Francia: la lucha testigo de los petroleros de Grandpuits y sus protagonistas

Francia: la lucha testigo de los petroleros de Grandpuits y sus protagonistas

Presentamos en esta edición de Ideas de Izquierda el video de una entrevista realizada a Adrián Cornet por Le Media TV, un canal independiente francés. Cornet es delegado de la plan-ta de Total en Grandpuits y militante de la Courant Communiste Révolutionnaire del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), parte de la FT-CI. 

Aquí Cornet desenmascara la menti-ra de la patronal, explica cómo vienen desarrollando su lucha y por qué él, como trabajador militante político, es atacado. Junto con ello publicamos la traducción de un artículo original del diario Révolution Permanente, parte de la Red Internacional de diarios La Izquierda Diario, escrito por Paul Morao, donde da cuenta de por qué esta huelga, con el “método Grandpuits” –como se lo empieza a conocer–, en medio del miedo a los despidos y peleas donde solo se exige la indemnización, se está convirtiendo en una lucha dura, testigo para esos centenares de miles de trabajadores arrojados a su suerte. Tanto por sus métodos democráticos para decidir cada paso, como por la alianza que están conquistando con otros sectores de la población. Esto ya produjo que las secciones de la CGT de las refinerías de Total de otras regiones llamen a un paro en solidaridad. Sacar las primeras conclusiones de esta pelea, no solo en Francia, es clave para enfrentar las política de los capitalistas y sus gobiernos, que frente a la crisis social y económica por la pandemia, pretenden continuar acrecentando sus fortunas a costa de descargar esa crisis sobre la vida de la clase trabajadora y las mayorías populares.

Huelga, autoorganización, apoyo: ¡el método Grandpuits contra los despidos!

Desde el 4 de enero los trabajadores de la refinería de Total en Grandpuits son un ejemplo de lucha contra los recortes y despidos en Francia. La huelga basada en una organización democrática de los trabajadores aparece como un gran ejemplo de lucha.

El jueves 21 de enero, los sindicatos de Bridgestone aceptaron, sin haber liderado la resistencia, el cierre de la planta en Béthune, una ciudad al noreste de Francia, y la eliminación de 863 puestos de trabajo a cambio de una indemnización. Desde el 4 de enero, los trabajadores del gigante del petróleo Total, de la refinería de Grandpuits, están en huelga contra 700 despidos. Dos ejemplos diferentes que abren el debate sobre cómo responder a los despidos y recortes que intentan aplicar los empresarios franceses aprovechando la pandemia.

¿Grandpuits abre una alternativa de lucha luego de la derrota en Bridgestone?

“No enviamos a los empleados a manifestarse afuera, pero adentro, los sindicatos lucharon como leones para arrebatar a la patronal estos bonos. Estamos en niveles nunca alcanzados en términos superiores a los determinados por las leyes ¡y sin quemar un solo neumático!". El 21 de enero, las declaraciones de Stéphane Ducroq, abogado de la intersindical (CGT, Sud Chimie, FO, CFDT, UNSA, CFTC, CFE-CGC) de Bridgestone al diario La Voix du Nord, expresaban cómo concluyeron varios meses de negociaciones. La dirección del segundo grupo productor de neumáticos más grande del mundo se felicitó por un “diálogo social continuo y constructivo, que permite sentar las bases de un PSA ejemplar".

La alegría empresarial tiene una buena razón; desde el anuncio del cierre el 16 de septiembre de 2020 y a pesar de la fuerte exposición mediática por los despidos, los sindicatos de la empresa han hecho todo lo posible para extinguir cualquier perspectiva de lucha. Símbolos de esta política: la firma desde el inicio de un acuerdo de método encorsetando el margen de maniobra de los sindicatos en la lucha, la confianza depositada en el gobierno o la lúgubre marcha silenciosa del 4 de octubre, que se movilizó sin banderas de los sindicatos, incluso si eso impidió a otras compañías en huelga unirse.

