En medio de la reinante incertidumbre en torno a la continuidad del Astillero Río Santiago, ayer se oficializó un decreto de la Gobernadora María Eugenia Vidal. En primer lugar, ordenó designar como presidente a Daniel Capdevila, en reemplazo de Cristian Curto.
En medio de la reinante incertidumbre en torno a la continuidad del Astillero Río Santiago, ayer se oficializó un decreto de la Gobernadora María Eugenia Vidal. En primer lugar, ordenó designar como presidente a Daniel Capdevila, en reemplazo de Cristian Curto.
Junto al cese de Curto, quien se haría cargo de la Dirección Provincial de Puertos, también se ordenó la salida de siete gerentes.
La noticia y los movimientos que pudieron verse desde temprano en el Astillero cayeron como un balde de agua fría entre los trabajadores. Es que desde hace meses están en vilo por el sigiloso ajuste que afecta a un predio que supo ser modelo en el continente.
Tal como ha informado este medio, varios trabajos de construcción y remodelación se paralizaron desde la asunción de Cambiemos: entre ellos, se cuentan la entrega a Venezuela del buque Eva Perón, el alistamiento del buque Juana Azurduy (también para Venezuela), la culminación de las lanchas de Instrucción para cadetes de la Armada Argentina, hacer lo mismo con la embarcación ARA King y la remodelación de la popa y planta de propulsión del remolcador Rua Soledad.
Preocupados por la falta de liberación de los fondos bonaerenses para concluir las construcciones, los empleados aseguran que “no sobran trabajadores, lo que falta es trabajo y decisión política”.
En tanto, ayer advirtieron sobre un temor latente: que con el cambio de conducción hoy no se les permita ingresar a su lugar de trabajo. “Hace rato que está la amenaza de un recorte masivo”, alertaron.
“No dejaremos que haya despidos ni tampoco ningún avasallamiento de nuestro convenio colectivo de trabajo ni absolutamente nada que vaya en contra del Astillero Río Santiago y los trabajadores”, anticiparon, por su parte, fuentes gremiales.
Hasta ahora, este gigante de hierro, contructor de barcos y barcazas que surcaron los mares transportando riquezas, agonizaba silencioso: sin despidos, pero sin trabajo. Empujado a la decadencia por un Gobierno que “nos está ahogando”, al no girar “las partidas presupuestarias que corresponden al astillero. Eso hace que la empresa se pare porque no puede comprar los insumos”, sentenciaron los empleados. El recorte en la obra pública de más de $30.000 millones, anunciado por el Gobierno, ya parece comenzar a mostrar sus garras en la región, hiriendo a un emporio gigante de la producción nacional.
Frente al estado de cosas actual, los trabajadores del Astillero no descartan llevar a cabo una movilización en las próximas jornadas, “ante la falta de respuestas a los reclamos en materia de modernización”.
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