Córdoba: el sindicalismo empieza a despedir a Schiaretti y se entusiasma con Llaryora

Córdoba: el sindicalismo empieza a despedir a Schiaretti y se entusiasma con Llaryora

El arco gremial divide apoyos el 13A entre Massa y el gobernador. Expectativa con la unidad y la llegada del mandatario electo al poder provincial. Diferencia de estilos y frente abiertos.

Por:César Pucheta.

Nadie duda en Córdoba que la gestión de Martín Llaryora comenzará con un apoyo sindical superior al que tiene Juan Schiaretti en su último tramo de gobierno. Más allá de las elecciones nacionales, que presentan el ingrediente casi inédito de tener al gobernador cordobés de precandidato presidencial, la mayoría gremial entiende que la unidad se fortaleció después de los procesos electorales provinciales. Sobre todo el que proclamó a Daniel Passerini como próximo intendente de la capital.

A pesar de eso, el sindicalismo se para en medio de la encrucijada nacional y divide sus fuerzas de cara a la disputa que tiene su primera parada el próximo 13 de agosto. Ninguno de los procesos debería impactar en la convivencia posterior en la vida sindical cordobesa.

Así, y más allá de los discursos altisonantes, la foto del miércoles que reunió a Sergio Massa con más de 60 gremios locales responde a una lógica puramente nacional. El grueso mayoritario del gremialismo recibió al precandidato de Unión por la Patria en su primera visita a Córdoba y eso, suponen, no tiene por qué trasladarse a la lógica provincial inmediata.

Sin embargo, advierten, una parte de la decisión de no alinearse con la candidatura presidencial de Schiaretti podría entenderse a partir de la relación histórica con el mandatario que dejará su cargo el próximo 10 de diciembre y que, a diferencia de José Manuel de la Sota, mantuvo una distancia mucho más palpable con el conjunto de la dirigencia gremial.

Según recuerdan las figuras con mayor historia en el sindicalismo mediterráneo, la relación de De la Sota con los referentes gremiales era mucho más cercana. “Era una forma de entender la política”, dicen y describen asados mensuales en los que el creador del cordobesismo sentaba en la mesa a caciques de trabajadores y trabajadoras con su gabinete. Conversaba sobre la realidad de cada uno de los sectores que componían el mundo del trabajo en la provincia. Llaryora fue ministro de Industria durante la última gobernación de De la Sota y, según entienden algunos de los actores de la provincia, aprendió.

La renovación

Con la elección del viernes en la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC), el sindicalismo cordobés empieza a completar un ciclo de renovación en sus referencias centrales, justo en los espacios que mayor conflictividad podrían generar en la etapa que comenzará el 10 de diciembre.

“Los conflictos a los que Llaryora va a tener que prestar mayor atención son a los que surjan de los trabajadores que dependen directamente de él, como ya le pasó en la Municipalidad”, señala un análisis que llega desde lo más profundo del sindicalismo cordobés, que mira al Sindicato de Empleados Públicos, que José Pihen dejó de conducir oficialmente tras las elecciones de abril; el gremio docente que eligió al sucesor de Juan Monserrat a finales de semana, y otros 24 gremios que nuclean al personal estatal provincial.

Ese recambio en las conducciones de los gremios más gravitantes de la provincia también tendrá su capítulo municipal, cuando en medio de la gestión de Passerini sea momento de cambiar la jefatura del Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales (SUOEM) en la elección que marcará la despedida de Rubén Daniele de la secretaría general.

También hay una referencia directa en esa potencialidad conflictiva en la nueva conducción de la CGT Regional Córdoba. Luego de la normalización, uno de los triunviros, con línea directa con la conducción nacional, es Ricardo López, el titular de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad de la Argentina (ATSA) que nuclea a trabajadores y trabajadoras que también desempeñan su tarea en la órbita pública.

Por fuera de eso, el universo sindical descuenta un proceso de unidad que no tendrá en Llaryora un actor determinante en luchas y conflictos. “Sobre todo si gana Juntos por el Cambio, el proceso de conflictividad estará dado por el escenario nacional y, en ese caso, como pasó durante el macrismo, todos los gremios volveremos a estar en las calles”, señalan.

La unidad, más allá de las elecciones

Los más memoriosos le quitan peso a la fragmentación del sindicalismo provincial y explican que responde a lógicas gremiales que lejos están de atentar contra la unidad real y concreta del movimiento sindical mediterráneo. “Hasta en el Cordobazo había dos centrales sindicales”, señalan y también enumeran movimientos que participaron de aquel levantamiento y que se oponían a las conducciones de la CGT Regional Córdoba y la pata mediterránea de la CGT de los Argentinos. “Ahora va a pasar lo mismo, cuando avancen con reformas que perjudiquen a los trabajadores, todos los gremios saldrán unidos a la calle”, anticipan.

En ese marco, la pelea por los votos presidenciales quedará saldada luego de octubre, cuando Schiaretti haya cumplido su objetivo de pelear “hasta el final” con su candidatura presidencial. De hecho, entre los gremios reunidos con Massa el miércoles estuvieron los que, oponiéndose a las figuras que encabezan la boleta de UP en el tramo legislativo, proponen abiertamente un corte de boleta que beneficie a la lista schiarettista para el Congreso. Allí, hay una lógica en donde las diferencias en la disputa se desvanecen.

Alejandra Vigo con Ricardo Moreno, referente provincial de las 62 Organizaciones Peronistas.

A Schiaretti le quedan los aliados que supo conseguir a lo largo de sus últimos años de gestión. Pihen, corrido de la conducción de la Regional Córdoba, continúa con algunos de los laderos más fieles y ratifica su compromiso con el mandatario. Se suma el pleno de las 62 Organizaciones Peronistas, que cumplieron un rol fundamental en la movilización durante las últimas elecciones capitalinas, y una parte de la CGT que sostiene una buena relación con Alejandra Vigo, la senadora que funciona como el nexo más importante entre el gobernador y el movimiento sindical que lo acompaña. El sector más representativo de ese espacio es el que encabeza el secretario general del gremio de Comercio, Pablo Chacón.

Por lo demás, la CGT normalizada sigue pidiéndole a Llaryora un lugar en el gabinete. Puntualmente, apunta a la conducción del Ministerio de Trabajo. Sin lugar en las listas legislativas y con un gobernador electo más preocupado por contener cada vez a más actores en el armado de su nuevo partido cordobés, ese horizonte aparece cada vez más alejado.

Sin embargo, quienes son más entusiastas siguen viendo en el sanfrancisqueño un regreso a las formas delasotistas y piensan que la vuelta de un representante de los trabajadores en el gabinete podría fortalecer el rumbo de una relación que todo el grueso del peronismo provincial entiende controlada.

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