Matías Bonelli

El jueves pasado fracasó la esperada reunión del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, y el piso de los sueldos para los trabajadores en blanco continuará congelado en $ 156.000 al menos hasta que se tome alguna determinación al respecto.

Hasta el momento no hay certezas respecto de cómo continuará la historia. El Gobierno no tiene previsto por ahora una nueva convocatoria del Consejo, aunque el presidente Javier Milei descartó también que se vaya a fijar una cifra por decreto, como se había dejado trascender.

Esta falta de movimiento tiene un efecto sobre todo en el monto que el Estado desembolsa por planes sociales -además de las jubilaciones y los trabajadores que quedan dentro de Ganancias-, y también se podría suponer que pegaría en el nivel de consumo.

Los empresarios -una de las patas de negociación del Consejo a través de la UIA-, sin embargo, entienden que la falta de acuerdo no debería implicar ningún efecto extra sobre el comportamiento del consumo. Argumentan que el salario mínimo "no tiene efecto sobre los salarios en general", ya que "cada empresa tiene acuerdos propios con sus empleados a través de acuerdos particulares o de los sindicatos".

Esto, entienden, lleva a que el nivel de compra no dependa de lo que surja del Consejo, sino de lo que ellos mismos pauten con los trabajadores.

Si se sigue esta línea, se observa que hoy -con la vara en los $ 156.000- apenas el 5% de los trabajadores asalariados registrados cobra menos que el salario mínimo. El resto se lleva al bolsillo un básico inicial de convenio que supera esa cifra, es decir que el movimiento del SMVM no tiene impacto.

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La ecuación sí cambia si lo que se observa son los registros de los trabajadores no registrados -hoy cerca del 45% del mundo laboral-, donde las consecuencias sí son complejas, y donde sí debería haber impacto en el poder adquisitivo.

Algunos estudios privados indican que casi el 37% de esas personas cobran menos que el salario mínimo, un escenario que se les complica cada vez más con el avance inflacionario, y que podría llegar a tener cierta mejora si el SMVM creciera, ya que al menos funciona como una referencia.

Cada vez más lejos

Para las empresas, este sector sí queda cada vez más lejos de su alcance, aunque si se mide con la frialdad de los números, la realidad es que hoy ya no representan un segmento importante, ni tampoco un aspiracional a la hora de pensar en captar clientes.

"Desde ya todo suma, pero no podemos decir que hoy ese sector nos signifique algo en cuanto a la participación en el consumo de nuestros productos. Para nosotros es más importante la inflación, que sí tiene un impacto directo sobre el nivel de compra de los trabajadores y que, aunque con diferencias en cada caso, de alguna forma va recomponiendo el salario", dijo un ejecutivo de una multinacional de consumo masivo.

Según los cálculos que manejan los empresarios la inflación se mantendrá bastante cerca del 15%-20% en el corto plazo, contra un movimiento de salarios que no acompañará esa evolución.

Se habla de un primer cuatrimestre complejo y un año en el que se podría ver una baja de 7% en el consumo, cayendo niveles de 2019.

El consumo en supermercados -sin dudas uno de los espejos más representativos- cayó en enero 12%, y podría terminar el año entre cinco y siete puntos abajo, según estimaciones de la consultora Scentia.

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"La inflación le viene ganando al salario y esto genera una baja lógica en el consumo. Mientras más grande sea esa brecha, más dura será la situación; y nada hace pensar que esa brecha se vaya a achicar, sino todo lo contrario", explicó a El Cronista Osvaldo del Río, de Scentia.

Sebastián Menescaldi, director de EcoGo, apunta en este sentido que "a todos los sectores les cayó el ingreso y se acomodan como pueden".

En tanto, las proyecciones de la consultora WTW para este año muestran que las empresas tienen previsto un ajuste promedio del 171% para el personal fuera de convenio, contra el anualizado inflacionario de cerca de 220% que se presume para 2024.