Daniel Catalano: “El orgullo y el coraje de ser estatales”

Daniel Catalano: “El orgullo y el coraje de ser estatales”

Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital, a través de una carta titulada “El orgullo y el coraje de ser estatales” reivindicó y destacó “el enorme trabajo que en estos días están haciendo trabajadores y trabajadoras estatales en todo el país”.

 

Destacó, por supuesto, a los trabajadores y trabajadoras, de la salud: médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, técnicos, técnicas, camilleros y camilleras, pero también a los “cientos de “invisibles” en las cocinas, en la administración, en los laboratorios, manteniendo limpios los hospitales o transportando insumos…. Y al lado, científicos y científicas, tantas veces menospreciados, en la búsqueda incansable de una respuesta para esta crisis”.

Así también a “trabajadores y trabajadoras de áreas como Cancillería, Migraciones, de las áreas sociales que asisten a niños, niñas y adultos mayores, a personas con discapacidad y a los sectores más vulnerados de nuestra sociedad que, sin preguntar cómo ni por cuánto tiempo, sostienen desde hace semanas la presencia del estado para que nadie que habite nuestra patria se sienta desamparado o desamparada, sin importar de dónde venga, dónde viva o cuánto tenga”.

El orgullo y el coraje de ser estatales

Vivimos tiempos extremadamente complejos, no es novedad para nadie. Tiempos que demandan mesura e inteligencia, pero al mismo tiempo valentía, dedicación y compromiso. Es por eso que queremos tomarnos unos minutos para reivindicar y destacar el enorme trabajo que en estos días están haciendo trabajadores y trabajadoras estatales en todo el país.

Por supuesto que en la primera línea de combate contra el Covid 19 están los trabajadores y trabajadoras de la salud: médicos y médicas, enfermeros y enfermeras (sí, profesionales, aunque alguno lo quiera negar), técnicos, técnicas, camilleros y camilleras. Pero también cientos de “invisibles” en las cocinas, en la administración, en los laboratorios, manteniendo limpios los hospitales o transportando insumos. Se juegan su propia salud para proteger a los demás, un gesto de amor y vocación que, sabemos, ya está pasando a la mejor historia de nuestra patria. Y al lado, científicos y científicas, tantas veces menospreciados, en la búsqueda incansable de una respuesta para esta crisis.

Pero también merecen unas líneas los miles de trabajadores y trabajadoras de áreas como Cancillería, Migraciones, de las áreas sociales que asisten a niños, niñas y adultos mayores, a personas con discapacidad y a los sectores más vulnerados de nuestra sociedad que, sin preguntar cómo ni por cuánto tiempo, sostienen desde hace semanas la presencia del estado para que nadie que habite nuestra patria se sienta desamparado o desamparada, sin importar de dónde venga, dónde viva o cuánto tenga.

Y como ellos y ellas, tantos y tantas: Defensa, Seguridad, Energía, Comercio, Transporte, Educación, Cultura, todas áreas vitales sostenidas por trabajadores y trabajadoras estatales, que nos permiten transitar esta difícil etapa con todos nuestros derechos garantizados.

Para todos ellos y todas ellas, vaya nuestro abrazo fraterno a la distancia, que ya nos daremos cara a cara cuando esto pase. Pero para todos ellos y todas ellas también pedimos que se garanticen las mejores condiciones posibles para que realicen su tarea de forma eficaz y segura, para ellos y ellas y para sus familias, y que se contemple, además, el modo de retribuirles en un futuro cercano el enorme esfuerzo que están haciendo.

La pandemia va dejando algunas cosas claras: que la salida es colectiva y que esa salida colectiva necesita de un Estado fuerte y presente que la organice y le de sentido; que la responsabilidad, la solidaridad y el compromiso siguen siendo marcas distintivas de la mayoría de nuestro pueblo.

Pero también que, si como decía Eva, donde hay una necesidad nace un derecho, donde nace un derecho hay un trabajador o una trabajadora del estado para garantizarlo. Que esto que aprendimos en estos días difíciles sea también lo que nos guíe en los tiempos por venir, seguramente más felices. Un abrazo fraterno a todos y todas.

Daniel Catalano

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