Intendentes PJ se unen por una sucesión ordenada por Schiaretti

Un grupo de intendentes, mayoritariamente peronistas, pero también pertenecientes a otros afluentes del oficialismo provincial, empiezan a cohesionarse para impulsar al gobernador como ordenador del juego post 2023. Un sutil desafío a Llaryora como el legatario del Centro Cívico.

Por Felipe Osman.

El “operativo clamor” que semanas atrás empezó a gestarse dentro del peronismo para impulsar una hipotética candidatura presidencial de Schiaretti tiene más de una explicación posible, y fue -en rigor- uno más dentro de un conjunto de acontecimientos que revelan las intenciones de un sector del oficialismo de ubicar al gobernador como el gran ordenador de Hacemos por Córdoba incluso más allá del 2023.

Desde luego, posicionar a Schiaretti como un dirigente con proyección nacional sirve, en términos estrictamente electorales, para dar al espacio una referencia nacional clara de la que carece a la hora de enfrentar un test electoral de medio término.

Conseguir que el electorado vote por fuera de la dicotomía Juntos por el Cambio – Frente de Todos es una tarea harto compleja, y más aún en una provincia tan refractaria hacia el kirchnerismo como lo es Córdoba. Hacerlo sin una perspectiva nacional, sin una “promesa”, puede incluso parecer imposible.

Por lo demás, el 2023 ofrece una comodidad: el futuro es un lugar lejano en el cual las proposiciones no pueden ser contrastadas con la realidad. Hablar de una hipotética proyección nacional del gobernador aún sin intenciones o posibilidades ciertas de hacer esa apuesta ni siquiera entrañaría un engaño.

Por otro lado, contar con la tracción del mandatario provincial en el 2023 potenciaría las chances del peronismo de retener el control del Centro Cívico, y resultaría especialmente provechoso si la oposición conserva, para ese entonces, la unidad que hoy tiene y de la que adoleció en 2019.

Ahora bien, más allá de estos beneficios, hablar hoy de un Schiaretti protagonista en el 2023 implica algo más puertas adentro de Hacemos por Córdoba, y es que será él quien reparta al final de su mandato.

En las últimas semanas, un grupo de intendentes oficialistas ha empezado a cohesionarse con el fin de aportar a la configuración de ese escenario.

Si el llamado “síndrome del pato rengo” del que padecen los dirigentes que se aproximan al final de su mandato sin chances para reelegir produce que quienes forman parte del mismo proyecto político empiecen a disputarse el poder antes de tiempo, lo que intentaría este espacio sería prevenir cualquier síntoma que esa falta de perspectivas a futuro pudiera generar.

Ese programa encierra un sutil desafío al intendente, que hoy se posiciona como el dirigente con mayores chances para liderar la sucesión peronista.

La explicación es sencilla, quienes integran el incipiente armado no quieren sentarse a la mesa del 2023 para negociar, uno a uno, su lugar dentro del esquema que alumbre la renovación. Prefieren, por el contrario, ofrecerse al gobernador como los guardianes de la cuota de poder que Schiaretti conserve una vez concluido su tercer ciclo al frente de la provincia y, llegado el caso, que sea él quien ordene ese tablero.

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