Una mirada sobre el teletrabajo

Una mirada sobre el teletrabajo

Por Juan Rinaldi

Director del Instituto de Derecho Social y del Trabajo (IDSYT)

 

 

Quienes buscamos comprender el mundo del trabajo en la actualidad debemos construir una mirada articulada que nos permita interpretar las relaciones complejas y dinámicas en el plano nacional e internacional. Este desafío se renueva en un contexto donde, junto a las tendencias crecientes que propone la evolución de la economía global y las características de los mercados de trabajo, la mayoría de las sociedades se encuentran signadas por la emergencia sanitaria y la crisis económica profunda. 

En este contexto, la aprobación en la Cámara de Diputado de una ley que busca regular el teletrabajo nos invita, una vez más, a repensar el conjunto de dimensiones que atraviesan la realidad económica nacional e internacional y, sobre todo, sus efectos sobre el empleo a raíz de lo que anticipamos va a caracterizar la post pandemia. 

Los cambios y las continuidades son algo que caracteriza el mundo del trabajo y en particular el Derecho Laboral, entendido por el Dr. Carlos Manuel Palomeque López (Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Salamanca) como territorio de fronteras móviles, cuyos límites están dados por los procesos de conflicto y de cooperación propios de las relaciones laborales. El desplazamiento de las fronteras, en los últimos tiempos y sobre todo en el Derecho del Trabajo, buscó adecuarse a las nuevas demandas y necesidades de los actores, permitiendo ampliar las posibilidades de participación y cooperación entre ellos. 

La crisis humanitaria que en todo el planeta trajo aparejada la pandemia de COVID-19 tiene como correlato la intensificación de procesos cuya tendencia venían desarrollándose desde varias décadas atrás. Quienes se ubican al margen de los sectores más dinámicos de la economía global, como son los grupos que desarrollan sus actividades laborales en la informalidad, de manera autónoma en ámbitos poco competitivos o trabajos formales de poca capacitación, sufren en todo el mundo la acumulación de despidos y la precariedad característica del momento histórico presente. 

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De esta manera, legislar en emergencia, vinculado a lo que la Dra. Casa Baamonde (Universidad Complutense de Madrid) señala para la situación española, nos demuestra la importancia de fortalecer instrumentos institucionales que permitan coordinar las nuevas demandas y los desafíos que tenemos por delante. Hoy nos encontramos ante la necesidad de regular el teletrabajo, entendido como una modalidad más que posibilita, en este contexto y para amplios sectores productivos, continuar con las actividades laborales a pesar del aislamiento social, preventivo y obligatorio. 

Ante la urgente situación sanitaria, cuesta anticipar claramente las consecuencias que tendremos en lo que está por venir. Más allá de las incertidumbres propias del contexto, existen dos caminos necesarios. En primer lugar, el Estado debe determinar el tipo de producción que se necesita desarrollar para crecer y, en segundo término, debe fortalecer la capacitación de las y los trabajadores para afrontar las exigencias actuales, al estilo de las propuestas que sostienen los sindicatos italianos. La tendencia a la ampliación del número de desocupados, discutida ampliamente desde los años sesenta en América Latina, requiere en este contexto de una clara identificación de las oportunidades que existen para mitigar la crisis que parece conducir a la implosión del capitalismo. 

En este marco, es importante destacar la celeridad con la que el Congreso llevó a cabo la discusión y privilegió el esfuerzo por unificar la diversidad de proyectos existentes. El establecimiento de presupuestos legales mínimos que orienten el futuro del teletrabajo en el país, en el marco de la Ley de Contrato de Trabajo, resulta imprescindible para fortalecer puntos clave que, aun estando presentes de forma genérica, se colocan en línea con aquello regulado ampliamente a nivel internacional. Dejar a la esfera de la negociación colectiva los aspectos específicos de cada sector productivo posibilita seguir avanzando en las particularidades de cada rama, sector y origen de la contratación, al mismo tiempo en que hace posible su perfectibilidad hacia el futuro. 

La participación que el sindicalismo tuvo resulta valiosa y constituye una evidencia más de los cambios profundos que, a gran escala, repercuten en las formas clásicas de organización del trabajo. Las fronteras borrosas que distinguían tradicionalmente a los distintos sectores productivos, como señala Fausto Miguélez (Universidad Autónoma de Barcelona) en torno a la revolución digital, pueden, lejos de atentar contra las formas de negociación colectiva, mejorar la calidad del empleo y resolver los problemas que resultan de las faltas en el diálogo plural entre las regulaciones del trabajo y las transformaciones que los sistemas productivos proponen.

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