Las 62 Organizaciones Peronistas de Salta pactan con Abel Cornejo la corporativización de la seguridad ciudadana

Las 62 Organizaciones Peronistas de Salta pactan con Abel Cornejo la corporativización de la seguridad ciudadana

Si bien la comunicación oficial del gobierno provincial habla de «trabajo en territorio», la alianza de un sector de sindicatos peronistas y el Ministro de Seguridad del gobierno provincial que tiene por objeto «la aplicación del plan (de seguridad y justicia) en toda la Provincia» constituye una bomba de relojería, política y social.

Da la impresión de que el gobierno provincial de Salta se rige actualmente por dos planes superpuestos: uno, el denominado «Por más federalismo y unidad de los salteños», que gestiona directamente el gobernador Gustavo Sáenz, y el otro, no necesariamente complementario al anterior sino más bien alternativo, denominado «Plan de Seguridad y Justicia», formulado y ejecutado por el ministro Abel Cornejo.

Los dos (Sáenz y Cornejo), por caminos y tiempos diferentes, intentan imponer «su plan», pero hay un rasgo común en su estrategia: los dos buscan congraciarse con las «fuerzas vivas», en un esfuerzo que no parece directamente dirigido a legitimar el contenido de los planes, sino más bien a presentarse ante la sociedad como futuros candidatos en unas elecciones.

Si hace algunas semanas era Sáenz el que se sentaba a la mesa con la CGT de Salta, hoy le ha tocado el turno a Cornejo, que -por lo que se ve- no ha conseguido llamar a los timbres adecuados en el mundo sindical y solo ha conseguido sentar a su alrededor a un grupo de sindicalistas nucleados en la llamada «pata sindical» del peronismo (las 62 Organizaciones).

¿Qué tienen que ver los sindicatos con la seguridad ciudadana? ¿Qué compromiso pueden asumir los sindicatos, de cualquier sector de actividad económica que sea, relacionado con un plan de seguridad pública? ¿Serán acaso los sindicatos peronistas los camicie nere de Abel Cornejo?

Si es razonable (hasta cierto punto) que los sindicatos se informen del contenido de los planes del gobierno en cualquier materia, no es razonable en absoluto que los sindicatos se «sumen» (como han dicho ellos mismos) a la aplicación de un plan de seguridad en toda la Provincia, porque con ello no defienden en lo más mínimo los intereses de sus afiliados o de los trabajadores en general, y se internan en el resbaladizo y peligroso terreno del colaboracionismo con la Policía y las demás fuerzas de seguridad. Este pacto es corporativismo puro y duro; es decir, la negación misma de democracia.

Cuando los sindicatos se comprometen con el gobierno en materias que ni por casualidad son «sindicales», y lo hacen no para favorecer a los trabajadores sino para favorecer al gobierno, la que sufre de manera directa es la libertad sindical. Los sindicatos que se rebajan hasta este extremo se convierten en sospechosos de connivencia con la patronal para sus propios afiliados.

El ministro Cornejo dice que su plan de seguridad y justicia «promueve el consenso y el diálogo ciudadano», pero, si esto llegase a ser verdad, debería aplicarse el cuento y dedicarse a buscar el consenso y practicar el diálogo con los ciudadanos y con las organizaciones que los representan, y no con los trabajadores ni con las organizaciones reconocidas legalmente para defender sus intereses frente a los empleadores; especialmente, frente a los más grandes como el Estado provincial.

La «experiencia e histórica militancia social y sindical» puede ser útil en algún caso para formular y desarrollar planes sociales o económicos, pero jamás para planes de seguridad o de justicia, sino a riesgo de convertir a los sindicatos en poleas de transmisión de las obsesiones personales por el poder represivo y por su concentración en unas pocas manos. Los sindicatos libres no deben prestarse a este juego político, que no persigue otro fin que neutralizar la eficacia de la acción sindical.

Los trabajadores quieren que sus dirigentes sindicales se comprometan con ellos, con sus intereses, con su bienestar y su futuro, ejerciendo de contrapeso a los abusos patronales, en foros abiertos, transparentes y participativos. No quieren verlos convertidos en «vigilantes», como propone esta insólita alianza contra natura entre Abel Cornejo y las 62 Organizaciones Peronistas.

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