Balance y proyección del sindicalismo tras el paro

Balance y proyección del sindicalismo tras el paro

Izquierda Socialista organizó un panel de expositores para analizar la situación laboral general y las luchas en el área sindical.Autor: Nicolás Grande

En el Club Rivadavia, Izquierda Socialista organizó un panel de expositores compuesto por representantes gremiales. En el encuentro se analizó lo que dejó el reciente paro nacional y las proyecciones en el corto plazo, desde la perspectiva del denominado sindicalismo combativo.

Se expresaron Arnoldo Troncoso -integrante de la seccional oeste de la Unión Ferroviaria y de Izquierda Socialista-, Jorge Adaro –secretario general de la asociación docente ADEMYS-, y Patricio Grande –secretario adjunto por la Lista Roja minoría en la Asociación Docente de la Universidad Nacional de Luján (ADUNLu)-.

En primer lugar, Troncoso dijo que la medida de fuerza nacional concretada el pasado 6 de abril expresó “la tremenda bronca de los trabajadores, con más de 400 mil despidos desde que inició el gobierno de Macri, más los tremendos tarifazos, más el techo salarial”.

“El 7 de marzo los trabajadores fueron a escuchar la fecha del paro. Y cuando no anunciaban el paro, los silbidos fueron tan grandes que se tuvieron que ir como ratas por tirante. Después hubo un mes de permanente movilización de los trabajadores. Este paro del 6 de abril fue arrancado desde las profundidades de la clase trabajadora, un grito desesperado por la necesidad de ponerle un freno al plan del gobierno”, agregó.

El dirigente ferroviario expuso que el gobierno de Macri cuenta con determinados acompañamientos que le permiten implementar “este plan de ajuste”. En ese sentido, criticó el rol de la CGT “que tardó un año y cuatro meses para convocar a un paro”. A su vez, “el otro gran soporte está en el Congreso, porque a la hora de votar las leyes levantan todos las manos”.

“Evidentemente la clase trabajadora está dando sobradas muestras de que quiere luchar, ejemplos sobran, el problema es cómo nos organizamos”, se preguntó Troncoso.

DOCENCIA

Por su parte, Adaro consideró que “el gobierno no es fuerte y no es peronista, y por eso necesita de acuerdos con los empresarios, con la burocracia sindical, con la Iglesia, con los movimientos sociales para poder imponer las políticas de ajuste”.

“Como trabajadores que un gobierno de estas características haga acuerdos con los empresarios es parte de lo que uno puede tomar como normal, pero con la burocracia uno advierte que es un rol que te aparta de lo que tendría que ser. Cuando empezó este período, rápidamente hubo conflicto en el Estado, donde los despidos vinieron por miles. ¿Qué hizo la burocracia en ese caso de los estatales? En vez de unificar y coordinar las peleas, las dividieron. Me acuerdo que se iba a una jornada de lucha con los estatales y había dos o tres actos distintos. Ese fue el primer crimen de la burocracia sindical vinculado a desalentar la unificación de las luchas, porque es cierto desde el principio la gran predisposición de los trabajadores para resistir este plan de ajuste”, analizó el docente.

En cuanto a los despidos dispuestos en el sector público, el secretario general de ADEMYS recordó que fueron posibles por las condiciones de precariedad previa: “Es decir, cuando se viene con trabajadores estatales con contratos a renovar todos los años y no hay una política de pasarlos a planta permanente, después sucede lo que sucedió”.

“¿Cómo se pudo haber cambiado un escenario de lucha a favor de los trabajadores con una dirección que no hubiera dividido? En eso, el segundo elemento es el rol que jugó el sindicalismo combativo, que es pequeño. Pero con todos los defectos y limitaciones que tiene este sector, tuvo la virtud de empezar desde muy temprano a marchar y peticionar una medida de fuerza general, como también denunciar la tregua que la CGT le estaba dando al gobierno nacional, entre otras cosas a cambio de los millones de las obras sociales. De a poco dentro de los trabajadores se fue tomando esta política de la necesidad del paro general y de denunciar la tregua de la CGT”, planteó.

