El domingo 3 de agosto sesionó la Asamblea General del Sindicato Único de Trabajadores de Industria Nacional de Refrescos SA (SUT-INARSA), durante la cual, además de aprobar los resultados alcanzados en la última negociación, se rindió homenaje al 46 aniversario del Sindicato y a los 50 años de Daniel Reyes como trabajador de Coca Cola.
Daniel ingresó el 15 de julio de 1975 a Embotelladora Milca (acrónimo de Manuel Ignacio Lacayo), adjudicataria de la franquicia de Coca Cola que inició operaciones en Managua en 1959 con 25 trabajadores.
Desde aquellos años hasta nuestros días pasaron diferentes franquicias, cada una con su partitura; distintos encares en materia administrativa y en el relacionamiento con el Sindicato, como se verá más adelante.
“Después del triunfo de la Revolución Sandinista (19 de julio 1970), se potenció la formación de organizaciones obreras. El 22 de agosto de 1979 la brigada sandinista Simón Bolívar fundó el Sindicato que llevó el nombre de Chávez-Blandino, en reconocimiento y en memoria de cuatro compañeros y una compañera asesinados por la guardia Nacional del dictador Anastasio Somoza. En 1990 nos convertimos en el Sindicato Único de Trabajadores (SUT)”, rememora Daniel.
Y llegó Panamco
De 1983 hasta 1989 −en el gobierno sandinista− la empresa fue nacionalizada al comprobarse que el gerente general, Adolfo Calero Portocarrero, integraba el directorio de la Contra que, con el respaldo de Estados Unidos enfrentó militarmente al gobierno sandinista.
Luego de las elecciones en las que triunfó Violeta Chamorro, la empresa pasó nuevamente a sus anteriores dueños.
En 1992 aterrizó Panamerican Beverages, Inc. (Panamco). Fundada en México (1941), operó como embotelladora de Coca Cola en ocho países de América Latina. Una compañía difícil, dura, intransigente, ante la cual Rel UITA realizó varias campañas de denuncia.
Enrique “Quique” Torres, queridísimo e inquebrantable asesor del Sindicato de Embotelladora Central SA (STECSA de Guatemala), padeció los desplantes y las arremetidas antisindicales de Panamco. Cuando parecía que las negociaciones claudicaban y la huelga era inminente, se sinceró una noche en el acostumbrado rincón de la taberna española que tanto le gustaba.
─En la tarde me reuní con el abogado de Panamco─, dijo apesadumbrado. Luego de una pausa que resultó agónica, tomó aire y disparó:
─Sepa usted, estimado colega, que soltamos los lobos y vamos por todo─, me dijo.
Debo confesar que en todos los años que lo conocí, nunca vi a Quique tan preocupado, y eso que tenía más historias que Tarzán.
El desembarco de FEMSA
En 2002 Panamco fue adquirida por Fomento Económico Mexicano S.A. (FEMSA) en 3.600 millones dólares, y ella solita pasó a vender 1 de cada 10 Coca Cola en el mundo y 1 de cada 3 en América Latina, convirtiéndose a su vez en aquel entonces en la más grande embotelladora de Coca Cola fuera de Estados Unidos.
“Lo primero que consideramos fue: ‘Peor no nos puede ir…’. ¡Qué va!, se nos vino la noche”, ironiza Daniel.
El desembarco de FEMSA en Nicaragua no registró los quiebres evidenciados en otras latitudes. La batuta a manos de FEMSA no incorporó mayores cambios, hasta que de pronto comenzó el desafine: una campaña para debilitar al Sindicato, sumado a una serie de violaciones al convenio colectivo.
En este contexto, un paro de labores espontáneo por un grupo de trabajadores el 30 de julio de 2004, ante la decisión unilateral de la empresa de hacer un ínfimo aumento de salario sin negociarlo con el sindicato, fue el argumento para presentar en el Ministerio del Trabajo la cancelación de los contratos de trabajo de los dirigentes sindicales: Daniel Reyes, secretario general, Azalía Flores, secretaria de Finanzas y Noé Morales, secretario de Propaganda y Deportes.
“Pocos días después Rel UITA iniciaba una campaña internacional ─evoca Daniel─. En ese entonces la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Coca Cola (Felatrac) era un proyecto. Sin embargo, la intervención de Raúl Álvarez (secretario general de FATAGA) en una cena con la plana mayor de FEMSA en Buenos Aires, provocó nuestra inmediata reincorporación y un cambio de actitud radical de la compañía con el Sindicato”, resalta Daniel.
En todos estos años Daniel Reyes se transformó en un dirigente cabal, estratégico, conocedor como pocos de la transnacional refresquera y del SUT-INARSA, hoy de los contaditos sindicatos de fuste en Nicaragua característica que, en gran parte, se le debe a Daniel y su compromiso militante.
Enhorabuena, querido Daniel.
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