Este proceso de conciliación y la negativa a luchar contra los despidos ha sido, por parte de las direcciones sindicales, un reflejo de muchos conflictos desde el inicio de la pandemia. Como señaló Le Monde en diciembre: “los empleados, que han asumido la dureza de la recesión, parecen paralizados, a pesar de la ola de despidos”. Sin embargo, contrariamente a lo que sugieren los analistas, quienes verían una tendencia inevitable en esta situación, esta dinámica también es producto de una elección, la de los sindicatos y su dirección de negarse a liderar la batalla. Como tal, si Bridgestone pudiera aparecer como un paradigma en esta dinámica desesperada, la lucha en curso en la refinería Grandpuits muestra que existe otra forma.

Una lucha decidida contra los despidos

Desde el 4 de enero, las refinerías de Grandpuits se encuentran en huelga. Están luchando contra la pérdida de 700 puestos de trabajo como parte del cierre de las actividades de refinación y el plan de reconversión de la refinería. También denuncian el intento de la empresa de presentar el cierre como una “reconversión ecológica”, que se esconde detrás de argumentos ecológicos para justificar su ataque al empleo.

Desde el inicio del conflicto, los trabajadores de la refinería han optado explícitamente por luchar por sus puestos de trabajo. Si bien para la multinacional es una línea roja que se niega a discutir, prefiriendo invertir en altas indemnizaciones que mantener el empleo, los huelguistas lo ven como un tema fundamental. De hecho, para las refinerías lo que está en juego son, ante todo, sus condiciones laborales y de seguridad de los trabajadores. “Tienen un plan para eliminar 200 puestos de trabajo en Total y 500 en subcontratistas. Esto generó mucha ira, sobre todo porque en el futuro proyecto hay agujeros en el organigrama y en las condiciones de trabajo”, asegura Adrien Cornet, delegado de CGT Grandpuits.

Además de esta preocupación por las condiciones laborales futuras, existe una preocupación por el futuro de la región y su juventud. “Son nuestros trabajos, pero también todos los trabajos que nos rodean. Subcontratistas, pero también trabajos indirectos: pequeñas empresas, tabaquerías, panaderías. Luchamos por nosotros mismos pero también por toda la zona de empleo de Seine-et-Marne y todo lo que la rodea”, explica Mathieu, refinador y huelguista. Una preocupación que va en contra del retraimiento individualista que puede generar la crisis actual, y en el que las empresas se apoyan para dividir a los huelguistas.

Asamblea General soberana y comité de huelga: la autoorganización en el centro

Más allá de la lucha por el empleo, y precisamente porque hay mucho en juego en la lucha, los huelguistas de Grandpuits se organizaron desde muy temprano en Asamblea General (AG) para que "la huelga sea de los huelguistas", una palabra de orden que se ha vuelto central para los trabajadores involucrados. A partir del 4 de enero se inició así de manera espontánea la huelga renovable [N. de E.: lo que significa que mediante asamblea, cada determinado tiempo decidido por los trabajadores, van definiendo la continuidad de la huelga] tras la negativa a iniciar las operaciones de desmantelamiento de las instalaciones y una asamblea general que votó por la medida de lucha. Al final de la primera semana de movilización, los huelguistas finalmente decidieron colectivamente someter las decisiones de los sindicatos al voto de la AG.

Una decisión que no deja de chocar con los reflejos de algunos sindicalistas. El miércoles 27 de enero tiene lugar un sorprendente intercambio. “Son las direcciones de los sindicatos las que negocian, los que firman, no los empleados. Somos los que decidimos. Desde el principio, eso es lo que hemos estado diciendo”. Comienza explicando Jérôme, delegado de CFDT. Un comunicado que hace reaccionar a la gente en la asamblea: "No son las organizaciones sindicales las que nos dirán qué hacer. Las organizaciones sindicales son una ayuda, porque están ahí para eso, fueron elegidos para eso. La herramienta de trabajo es nuestra, los huelguistas, somos nosotros los que traemos el dinero, así que si mañana decidimos poner el culo aquí, porque no tenemos lo que queremos, porque no tenemos trabajo, y bueno, ponemos el culo y nos quedamos en huelga hasta el final. La huelga de huelguistas es como va en Grandpuits y así debe ocurrir en todas partes de Francia, en todo el mundo del trabajo”, responde Sébastien, miembro del comité de huelga, ante el aplauso de los huelguistas.

