La historia de un sindicalista ejemplar

La historia de un sindicalista ejemplar

Moyano tuvo luz verde para usar el apriete como método y avanzar sin pausa sobre otros gremios.

Por: Ricardo Roa.

La historia de Hugo Moyano no es la historia de un sindicalista ejemplar, como dice Alberto Fernández. Si es un ejemplo, es el ejemplo de un sindicalista que ha usado y usa hoy como ninguno la política para acumular poder en beneficio propio.

Eso lo sabe todo el mundo y sobre todo lo sabe Fernández: fue testigo y protagonista de la alianza de hierro que el camionero armó con Kirchner apenas Kirchner asumió. Moyano alineó a la CGT detrás del proyecto de Kirchner y ayudó a Kirchner a disciplinar el conflicto y la discusión salarial: no le hizo un sólo paro general y los aumentos de sueldos fueron pactados, incluso los deslizamientos.

Fue una relación funcional a los dos. Moyano tuvo luz verde para usar el apriete como método y avanzar sin pausa sobre otros gremios. Decía todo lo que tiene ruedas es mío y con aval del ministerio de Trabajo les arrebató unos 25 000 afiliados, especialmente a Comercio, Alimentación, Carga y Descarga y Aguas Gaseosas.

Consiguió para Camioneros mucho más de lo que consiguió para la CGT porque Camioneros y el crecimiento de Camioneros eran la base de su poder. Kirchner le pasó el control de las obras sociales y Camioneros pasó a estar entre los mejores pagos ayudado por Kirchner. Subsidios al gasoil y peajes gratis para las empresas y el 50% de descuento en los aportes patronales. Esto también lo sabe Fernández.

Otra partida millonaria del fondo del gasoil, creado para financiar obras viales, iba directamente al gremio bajo el rubro de capacitación. Y Kirchner montó y le dio el manejo de un examen psicofísico, sin el cual nadie podía sacar el registro profesional. Moyano hasta pudo inventar un sindicato, el de peajes, a la medida de uno de sus hijos. La cadena de la felicidad por todas partes.

Fernández confesó que en ausencia de Kirchner, él mismo se metía en la negociación paritaria de Moyano, que hasta el discurso del otro día se suponía cosa solamente entre gremio y empresarios. Dijo que una vez tuvo que decirle: “Pará Hugo, por favor, le estás pidiendo de todo. Y les sacó de todo a los empresarios. Pero para los que trabajan, nada para él”. Emocionante.

Nadie esperaba tanto de Fernández elogiando a Moyano y menos los sindicalistas que apoyan a Fernández y que viven peleándose con Moyano. Un desconcierto parecido si no mayor hay entre fiscales y jueces que investigan a Moyano en gruesas causas de corrupción como la de OCA, que vivió un vaciamiento antológico.

Moyano la compró a través de Patricio Farcuh, que era como de su familia. Se peleó y lo echó y al final volvió repuesto por la Justicia que ahora está a cargo de la compañía sumergida en un pantano económico. La UIF, que combate el lavado de dinero, denunció a dos hijos de su pareja Liliana Zulet, que es la gerenciadora de la Obra Social y a la que también felicitó Fernández. Y hay otra causa con final abierto: la del combo de violencia y corruptelas en Independiente. Esta es la historia o parte de la historia de ese dirigente ejemplar llamado Hugo Moyano.

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