que no está en carrera para el 2019. No sería competencia.

El mensaje de ese amplio entramado hacia el oficialismo empieza a unificarse al menos en un punto: que no tense la cuerda del Congreso como ocurrió con el tema previsional. Y, por ejemplo, que no insista con la reforma laboral, en medio además de la dura interna de la CGT y de la electricidad creciente en la relación entre el Gobierno y los jefes sindicales.

Por supuesto, la cuestión sindical sigue siendo una pieza mayor para el peronismo."Acá no se trata de los Pata Medina o estos tipos de Bahía Blanca. Son marginales. Pero el Gobierno debe valorar la actitud responsable que tuvo la CGT frente a ellos y no usar esto para ir a una pelea con los gremios", dice uno de los activos protagonistas de los contactos de verano. "Pegan en ese flanco porque el sindicalismo ha sido casi siempre un elemento estructurador en la recomposición peronista", dice otro. El mensaje ya fue enviado al Gobierno.

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