El desplome del consumo en apps de delivery profundiza la precarización laboral de repartidores

El desplome del consumo en apps de delivery profundiza la precarización laboral de repartidores

La crisis económica en Argentina ha impactado de lleno en el sector de las apps de delivery, disminuyendo la demanda y acentuando las condiciones de precarización que enfrentan los repartidores.

Según el Sindicato de Base de Trabajadores de Reparto por Aplicación (Sitrarepa), el uso de plataformas como Rappi y Pedidos Ya ha caído alrededor de un 40% en los últimos meses, lo que ha llevado a un cambio en los patrones de consumo y en las condiciones de trabajo de los repartidores, quienes soportan jornadas extenuantes con bajos ingresos.

Una caída en la demanda y cambios en los pedidos

De acuerdo con los datos compartidos por Sitrarepa, el desplome de la demanda ha llevado a que muchos repartidores tengan menos de un pedido por hora, pese a trabajar ocho horas diarias, todos los días de la semana. Belén, una repartidora que es parte de este sindicato, explicó a El Destape que, a pesar de sus esfuerzos, sus ingresos han disminuido notablemente. “Estamos sacando entre 500 y 700 mil pesos al mes trabajando de lunes a lunes. La demanda cayó un 40% porque la gente ahora prefiere comprar en supermercados y tiendas para cocinar en casa o aprovechar descuentos”, afirmó.

Este cambio de consumo se refleja en un reciente informe de Rappi que confirma el aumento en la demanda de productos de supermercados y platos gourmet, en lugar de salidas a restaurantes. La empresa señala que el cambio se debe tanto a la necesidad de ahorrar como a la comodidad que representa pedir productos básicos a domicilio.

La precarización y las quejas de los repartidores

Además de la caída en la demanda, los repartidores enfrentan una precarización profunda en sus condiciones laborales. Belén explicó que el costo de la recesión y el ajuste se transfiere a los trabajadores. “Las empresas suben los precios a los clientes, pero no a nuestros ingresos. Queremos un pago por hora de conexión, un básico de 3 mil pesos por pedido entregado y un adicional proporcional por kilómetro recorrido”, comentó.

El mercado laboral que ofrecen las aplicaciones muchas veces se presenta como flexible y autónomo, pero los repartidores señalan que no cubre sus necesidades básicas. Marcos Pereyra, trabajador de Pedidos Ya, cuestiona esta imagen de “independencia”. “Ese salario del que se jactan solo se logra pasando horas en la calle, enfrentando el clima, el peligro y los inconvenientes. Nadie cuenta lo que realmente atravesamos para llegar a ese número”, sostuvo Pereyra.

Un sector en crecimiento, pero sin regulación

La falta de regulación específica y el uso del régimen de cuentapropismo impide a los repartidores acceder a derechos laborales básicos, como seguro de accidentes, vacaciones o cobertura de salud. En 2023, más de 236,000 personas en Argentina generaron ingresos a través de estas plataformas, representando el 1,8% de la fuerza laboral del país. Sin embargo, el 50% de ellos no alcanza a trabajar más de 20 horas semanales, y muchos combinan esta labor con otras actividades para compensar los ingresos.

Recientemente, Rappi y el Ministerio de Capital Humano firmaron un acuerdo para promover la “empleabilidad y la inclusión social” entre los jóvenes. Aunque el convenio planea generar 75 incorporaciones en el área metropolitana de Buenos Aires, los repartidores no ven en estas iniciativas una solución efectiva. Según Pereyra, la única salida es la organización y protesta activa para reclamar mejoras.

La narrativa libertaria y la “modernización laboral”

Mientras que las plataformas promueven el trabajo independiente, ciertos sectores políticos libertarios han impulsado la figura del repartidor como un símbolo del “nuevo trabajador autónomo”. Ramiro Marra y otros políticos cercanos al partido La Libertad Avanza han abogado en redes sociales para captar el apoyo de los repartidores, usando la imagen del “héroe individual” que prospera sin sindicatos ni regulaciones tradicionales.

Sin embargo, los repartidores insisten en que las condiciones actuales los perjudican. “Hay una idea de que los jóvenes prefieren no estar sujetos a un patrón ni a un horario, pero muchos de nosotros quisiéramos derechos básicos como cualquier trabajador formal”, concluyó Pereyra, refiriéndose a la necesidad de una legislación que garantice protección y dignidad laboral en el sector.

En un mercado laboral cambiante, los repartidores siguen buscando una solución que respete sus derechos mientras enfrentan una recesión que les reduce día a día sus ingresos.

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