Recalculando: Funes de Rioja moldea un discurso de consenso

Recalculando: Funes de Rioja moldea un discurso de consenso

De visitante entre metalúrgicos, el abogado se calzó el traje de industrial y esquivó la grieta. Día de la Industria, el despegue del caballero del lobby.

El flamante presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, eligió quirúrgicamente el festejo del Día de la Industria en Amstrong, corazón de la maquinaria agrícola, para empezar a moldear un perfil dialoguista y hacer armónica su gestión al frente de la entidad fabril donde se mantiene la disputa entre la visión pyme contra la de las grandes empresas. De visitante, dejó de lado los mensajes liberales y ajustados al establishment para comprar confianza entre los asociados.    

Todo el festejo se armó entre sembradoras y cosechadoras, los fierros a los que el Gobierno muestra como modelo de recuperación de la actividad. En la recorrida previa al acto central en la fábrica de la firma Crucianelli se amontonaron referentes de la industria santafesina, del gobierno provincial y de la dirigencia empresaria. A un costado, resaltaba Funes de Rioja, no solo por un bronceado envidiable para fines de agosto, sino por arrastrar, entre los metalúrgicos, la fama de ser lobista que industrial de pura sangre. 

No era el presidente de la UIA sino Funes de Rioja. Al menos esa distancia se percibía en ciertos dirigentes hacia quien llegó a la conducción de la entidad fabril con impulso del pulpo Techint. El también directivo de la poderosa Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) decidió no darse por aludido o, al menos, prefiere moverse por encima de toda grieta y encauzar su gestión que recién comienza con un estilo entre mantra y ejecutivo.  

“La UIA la fundó Carlos Pellegrini hace 134 años; somos 50 mil industriales asociados. ¿No había uno para conducirla?”, sostuvo a Letra P en la previa a la recorrida José Ignacio de Mendiguren, segundos después de saludar con un abrazo al señalado abogado. El actual presidente del BICE fue el más crítico, con berrinche incluido, en la elección de las autoridades, pero, como todos, naturaliza las tensiones en la entidad.

 

Se respiró en el evento esa disputa interna entre metalúrgicos-pymes y los mega industriales, como puede ser el holding de Paolo Rocca. Funes de Rioja jugaba de visitante en una fiesta a la que estaba invitado como uno más, pero en la que, en los papeles, debería haberse sentido el anfitrión.

 

“Luchamos por un modelo industrial que contenga a todos o quedamos en manos de un modelo totalmente distorsivo para nuestro sector que incluye a unos pocos. Los que somos responsables de las decisiones debemos usar la generosidad; si no, caemos en la soberbia”, lanzó, filoso, Víctor Sarmiento, presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (FISFE), frase que, en el posterior lunch, le encajaron inequívocamente al abogado laboralista. 

 

Funes de Rioja acusó ser el pato de la boda y siguió camino sin detenerse. Después de las palabras de Sarmiento, subió al escenario enérgico, con un discurso trabajado, y se mostró el más industrialista y federal, lejos de aquel mote de representante de los ceos que parece resbalarle. 

“Para la UIA es una satisfacción, una inyección de vigor estar en este clima productivista e industrialista”, comenzó en el atril. “Hoy nos iremos nutridos de una nueva fe de que efectivamente vamos a ir para adelante: podremos convertir el rebote en crecimiento y en un proyecto de Argentina con desarrollo sustentable”, dijo, animado en una frase que sintoniza con las aspiraciones del Gobierno.

 

Para cerrar el mensaje protocolar, entre sembradoras y una dirigencia desconfiada, afirmó: “Les garantizo que la conducción de la UIA está absolutamente convencida de que la productividad debe ser de visión federal. Queremos concertación: no queremos grietas en el punto de vista productivo, queremos un modelo industrial compartido”.

 

 

 

Hay ciertos temas que preservó en su discurso, como la búsqueda de diálogo con el Gobierno durante la pandemia, lo que “no quiere decir que coincidamos en todo”. A las claras, la visión que representa ha tenido choques con la Casa Rosada, no así la otra ala de UIA, autocalificada desarrollista, que pregona el acercamiento.  Además, fiel a su génesis de abogado laboralista, sostuvo que el sector fue “perseguido por la industria del juicio” y sumó otros hits liberales: reformalizar el empleo y revisar lo tributario para que la “burocracia fiscal de liquidar impuestos no tape la agenda productiva”.

 

Cuando todos se levantaron de las sillas, De Mendiguren fue a saludarlo, se abrazaron y hasta posaron para la foto de este medio. Tensión sí, pero con camaradería, parece ser la máxima. Antes de subir al auto que lo alejaría de la pampa gringa hacia el cemento porteño, Letra P lo consultó por las diferencias internas en la UIA: “Tengo una vocación y una responsabilidad como conductor. Esto no quiere decir que todo el mundo tenga que quererme”, concedió.

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