Y por una buena razón, el comité de huelga, integrado por delegados elegidos dentro de los distintos equipos de producción encarna, con la asamblea general, el deseo de dar a los huelguistas el control de su lucha. En conjunto con la AG, este comité reflexiona diariamente sobre el conflicto, propone acciones para visibilizar y ampliar y extender la huelga, y coordina apoyos. Un retorno a una tradición del movimiento obrero que impacta enormemente a los sindicalistas y activistas políticos que vienen a visitar los Grandpuits en su línea de piquete. “En Grandpuits reafirman valores que a algunos les gustaría enterrar. Orgullo y solidaridad de los trabajadores, comités de huelga. Estoy orgulloso de lo que hacen” dice Alexis Antonioli, delegado de CGT, a los empleados de la refinería Gonfreville-L’Orcher con motivo de una visita a los huelguistas de Grandpuits.

Pero el uso del comité de huelga y la soberanía de la AG no es algo folclórico para los trabajadores Grandpuits. Desde el principio, ha permitido sobre todo superar muchas dificultades durante la huelga. Además del control sobre los dirigentes sindicales, que podrían verse tentados a firmar elementos sin el acuerdo de los huelguistas, es en la AG donde los trabajadores lograron superar colectivamente la maniobra de la empresa sobre los subcontratistas. Mientras Manu, un empleado de Siemo, acudió a la AG para explicar la situación dentro de una empresa subcontratista que Total amenazó con despedir si los huelguistas no volvían al trabajo, el intercambio en la AG denunciado por Mahdi Adi relativo al chantaje de la multinacional, es elocuente sobre las virtudes de la autoorganización:

Una voz estalla en la asamblea: “¡Es culpa de la dirección si bloqueamos la obra! Hay una solución, basta con que la dirección responda a las demandas del empleo. Tiene los medios para pagar a los subcontratistas”. Otro sugirió que los subcontratistas podrían reanudar el trabajo desmantelando primero los andamios obsoletos, en lugar de instalarlos para el trabajo de desmantelamiento. “No hay suficientes”, replica Manu. Los debates continúan hasta que un huelguista termina proponiendo: "Dejamos entrar a Siemo, porque los muchachos tienen que llenar la heladera y entendemos su malestar. Pero a cambio, no se permite que ninguna gota salga de la refinería”. Esta es la solución que adoptará la asamblea general. Es un alivio para los subcontratistas".

Una lógica de autoorganización que se extiende incluso a las familias de los huelguistas. En la primera semana de la huelga, se creó un grupo para discutir la huelga y apoyarse mutuamente, pero también para sondear a los comerciantes locales, suministrar alimentos a los huelguistas y organizar el apoyo para su lucha. “Nuestro objetivo primordial era crear un grupo para cualquier mujer de los huelguistas que necesitara hablar, pero también participar de lo que está sucediendo en el piquete, en la organización, en el bosque. Estamos ahí para ti, para animarte”, dice Amélie, una de las impulsoras de este proyecto que encarna simbólicamente la profundidad del conflicto y el compromiso de los huelguistas y sus familiares.

Numerosos apoyos y una alianza sin precedentes con ecologistas

La lucha ejemplar de los Grandpuits generó un amplio apoyo. En el piquete nos encontramos con trabajadores ferroviarios, ex huelguistas de la RATP que se han unido para apoyar a los Grandpuits, trabajadores de la energía, Correos, Monoprix, Renault Lardy, TUI Francia, pero también otras refinerías de toda Francia para apoyar a sus colegas en huelga. Frédéric Lordon (es un economista y filósofo francés, director de investigación del CNRS en el Centro Europeo de Sociología y Ciencia Política de París) dedicó una conmovedora intervención a los huelguistas, cuyas palabras aún resuenan en el piquete donde el filósofo prometió regresar: “somos plenamente conscientes de que luchando por ustedes, también están luchando por nosotros. Y como están luchando por nosotros, lucharemos con ustedes".

Desde Clémentine Autain de La Francia Insumisa (LFI) a Julien Bayou –Europa Ecología Los Verdes (EELV)–, pasando por Fabien Gay del Partido Comunista Francés y Olivier Besancenot, del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), los políticos también han respondido al llamado, aunque los huelguistas deploran el silencio de gran parte del espectro político. “Candidatos regionales como Valérie Pécresse –Los Republicanos (LR)– o Audrey Pulvar del Partido Socialista (PS), y políticos que nos hablan constantemente de la industria como Montebourg, han optado por ignorar la huelga... ", lamenta Adrien Cornet.

