Biografía de Facundo Moyano, la cara cool del clan

Biografía de Facundo Moyano, la cara cool del clan

Representa el lado fashion de la familia que le declaró la guerra al Gobierno. Infancia difícil, padre ausente y amores mediáticos. La avanzada PRO.

La camisa blanca le calza perfecto. El cuerpo entallado, trabajado, esculpido en horas y horas de gimnasio aprieta la fina seda y desafía la resistencia de las costuras. Los brazos endurecidos atrapan a la inoxidable diva argentina, que festeja un nuevo cumpleaños en su exclusiva mansión de Punta del Este, y la arrastran al centro de la pista. Figuras top de la farándula local siguen con incredulidad la danza, ya que no están acostumbrados a ver tan de cerca a un sindicalista de peso y apellido moviendo los pies con elegancia. De fondo suenan unos mariachis improvisados y a la música mexicana se le suman los desaforados clicks de varias cámaras: la foto de Facundo Moyano bailando bien pegado a Susana Giménez estará en breve en todos los portales y diarios del país. “Algunos gremialistas construyen su poder a través de los negocios –legales, claro–, el fútbol, o la relación con la política: Facundo crece gracias a su vida privada y lo que eso genera, y no está para nada mal”, asegura un conocido de la familia que lo sigue desde pequeño.

Mientras Susana se refregaba contra el menor de los Moyano, la noche del lunes 29 de enero, el clan camionero planeaba los últimos detalles y sacaba cuentas para ver si lo que quedaba de la CGT unificada le seguía respondiendo. Con el aval de los restos de la central obrera, los flashes que rodean al versátil hijo y el empuje feroz de Pablo, Hugo tiene los brazos listos y en alto para una nueva batalla, esta vez contra el gobierno macrista. ¿Será la última?

El sindicalista cool

Es un mediodía ventoso del año 2002. A los adolescentes Facundo y Hugo, criados en soledad por Elvira de los Ángeles Cortés, ex militante del peronismo duro en Guardia de Hierro, casi les tiemblan las rodillas. El actual gremialista hot, en ese entonces, recién tiene 17 años –uno menos que su hermano– y, hasta ese momento, jamás vio con asiduidad a su padre. La figura de quien lo engendró es difusa para el joven Facundo: está más presente en la televisión que en su vida, porque el camionero ya es secretario general de una CGT que está en la primera línea de la realidad por culpa de un país que se cae a pedazos, y se aparece en la sencilla casa de Mar del Plata cada tres o cuatro meses, ocupado por su trabajo y, en especial, por la existencia de otra familia que no sabe nada de los marplatenses. A pesar de todo eso, de tener otra vida, otros hijos y otras prioridades, para Facundo su padre ya es un héroe, un modelo a seguir. Aquel día, casi dieciséis años atrás, fue un peldaño clave en esa construcción mitológica que hace de su padre: en ese momento el camionero juntó a todos sus hijos –además de los que tuvo con Ángeles Cortés, estaban Pablo, el mayor, Paola, la actual esposa de Claudio Tapia, presidente de la AFA, Carina y el fallecido Emiliano– y empezó a formalizar la unión del clan. Todos los presentes recuerdan que esa primera reunión estuvo lejos de ser cómoda y que se vivió con algo de tensión. “La relación al principio fue más distante, cosa que es lógica, porque te conocés de grande y de arranque cuesta un poco. Hoy tenemos una relación de hermanos y nos llevamos muy bien, somos una familia muy unida”, le dijo el menor de los Moyano a NOTICIAS, cuando aún atendía a este medio.

A la par que crecía su integración en el clan, se aceleraba su desembarco en el mundo sindical. A los 20 años se mudó a Capital Federal, y sólo dos años más tarde, en el 2006, creó el Sindicato Único de Trabajadores de los Peajes y Afines. El nacimiento de SUTPA confirmó lo que era un secreto a voces en el mundo gremial que miraba con sorpresa cómo se movía y crecía el joven hijo de Hugo: Facundo estaba cortado por la misma tijera que ambicionaba el poder. ¿Era Facundo una extensión de su padre, como parecía serlo Pablo? “Tengo una construcción propia, y no creo que yo pueda construir mi carrera política, gremial y mi impronta personal desligado de mi padre. O sea: no se entiende Facundo Moyano sin Hugo Moyano. Me parece que si yo niego mi origen, me estoy negando a mí mismo. Después, por supuesto, cada uno tiene su mirada y construye a partir de su impronta”, le dijo Facundo a esta revista. Para la llegada de esta década, y con el control de la recién nacida Juventud Sindical, el gremialista llegó a su primer cargo electivo, y fue diputado del FPV del 2011 hasta el fin del gobierno K, aunque en el 2013 dio su salto hacia al partido de Sergio Massa. Hoy, dicen desde el Frente Renovador, parece algo alejado del tigrense. “Facundo está desilusionado con él”, asegura un sindicalista que pertenece al riñón del camionero.