Adaro apuntó a dos aspectos que buscan atentar contra las condiciones laborales. En primer lugar, expuso el intento de “precarizar todavía más las condiciones de trabajo, con el cuento de competir y bajarles los costos a los empresarios”. El otro punto “fue la condición del 18 por ciento como techo salarial”.

“El sindicalismo combativo cumplió un rol para que no sea un paro dominguero, sino que se garantice un paro de carácter activo. Es muy saludable que hoy estemos discutiendo para ver cómo continuamos. Lo que no puede pasar es que el próximo paro general sea dentro de un año y medio, porque hay condiciones y disposición de lucha por parte de los trabajadores para torcer este modelo económico que claramente ha traído para nosotros tarifazos, devaluación, aumentos de precios, pérdida de la calidad de vida”, completó.

Por su parte, Grande se refirió a las condiciones laborales de los docentes universitarios: “En general, la percepción del grueso de la población es que los docentes universitarios somos trabajadores de elite, con más beneficios que otros trabajadores. Eso está muy lejos de ser así en la realidad. En Argentina hay 53 universidades nacionales y buena parte de estas universidades fueron creadas en la última década. Más de una veintena están situadas en la Capital Federal y en el Conurbano Bonaerense y realmente las condiciones de trabajo y de estudio son miserables. Estamos ante universidades de la miseria, en condiciones de miserabilidad”.

A partir de algunas cifras, expuso que “más del 90 por ciento del presupuesto que tienen en los últimos años las universidades se destina al pago de salarios a trabajadores docentes y no docentes, y esto no significa que los salarios sean altos, sino que el presupuesto es muy bajo”. En el caso de la casa de altos estudios local, el 95 por ciento de su presupuesto está destinado a cumplir con esas obligaciones.

“Esto implica que a las universidades les queda entre un 5 y un 10 por ciento para el resto de las actividades que debe realizar la universidad pública: investigación, conocimiento científico, trabajos de extensión con las comunidades, becas. En este último sentido, la Universidad de Luján ha venido recortando el presupuesto para becas. En otras universidades, como esa plata no alcanza, lo que hacen los rectores es salir a mendigar ante las autoridades nacionales de la Secretaría de Políticas Universitarias algún tipo de presupuesto extra. Eso genera al interior de las universidades una violación directa y abierta a la autonomía política y académica. Ese llamado presupuesto extra, que ingresa a través de la negociación que pueda hacer cada rector como un mecanismo clientelar, va marcando la dirección y el rumbo político-académico que van teniendo las universidades nacionales. Por eso hasta hace poco tiempo la mayoría de los rectores se definía abiertamente como kirchnerista, se utilizaban las universidades nacionales para hacer campaña del Frente para la Victoria. Hoy la mayoría de esos rectores, son macristas. Eso tiene que ver con esta red clientelar”, planteó Grande.

El expositor también enumeró que “dentro de estas 53 universidades, somos 190 mil docentes en todo el país, de los cuales 170 mil somos docentes que trabajamos en carreras de grado y 20 mil que pertenecen a los colegios preuniversitarios, que dependen de universidades nacionales”. El 25 por ciento del total “trabaja ad honorem, es decir, no recibe un salario a cambio de su trabajo, una condición que afecta a 40 mil docentes”.

“La mayoría de los trabajadores estamos en condiciones de precarización, la mayoría son interinos. El salario promedio del sector es de 13.500 pesos, cuando la canasta básica marca 13.000 pesos. Muchas veces es muy invisibilizada nuestra lucha por los medios masivos de comunicación. Si vemos el acumulado entre 2009 y 2016, los trabajadores de la administración pública perdimos más del 21 por ciento de nuestro salario. Esto pone en evidencia que el ajuste, por lo menos hacia los trabajadores del Estado, no empezó hace un año sino que empezó mucho antes, gracias a la complicidad de las burocracias sindicales”, completó.

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