En Nueva Esperanza hay miedo a los cimarrones

En Nueva Esperanza hay miedo a los cimarrones

Muerden a los vecinos y matan al ganado. Le piden al Municipio más controles en toda la meseta.

 

 Los perros cimarrones no le dan tregua a Colonia Rural Nueva Esperanza. Las jaurías atacan a los vecinos que circulan por las calles del barrio y matan al ganado de los crianceros. Desde la comisión vecinal piden que la Municipalidad intervenga con cuadrillas especialmente preparadas para capturar a estos animales sin dueños.

La problemática comenzó el año pasado con un aumento desmedido en la población de los canes, que superó en cantidad a los habitantes del sector, pero en los últimos meses se agravó con un considerable incremento en los ataques, por lo que crece el temor vecinal.

El presidente de la comisión vecinal del barrio, Ever Urrutia, indicó a LM Neuquén que una de las principales razones por las que hay tantos perros es la desidia de la gente de otros barrios, que abandona a las crías de sus mascotas en los microbasurales del sector. “Vienen exclusivamente a tirar la basura y dejar a su suerte a los cachorros”, comentó con indignación.

La sobrepoblación generó que las jaurías deambulen día y noche en búsqueda de comida. A veces se pasean por los alrededores del Complejo Ambiental Neuquén (CAN) y hurgan entre las bolsas de residuos domiciliarios que se encuentran desparramados en el suelo, mientras que en otras ocasiones centran su atención en los cerdos, chivos y aves de corral que crían los productores de la zona.

Si bien también suelen atacar a las personas que circulan por el barrio a pie o en bicicleta, lo cierto es que aún no hubo víctimas de gravedad. Urrutia señaló que representan un riesgo porque, al no haber un control estricto sobre la población canina, pueden transmitir enfermedades que comprometan la salud de la gente.

“Algunos crianceros de la zona faenan los cerdos clandestinamente en sus casas y tiran las achuras por ahí, entonces los perros se las comen, por lo que pueden contraer enfermedades y contagiar a las personas que muerden”, detalló.

El vecinalista aseguró que durante la gestión del ex intendente Martín Farizano había controles permanentes en el barrio. “Armaban cuadrillas para vacunar y desparasitar a los perros y capturar a los que andaban sueltos en la meseta. Fue un trabajo muy bueno que no se sostuvo”, expresó.

Ante la constante amenaza, algunas personas optaron por identificar a los canes y llamar a Zoonosis, que asiste y los captura. Pero otros tomaron un camino más extremo y comenzaron a matarlos a través de distintos métodos.

No matar a los murciélagos rabiosos

En el último mes se detectaron tres casos de murciélagos con rabia en la ciudad, dos en el barrio Cumelén y uno en Santa Genoveva, por lo que la Municipalidad comenzó con una campaña de vacunación de mascotas para evitar que contraigan la enfermedad. Además, alertaron a los vecinos que no intenten cazarlos y recomendaron que, al encontrarse con ellos, llamen a la Dirección de Zoonosis y Vectores para que se hagan cargo de la situación.

La proliferación de murciélagos se da en toda la ciudad, por lo que Colonia Nueva Esperanza no es una excepción. El barrio suma otra problemática, además de los perros cimarrones de la meseta.

Un barrio donde las nuevas familias están en peligro

Colonia Rural Nueva Esperanza es un barrio que ya tiene más de 30 años. Si bien la mayoría de sus lotes están regularizados, comenzaron a surgir tomas en los sectores donde las jaurías tienen mayor actividad y desde la vecinal manifestaron su preocupación.

En la meseta, se establecen entre tres y cuatro familias por día, atraídas por la propaganda del petróleo y la prosperidad neuquina.

Urrutia explicó que se trata de una zona de campo abierto, donde sólo habitan los animales salvajes, por lo que sostuvo que están en un grave peligro. “La gente de las tomas está expuesta, es la ausencia total del Estado”, sentenció.

El vecinalista indicó que, motivadas por la crisis, muchas personas que no pudieron pagar más el alquiler tomaron terrenos en aquel sector de la ciudad. En su desesperación, se instalaron en los alrededores de la laguna El Choconcito. “Toman de su agua, que sólo es apta para riego, por lo que se exponen a contraer cualquier tipo de enfermedad”, contó.

Urrutia indicó que los vecinos desconocen los peligros a los que se exponen, por lo que consideró que es necesario que el Municipio y el gobierno provincial tomen cartas en el asunto, ya que es un trabajo que excede las capacidades de la comisión vecinal. Por eso pide la urgente presencia estatal.

Comentá la nota