A los apoyos sindicales y políticos se suma el de la juventud. En el piquete o en la manifestación, los cascos de huelguistas personalizados por estudiantes de arte causan una fuerte impresión, mientras que el pasado martes los militantes del NPA Jeunes mostraron su apoyo a los huelguistas repintando en verde el logo de la multinacional, además de haber participado activamente en las recaudaciones para el fondo de huelga.

Entre todos estos apoyos, el de las organizaciones ambientales marcó especialmente a los observadores del conflicto. "En Grandpuits, los sindicatos y los ambientalistas están dando forma al futuro de la industria", publicó la semana pasada L’Humanité. Para Cécile Marchand de Amigos de la Tierra, apoyar a los huelguistas fue natural: “Puede parecer paradójico que los ambientalistas estén junto a los empleados en el cierre de una refinería. Pero tiene sentido absolutamente para nosotros, porque el plan de Total no es verde ni justo. ¡Total está haciendo un lavado verde a un nivel social injusto!”, afirmó a Revolución Permanente. Enemigos históricos de Total, las organizaciones ambientalistas también han puesto sus conocimientos al servicio de la huelga elaborando un informe que resalta la realidad detrás de los discursos de la empresa sobre el proyecto de reconversión Grandpuits, denunciado desde hace meses por los sindicalistas.

Consultado por la revista GQ sobre este apoyo, Adrien Cornet da la bienvenida a la posición de los ecologistas: “La posición de Greenpeace es decir que estamos junto a los trabajadores de Grandpuits, incluso si tenemos que luchar para seguir refinando hasta que encontremos una alternativa a los combustibles fósiles, lucharemos junto a ellos. Es una muestra de la fuerte conciencia del movimiento ecologista”. Pero lejos de ser una coincidencia, estos amplios apoyos son producto de una estrategia consciente y pensada para mirar hacia afuera y evitar por completo el aislamiento de una lucha que plantea profundos problemas sociales. Una estrategia que continúa ya que, por iniciativa del comité de huelga, los huelguistas han visitado varios sitios de Total en los últimos días (depósito de Gennevilliers, refinería de Gonfreville-L’Orcher, refinería de Feyzin) para llevar una convocatoria de huelga los días 3 de febrero y 4 en apoyo a su lucha, también por convocatoria de la Federación Nacional de la Industria Química de la CGT.

La victoria no es segura, pero el método Grandpuits deja una gran lección

Después de un mes de huelga, la multinacional todavía se niega por el momento a discutir el empleo y practica un chantaje a las medidas sociales de acompañamiento al exigir que los sindicatos aprueben el “Plan de Salvaguarda del Empleo” (PSE) [1] bajo pena de revisar a la baja las condiciones de la salida de los trabajadores. Para la multinacional, el tema de la firma del PSE es fundamental ya que, a falta de firma, el gobierno deberá llevar a cabo un control en profundidad del proyecto de Total que expondría los problemas denunciados por los sindicatos, es decir, el impacto de la nueva organización del trabajo sobre la salud y la vida de los empleados, riesgos psicosociales y riesgos para la seguridad.

En este contexto, la CGT y Force Ouvriere (FO) mantienen una línea intransigente, la de subordinar la cuestión de la Seguridad Social Agrícola (MSA) a los avances en el ámbito laboral, y dejar en manos de los huelguistas y de la AG la conducta y cualquier decisión que incumba al resultado del conflicto.

El comité de huelga y la AG son conscientes de los problemas y permanecen atentos a que ninguna organización sindical se permita traicionar la voluntad de los huelguistas. Un ingrediente fundamental que muestra toda la fuerza del “método Grandpuits”.

El pasado martes 2 de febrero renovaron el paro por unanimidad hasta el 11 de febrero. El 9 de febrero, día en que el CSE [N. del E.: Consejo Social y Económico, establecido a partir de la reforma laboral de Macrón puesta en vigencia a partir del 1° de enero de 2020] se pronunciará sobre el proyecto de saneamiento, se convocó a una gran concentración frente a la Torre Total en La Défense, para mantener la presión contra la multinacional.

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