Archivo: un invierno de paros y crisis

Archivo: un invierno de paros y crisis

Entre julio y agosto de 1994, meses antes del cierre definitivo, se repitieron las medidas de fuerza en Algodonera Flandria ante deudas salariales y suspensiones.

 

El cierre definitivo de Algodonera Flandria, la poderosa y emblemática fábrica de Jáuregui, estuvo antecedido por una crisis prolongada que incluyó incumplimientos salariales y suspensiones. El invierno de 1994 estuvo marcado por diversos paros que anticipaban el final ocurrido pocos meses después.

A mediados de julio, los trabajadores afiliados al Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (SETIA) decidieron recurrir a una medida de fuerza debido a las importantes deudas que mantenía la empresa. EL CIVISMO detallaba que “la historia de los conflictos entre la empresa Algodonera Flandria y su personal no es reciente, ya que a lo largo de los últimos años han sido repetidos los inconvenientes”. Esas situaciones incluían despidos, suspensiones y retrasos en los pagos de sueldos.

Por esos días, “a las suspensiones de obreros decididas por el sector patronal, se sumó un paro de actividades resuelto por el Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (SETIA)”, a raíz de la deuda que Algodonera Flandria mantenía con varios de sus 150 afiliados que trabajaban en esa industria textil. Los incumplimientos alcanzaban, en algunos casos, cinco meses.

Este medio marcaba que “la Algodonera Flandria no cesa de ser escenario de conflictos, cuyos ribetes están siempre asociados a la falta de pago al personal”.

En agosto, los reclamos llegaron desde la Asociación Obrera Textil (AOT), el otro gremio con representación en Algodonera Flandria: “Esta vez, los descontentos son los trabajadores pertenecientes a la Asociación Obrera Textil (AOT), quienes iniciaron una medida de fuerza el lunes pasado, como respuesta a los atrasos en el pago de sus haberes”, puntualizaba EL CIVISMO.

La crónica expresaba que “a los trabajadores afiliados a este gremio, la empresa les debe la segunda quincena de junio, todo el mes de julio y el medio aguinaldo”.

“El conflicto se suscitó el lunes, cuando nueve operarios que desempeñan tareas en la usina de la fábrica no realizaron su labor habitual. Estos trabajadores cumplieron prolijamente con su trabajo, e inclusive hicieron horas extras, aún cuando se les adeudaba el salario, pero el lunes decidieron hacer frente a esta situación. En respuesta a esta medida, la empresa decidió la suspensión de todo el personal”, se explicaba.

En aquella ocasión, el representante de la AOT, Jorge Artero, especificó a los medios que, en el caso de esos operarios de la usina, “la deuda es más grande; hay compañeros a los que les deben 1.400 y 1.500 pesos”, y añadió que la empresa atribuyó a los trabajadores de la usina la responsabilidad del paro en la fábrica. El gremialista explicó que estos argumentos “son mentiras, porque la suspensión ya estaba armada desde el domingo”.

En esas declaraciones, Artero señalaba que la usina había retomado su funcionamiento el martes por la tarde, “y hoy -por el miércoles- entró un 15 por ciento; y, en definitiva, siguen con las suspensiones de un 50 ó 60 por ciento del personal”.

Agregó que “no hay materia prima tampoco, porque adentro hay dieciocho fardos de algodón que sirven para un día o dos, o sea que la situación es tal cual, o quizás más grave que la semana pasada”.

Por aquellos tiempos, los trabajadores de AOT solicitaban el apoyo del gobierno de Silverio Pedro Sallaberry. Concretamente pedían el otorgamiento de un bono, como el que semanas atrás habían recibido los afiliados de SETIA: “El intendente no nos atendió y dijo que nos va a recibir tal vez el martes que viene. Nosotros no le pedimos el valor de los bonos que le dio a SETIA (les dio 100 pesos), y ni siquiera tuvo la delicadeza de considerarnos”, se quejaba Artero.

El dirigente sindical explicó a EL CIVISMO que el intendente atendió telefónicamente la solicitud -realizada por intermediación de concejales-, “y él directamente les dijo que no, que se tenía que ir a Carlos Casares”.

 

DESOCUPACIÓN

Mientras se repetían los conflictos en Algodonera Flandria, el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria de Aguas Gaseosas (SUTIAGA) expresaba su “honda” preocupación por la “elevada desocupación existente en el Partido de Luján y su zona de influencia, en donde parece que nos hemos acostumbrados a ver cómo se cambia el humo que producía el trabajo en las chimeneas por el humo de las ollas populares en las puertas de los establecimientos fabriles”.

A través de un comunicado publicado en este medio, el gremio expresaba que “la desocupación trae aparejadas heridas muy profundas en el honor y la dignidad del trabajador, que está acostumbrado a ganar el sustento de su familia con trabajo y sudor, y no tener que recurrir a ollas populares para poder comer”.

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