A pesar del apellido y de la acelerada carrera que supo construir, hoy Facundo parece ser más conocido por sus romances mediáticos –desde Susana Giménez hasta la modelo Nicole Neumann–, o por las fotos de su cuerpo trabajado que por su actividad política. “Obvio que hace ruido en una parte del sindicalismo, pero es su vida privada y puede hacer lo que quiera. Cualquiera que tenga 34 años y la pinta que tiene él haría lo mismo en su lugar, no hace nada malo”, dice uno de los voceros de su padre.

Final anunciado

No todo es flashes, fiestas top y menciones en el Instagram para la familia camionera en estos días. Hoy nada queda del Hugo Moyano que en la campaña electoral del 2015 dijo en público que Macri había hecho “más por los trabajadores que los progresismos”. La muerte de esa relación se empezó a gestar casi desde que asumió el Presidente: el camionero nunca aprobó la designación de Guillermo Dietrich en Transporte, le molestó la promesa incumplida de eliminar el Impuesto a las Ganancias, esperó más apoyo oficial con respecto a la quiebra de OCA, y su bronca fue creciendo a la par que caían los índices económicos y de desempleo, por la simple razón de que su base de sustento político son los trabajadores. Además de lo político también juegan las pasiones, y aunque ahora prefiere olvidarlo, Moyano en un momento se sintió partícipe de la victoria del PRO contra Scioli y luego, al no verse recompensado, pasó de la felicidad a la impotencia. “’El Negro’ está dolido con Macri, y cuando se pone así es bravo”, aseguran sus íntimos.

Según el círculo del camionero, la muerte del “Momo” Venegas fue el golpe de gracia a la relación con Macri, ya que era el mejor –y por momentos el único– canal de comunicación. Desde el Gobierno lo niegan tajantemente: “Alguien como Moyano no necesita intermediarios, tenía vía directa pero decidió cortarla”. Desde fines del año pasado, al compás de las intenciones oficiales de decretar una reforma laboral, la Justicia, siempre oportuna, puso su mira sobre Hugo. Hoy tiene varios frentes de batalla: la diputada del PRO, Graciela Ocaña, anunció a los cuatro vientos que ampliará una vieja denuncia contra el sindicalista por enriquecimiento ilícito –dice que tiene un patrimonio de 10 millones de dólares–, un informe que se filtró de la UIF –que no tiene voceros y cuyo titular, Mariano Federici, se encuentra convenientemente de vacaciones– asegura que hubo oscuras transacciones de dinero por más de 7 millones de pesos de OCA –a mediados del 2017, cuando la empresa postal estaba formalmente en quiebra– a Dixey SA, una firma presidida por la esposa de Moyano, Liliana Zulet, y sus hijastros, y que también apareció vinculada, según el mismo organismo estatal, a negocios con el sindicato de Camioneros. “Si manejás una empresa, necesitás que construyan una pared y tu papá es arquitecto y te hace precio, ¿a quién vas a llamar?”, es la extraña defensa que ensayan cerca de Moyano. La acusación más seria, hasta ahora, es en la que aparece imputado como partícipe de una asociación ilícita por una supuesta defraudación millonaria en Independiente, que Hugo preside. Por esa causa fueron detenidos altos cargos del club, y Moyano fue acusado por el ex jefe barrabrava, Pablo “Bebote” Álvarez, en una entrevista en Infobae desde la cárcel, de “lavar plata” mediante Independiente. “Es todo humo, todo show mediático. Vamos a ver qué pasa cuando el viernes termine la feria judicial. El Gobierno nos pega porque estamos contra la reforma laboral y porque defendemos a los trabajadores”, dicen desde Camioneros. Un alto funcionario macrista lo desmiente: “No estamos contra el sindicalismo, no manejamos a la Justicia, no hay persecución. No es una pelea del Gobierno, si algún gremialista hizo algo que no debía o si no quiere aggiornarse, será un problema de ellos en Tribunales”.

Sin embargo, no son todas malas para los Moyano. Lograron conseguir el apoyo de la mayoría de la CGT para la marcha del 22 de febrero que se inició como un problema específico del gremio Camioneros y ahora tomó forma de protesta contra el Gobierno. Hubo un blooper: Schmid, uno de los tres líderes de la central obrera, dijo que Daer, otro del triunviro, no fue a la reunión del último día de enero por “vacaciones”, aunque a esa misma hora el sindicalista ausente subió fotos a Twitter de una recorrida sindical.

Las causas judiciales que persiguen a los Moyano aún están lejos de tener resolución, y todavía no se sabe si la marcha del 22 de febrero que anunció Camioneros y que respaldó la CGT tendrá lugar o si se terminará convirtiendo en un paro, pero algo es seguro: el comandante Hugo volvió a tomar el volante de la tropa sindical. Como le enseñó a Facundo, ningún Moyano tira fácil la toalla.

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