En nuestro día, soñamos con una Patria que nos contenga a todos y todas

En nuestro día, soñamos con una Patria que nos contenga a todos y todas

Por comisión directiva - Guillermo Bianchi Secretario General

 

Este 26 de septiembre, como todos los años, los empleados de comercio de Argentina, festejamos nuestro día. Hace 89 años, el 26 de septiembre de 1933, el congreso aprobaba la ley 11.729, merced a la lucha de los trabajadores mercantiles. Esta norma instaura en nuestro país la indemnización por despido y las vacaciones pagas.

Era otro país. Un país en el que se avizoraba un futuro complejo e inestable, política y económicamente. Un país a solo tres años del primer golpe de Estado en Argentina, dando inicio a un círculo vicioso nefasto de golpes y elecciones.

Mas allá de periodos en los que se elevó la calidad de vida de los trabajadores, con la idea fuerza de una Argentina justa, libre y soberana, no pudimos estabilizar la economía en forma definitiva, a pesar de las características de nuestro país, rico y con profesionales, clases medias y trabajadoras con un alto nivel de formación.

Intentamos industrializar nuestro país y nos quedamos a mitad de camino. Nos fuimos encerrando en la búsqueda de culpas ajenas y divisiones irreconciliables, que nos alejaban de la posibilidad de una vida digna, duradera en el tiempo.

Recuperamos la democracia a un alto costo y la sostuvimos, no sin periodos de zozobra, política y económica. En los 90, un proceso de transformaciones nos incorporaba a la economía global sin red de contención social, lo que a la larga iba a eclosionar en la dolorosa crisis del 2001.

 

 

Nuevamente quedaron al desnudo los problemas estructurales de la economía argentina que se iban a trasladar hasta nuestros días. El Estado, acompañado por la Iglesia argentina, los partidos políticos, los factores productivos y la sociedad toda, se cargó la crisis al hombro y un nuevo tiempo de esperanza comenzó a edificarse ayudado por una coyuntura internacional favorable a nuestra estructura económica.

Los signos negativos de las recurrentes crisis argentinas seguían y seguirían intactos hasta nuestros días, agravados. La política fue impactada por este cuadro de situación y el camino elegido fue la confrontación sin límites. La inflación, la informalidad y precariedad se enseñorearon del panorama social argentino. Se instalaron dicotomías y antinomias que nosotros detectábamos, como mínimo, incomodas para el hombre y la mujer común. En este marco, la desazón y el hartazgo se han ido adueñando del humor social.

Viejos debates de la economía argentina son tironeados para un lado y para otro del espectro político. Como si no supiéramos que por ejemplo Estado y mercado no son incompatibles o que el campo y la industria se deben complementar e integrar entre sí.

El mundo actual, de pospandemia y guerra, de transiciones tecnológicas y climáticas, nos desafía.

¿Podemos asumir estos desafíos sin dialogo, sin acuerdos mínimos, sin concertación social y política? ¿Estamos en condiciones de enfrentar estos desafíos, de reconstruir la esperanza sin sentarnos los actores sociales y los partidos políticos en una mesa común sobre la que volcar los temas centrales de la economía argentina, hasta lograr acuerdos de mínima que den respuesta y ejemplo al conjunto de la sociedad?

 

 

Los argentinos y argentina, verdaderos héroes de esta encrucijada, miran consternados las vicisitudes cotidianas de la política, sin acuerdos, sin debate serio, con ensañamientos personales y colectivos y sin llegar a fin de mes. Es normal en democracia el respeto a la regla de las mayorías. No obstante, nada indica que, en situaciones de crisis como la actual, no sea factible, y a esta altura imprescindible, encontrar caminos que reflejen una síntesis de acuerdos sobre los grandes temas que nos aquejan.

Los trabajadores y trabajadoras de comercio apostamos por la concertación social y política, conscientes de que la verdad siempre está a mitad de camino, que es preferible avanzar diez pasos con todos y no cien pasos con uno.

Este día, apostamos como siempre por una Argentina moderna pero inclusiva, productiva pero solidaria, con empresas sostenibles, pero con trabajo decente y protección social, en definitiva, por una Patria que nos contenga a todos y todas.

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