El anuncio del Presidente Alberto Fernández de la intervención y expropiación de la empresa Vicentin, es un paso estratégico para lo que vendrá en tiempos de post-pandemia en la lucha por recuperar la soberanía sobre nuestro comercio exterior y una de las palancas claves de nuestra economía.

Con esta decisión, el Estado no sólo garantiza la continuidad de más de siete mil puestos de trabajo directos y veinte mil indirectos, sino también avanza en el control de posiciones claves en la cadena de la industria alimenticia, tanto en lo que respecta al abastecimiento del mercado interno como a la exportación de granos.

En el contexto mundial que vivimos, la estatización de Vicentín es una importante herramienta en la lucha contra el hambre. Una gran oportunidad para poner en pie una empresa testigo que permita conocer los costos reales de la producción para que deje de ser un agronegocio y se reconvierta en una producción nacional y popular.

En este sentido, se fomentaría la producción de granos sustentable, la agricultura familiar y la agroecología; la regulación de los ingresos de divisas, abastecimiento de alimentos básicos con la posibilidad de sumarlos a los precios cuidados; contar con logística portuaria (buques), terminales, almacenamiento y abastecimiento y acuerdos comerciales que permitan a los productores acceder a insumos utilizados en la producción agropecuaria e impulsar la soberanía alimentaria y contribuir a la emergencia alimentaria.

Por último, se estimula la lucha para profundizar un rumbo popular y garantizar que una empresa como Vicentín pase a mirar las necesidades alimentarias del pueblo y de los pequeños y medianos productores y sea acompañada por una gran empresa estatal de alimentos con precios en origen desde los productores, la creación de un IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), un plan de colonización de tierras que apunte a ir progresivamente cambiando la matriz agro exportadora por una sustentable en función, principalmente, de las necesidades del pueblo y la nación, garantizando así la soberanía alimentaria.