La provincia, entre la alegría oficialista y el enojo opositor

La provincia, entre la alegría oficialista y el enojo opositor

La columna semanal de nuestro corresponsal en la capital de la provincia.

Por: Ricardo Salas. 

La política experimentó un significativo giro con el triunfo de Unión por la Patria (UP) y la reelección de Axel Kicillof como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Este resultado electoral no solo consolidó el poder militante del peronismo, sino que también abrió un fuerte temporal de improvisaciones dentro de Juntos por el Cambio, la principal fuerza opositora a nivel bonaerense.

El vendaval de votos que logró cosechar el oficialismo en favor del ministro/candidato presidencial, Sergio Massa,  dentro de un contexto económico y social muy adverso, barrió con todos los pronósticos.

La agenda semanal reflejó al tigrense moviéndose ya como “nuevo presidente electo” aún cuando todavía falta una veintena de días para la definición del ballottage por el principal sillón de la Casa Rosada, frente a la desorientación política opositora.

“La victoria conjunta de Massa y Kicillof terminó de patear el hormiguero de los amarillos de JxC y marcó un punto de inflexión en la batalla por el liderazgo opositor”, señalan en pasillos de calle 6.

 

Casi al mismo tiempo,  estrategas comunicacionales avisaban del mediático anuncio a las apuradas de la excandidata presidencial y jefa del PRO, Patricia Bullrich, quien decidió acompañar con su voto a su reciente competidor Javier Milei. Ya por esas horas, el “pacto” terminaba por explotar el microclima interno de Juntos respecto del apoyo o no al postulante de La Libertad Avanza.

Casi portando un cronómetro digital, Massa daba por finalizada una reunión con intendentes electos de UxP en el Salón Dorado de la Gobernación que había organizado Kicillof en La Plata, que terminó con una foto de unidad que claramente contrastaba con la división de posturas públicas entre dirigentes del PRO, la UCR y de la Coalición Cívica.

“La provincia no se salva sola: necesitamos que Massa sea el próximo presidente para contar con un gobierno nacional que defienda el plan de transformación bonaerense con obras que permitan mejorar las políticas productivas, de trabajo, seguridad, salud y educación”, concluyeron cerca del gobernador.

La PBA se ha transformado en el bastión electoral “para llevar a Massa a la presidencia” a partir del 10 de diciembre, se entusiasman.

 

De todos modos, los flamantes alcaldes del oficialismo se llevaron “tareas” para sus distritos. No perder la humildad e ir en busca del voto radical para la recta final de la campaña hacia el 19 de noviembre.

“Vamos a salir a buscar votos fuera de la pecera. En principio lo que notamos más directo y razonable son los sectores que están a favor de la democracia, de un proyecto de país y de Provincia que ponga el eje la necesidad de producción, de generación de empleo e industria nacional y no rifarla al mejor postor como proponen Milei y Bullrich, que ahora están juntos”, anticipó el jefe de asesores, Carlos Bianco.

A lo largo de toda su gestión, Kicillof aceitó su vínculo con los intendentes, tanto propios como ajenos. Ese clima de “buena onda” no siempre se alcanzó con los alcaldes amarillos, pero si con los radicales, sobre todo con Miguel Fernández, mandamás de Trenque Lauquen y titular del Foro de Intendentes boina blanca, y reciente compañero de fórmula del macrista Néstor Grindetti en JxC.

El resultado de estas elecciones muestra una clara tendencia: el peronismo mantuvo su influencia en el conurbano, mientras que el radicalismo luchó por retener su base en el interior. El voto libertario también dejó su huella, complicando aún más el panorama político.

 

“Los radicales tenemos claro que con Milei no vamos ni a la esquina”, aclaran portavoces legislativos bonaerenses haciéndose eco de la posible ruptura interna de la coalición opositora.

En ese contexto, los más disciplinados políticamente al expresidente Mauricio Macri apoyaban la decisión de unir fuerzas con el dirigente libertario, mientras radicales y “lilitos” aseguraban que no respaldarán ni a Massa pero con señales claras enarboladas por varios dirigentes de rechazo a cualquier acercamiento con Milei.

También llegaban señales a la Legislatura bonaerense del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quién también se distanció de la decisión de Macri y Bullrich, y se alineó con la neutralidad propuesta por el radicalismo y los gobernadores de la coalición de JxC. Ya de antemano, se sabía que una derrota electoral de Bullrich podía generar un incómodo escenario y abrir la puerta a la incertidumbre.

En el oficialismo parlamentario del peronismo en UxP la temperatura doméstica es otra. En términos políticos, ganar elecciones mejora situaciones, calma ansiedades, distiende atmósferas un poco tensas y, hasta también, permite espiar el futuro con el incomparable abrigo del optimismo.

 

“Massa advirtió el hueco opositor y se metió. Salió a conquistar votantes ajenos con una campaña por la positiva ante el electorado frente al elevado nivel de agresividad de sus oponentes”, interpretan.

“Queremos ponerle la tapa al ataúd del kirchnerismo”, enfatiza Milei, casi en sintonía con Bullrich cuando hablaba de “terminar” con el universo de los K y militaba su propuesta de ajuste.

Ahora otros actores de la oposición hablan de darle “libertad de acción” a sus afiliados o inducir el voto en blanco. Ninguna fuerza política, como quedó demostrado en los últimos años, es dueña del voto del ciudadano común.

Comentá la nota