Tenemos que dejar de interpretar a Cristina Fernández de Kirchner por lo menos por dos años

Tenemos que dejar de interpretar a Cristina Fernández de Kirchner por lo menos por dos años

La vicepresidenta hace bailar al poder en todas sus formas con sus mensajes encriptados. La presunta bendición a Wado de Pedro, el último hit.

PorJuan Rezzano

"¿Bendijo a Wado?", preguntó el autor de esta nota en un grupo de WhatsApp de este portal no bien terminó la entrevista que Cristina Fernández de Kirchner concedió, en la noche de este jueves, a la señal amiga C5N. "Me parece una sobreinterpretación, pero La Remisería está a full", le respondió un editor.

 

"Sobreinterpretación". Ese es el punto. La vicepresidenta había dicho: "Espero que los hijos de la generación diezmada tomen la posta". Alcanzó para que el autor de esta nota, como seguramente tantos miles -acaso algún millón- de habitantes del país de exégetas de CFK, creyera ver allí -leyera, dicho más pretenciosamente-, 48 horas después de que posteara su re-renunciamiento, un guiño de La Jefa del peronismo al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, para que salte del banco de suplentes a la cancha electoral con el bastón de mariscal; para que sea el precandidato presidencial del cristinismo.

¿Y eso? ¿De dónde sale tamaña conjetura? Del siguiente silogismo:

A) La generación diezmada es la que sufrió en carne propia el plan sistemático de aniquilamiento que desplegó la última dictadura cívico militar.

 

 

B) Wado de Pedro es hijo de padre desaparecido y madre desaparecida por ese régimen genocida.

C) CFK espera que Wado de Pedro tome la posta, es decir, que sea su precandidato a la presidencia.

Rebuscadísimo. Un claro ejercicio de sobreinterpretación.

Como se dio en Letra P, es lícito suponer que diálogos como el citado en el arranque de esta nota se hayan replicado en decenas de redacciones a lo largo y a lo ancho del país de exégetas de CFK. Podría pensarse: es lógico, el periodismo algo tiene que escribir y no alcanza con citar declaraciones para que su trabajo esté justificado; tiene que hacer como que está más capacitado que sus audiencias para entender, decodificar y explicar las complejidades de los procesos políticos, económicos, sociales y bla. La exigencia de validar esos títulos lo lleva, muy seguido, a sobregirarse y a ver brujas donde no hay. Sin embargo, La Remisería estaba a full en la noche del jueves y eso prueba que el periodismo no está solo en el país de exégetas de CFK, que tiene un consulado en la mismísima Casa Rosada.

La Remisería se hace llamar el equipo de comunicación del Ministerio del Interior y esa oficina, este jueves a la noche, compartía y hacía circular la sobreinterpretación que hizo, al menos a primera vista, el autor de esta nota: el enigmático lanzado por la vicepresidenta supone la bendición para una precadidatura presidencial de Wado de Pedro.

¿Pero cómo? ¿No es el ministro uno de los cuadros políticos más cercanos a la vice? ¿Esa condición no le permite zafar del trabajo de desencriptación de los mensajes cifrados de La Jefa? ¿No lo habilita a tener información más clara, de primera mano, sobre el pensamiento de Cristina? Se ve que no. El país de exégetas de CFK es, hay que destacarlo, un país de iguales.

Discurso a discurso, acto a acto, carta a carta, la vicepresidenta hace bailar al poder, en sus formas más variadas, al ritmo de sus adivinanzas. ¿Qué quiso decir? ¿A quién se refería? ¿A quién le hablaba? ¿Por qué dijo eso que dijo? ¿Dijo que no pero en realidad quiso decir que sí? ¿Dijo que sí pero porque en realidad cree que no?

Es una rutina agotadora y habitualmente inútil. Solo le sirve a CFK para mantener a la platea expectante y mantenerse ella misma en esa centralidad que tan bien le sienta, aunque el durazno, como buen durazno, venga con pelusa: tanto habla en esa media lengua que cuando, excepcionalmente, necesita dar un mensaje unívoco, como cuando jura y perjura que no será candidata a nada, la literalidad términa yéndose por la canaleta de la sobreinterpretación.

Por eso, acaso sea momento de trabajar en el manejo de la ansiedad y dejar de interpretar a Critina por lo menos por dos años, según la norma Barrionuevo, o, en todo caso, si eso fuera mucho pedir, al menos por cinco semanas, hasta el 24 de junio, cuando vencerá el plazo legal para la presentación de las candidaturas y será la hora de los hechos.

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